Melania era una corredora callejera. A menudo, la policía casi la atrapa, pero las calles pagaban las facturas.
Tenía conexiones. Le debía a su amigo un favor que terminó en Melania siendo capturada por el Soldado de Invierno y aterrizó en el radar...
Tan pronto como sus ojos se abrieron, supo que estaba en un sueño. Tal vez ni siquiera un sueño, pero dondequiera que estuviera, no podía haber estado consciente. Habían sido 'sueños' vívidos que había estado teniendo durante las últimas semanas.
Se podría decir que fue una especie de experiencia extracorpórea. Ella se miraría a sí misma y la vería abrazándose con James, Axel a los pies de la cama con Nico cerca de él.
A pesar de todo, sus pasos resonaron por las habitaciones de las que salió y entró. Parecían guiarla por su cuenta cuando entró en la sala de estar.
Era lo mismo, la televisión parpadeaba a veces, creando un relajante ruido estático que bailaba con una chimenea encendida que iluminaba tenuemente la habitación. No importa cuánto tiempo pase en este lugar en el que ella estaba, el sol nunca salió y las estrellas nunca brillaron.
Y ahí estaba él, el hombre vestido de negro siempre estaba ahí. Tenía en las manos un libro de cuero marrón en un idioma que ella no podía leer en absoluto. Él habló, pero como el libro, ella no entendió.
A medida que se acercaba, centímetro a centímetro, solo podía distinguir ciertos rasgos, como si su mente estuviera tratando de evitar que supiera quién era. Solo había ciertas cosas, como que tenía la piel de porcelana y el pelo largo y ónix.
"Hola de nuevo, amor", la saludaba siempre en inglés. Ni siquiera un segundo después de que él dijo las palabras, sus brillantes y misteriosos ojos verdes se encontraron con los de ella. Siempre la hacía fruncir el ceño cuando no podía recordar detalles específicos sobre ellos cuando se despertaba, pero aquí eran tan claros.
Mientras una mano todavía sostenía el libro, la otra palmeó el asiento del sofá junto a él, invitándola en silencio, pero más como diciéndole, que se sentara en lo que ella obedeció.
Su mente se volvió más confusa, pero sus pies la arrastraron de todos modos. En ocasiones regulares, ella podría haber estado asustada, al sentirse algo segura en su presencia.
Se sintió como si su mente estuviera luchando contra sí misma cuando se sentó a su lado. La abrumadora ola de somnolencia luchaba, gritando ante la euforia que la llenaba de pies a cabeza. La peor parte fue que no le permitía elegir cuál quería.
"Son los efectos secundarios de todo esto. Lo siento, querida", dijo el hombre con sinceridad mientras dejaba el libro a un lado. "Ha pasado un tiempo desde que me empujé a entrar en la mente de uno. Eres muy difícil, Melania", le dijo.
Ella no cuestionó lo que quería decir con eso. ¿Era algo bueno o malo? ¿Cómo sabía nombre? Su mente ni siquiera podía tomar una decisión en este estado. Todo lo que hizo fue tararear en respuesta mientras apoyaba la cabeza en su hombro.
Se sentía como si estuviera de pie en un círculo de AC a todo trapo que podría alimentar a un país pequeño. Un fuerte resfriado que estaba al borde de perforar su piel, pero envolviéndola en un reconfortante abrazo. En respuesta al sentimiento, suspiró, acurrucándose más cerca del hombre.
"Ni siquiera te conozco", murmuró, le dijo la parte lógica de su mente indecisa. El hombre se rió entre dientes, encendiendo algo dentro de la mujer que quería hacerla derretirse aún más.
"No creo que me importe si te comparto con él", dijo, poniendo sus manos en sus caderas. Las cejas de Melania se fruncieron, ahora dándose cuenta de que ella se había subido a su regazo inconscientemente.
"¿Qué estás haciendo?", Preguntó, la pregunta no estaba dirigida exactamente a nada en particular. Estaba confundida, pero mientras estaba en este estado, no sabía si quería dejarlo exactamente .
"El aturdimiento de Rhapsodic. Te hace sentir como si estuvieras en una neblina de sueño acompañado de euforia. El apego es algo que viene con él, no me importa si viene de ti", le dijo con sinceridad, comenzando a frotar círculos en su piel que le dejaron la piel de gallina.
Una vez más, no sabía si se suponía que eso la haría sentir aún mejor en toda la situación. ¿Se aprovecharía de ella como si fuera una especie de tortura mental?
El hombre contra el que se había apoyado se burló. "Yo no haría tal cosa, Melania. Puedes confiar en mí", le dijo, lo que pareció hacer que sus preocupaciones desaparecieran y los músculos se relajaran.
"No dejes que nos encuentre", murmuró con cansancio, enterrando el rostro más profundamente en su pecho. Aunque Melania no pudo verlo, el hombre tenía una ceja levantada, su interés despertó.
"¿Qué hombre?", Preguntó, frotando los círculos de su piel aún más lentamente. Casi la hizo volver a dormirse, o en este caso, ¿se despertaría?.
"El hombre de ojos dorados", bostezó.
El hombre volvió a tararear, casi como si estuviera debatiendo con algo. "¿Por qué no duermes un poco, querida?", Dijo el hombre en voz baja, sabiendo que probablemente estaba a punto de irse a dormir. La levantó con cuidado, llevándola a la habitación en la que estaba anteriormente.
Con ojos aturdidos, Melania miró por las ventanas donde podía ver algo, estrellas. Cientos de miles de ellas brillando en la casa. No había sido así en otras ocasiones, sin embargo, se sentían como ojos curiosos. Cansada, las palabras salieron de su boca.
"No nos delates".
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Heimdall se rió entre dientes, para gran confusión de Thor, quien estaba a unos metros de él, paseando ligeramente de un lado a otro.
"¿Y bien?", Preguntó el príncipe rubio, ya nervioso. "¿Dónde están?" El protector del Bifrost negó con la cabeza mientras sus manos descansaban sobre la cabeza de su espada dorada.
Sus ojos brillaron, pero no como si estuviera mirando a Thor. No, sus ojos estaban en un lugar que estaba lejos de las galaxias, saltándolos como una rana en plataformas de salto.
