━𝗘𝗥𝗘𝗡 𝗝𝗔𝗘𝗚𝗘𝗥 ፧ ❝𝗬𝗢𝗨𝗥 𝗕𝗢𝗬𝗙𝗥𝗜𝗘𝗡𝗗❞.

―𝑬𝒓𝒆𝒏 𝒊𝒔 𝒔𝒐 𝒄𝒖𝒕𝒆.

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Eren también es de los que se ponen nerviosos con tan sólo un halago.
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Eren se encontraba reposando en el césped, en ese mismo que llevaba frescura y ambientaba el lugar. Sentía serenidad al contactar las brisas con su piel, mientras tenía a tan solo centímetros de su costado al amor de su vida.

Por el rabillo del ojo visualizaba como su cabello danzaba en compás, y sus labios dibujaban una grata sonrisa en su pequeño rostro. Amaba observar detenidamente su perfil, era como tener a escasos centímetros a la belleza suprema, o inclusive, a una misma deidad.

Ambos disfrutaban de la vista que tenían en una altura considerable, así mismo, podían apreciar la maravilla del cielo que ofrecían las horas del atardecer, de esos mismos que irradian distintos colores por los rayos del sol ocultándose.

Eren podía observarlo todos los días, pero nunca aceptaría que eso es mucho mejor que observar a su novia. Pese a que jure que ambos verían el atardecer, siempre prestaría atención a ti.

—Deja de verme.—Pedías al inflar tus mejillas.—Dijiste que esta vez sí veríamos el atardecer juntos—.

—Lo siento, pero eres mucho mejor que un atardecer.—Respondía el castaño al elevar sus comisuras.

—Entonces no habría problema si te observo a ti también. Ya que al fin y al cabo, eso es mejor que un atardecer—.

Los pómulos de Eren se teñían de un color carmín suave y cálido. De esos que no son completamente visibles.

—Oh vamos, cariño. Es mejor ver un atardecer que verme a mí—.

—Estás completamente equivocado en ello—.

Expresaste tu sentir hasta apoyar tu cabeza en uno de sus hombros, causando que ambos cuerpos estuviesen en mayor contacto con el uno y el otro. Lograbas percibir como la piel del ojiverde obtenía un leve temblor, mientras los latidos de su corazón eran muy persistentes.

—¿Te encuentras bien?—Cuestionabas inocentemente.

—Ouh, c-claro—Tartamudeó sin poder controlarlo.—Es sólo que, mi corazón no deja de latir al escuchar bonitas palabras de ti—.

Ahora era tu turno el cambiar ese semblante. El color carmín se expandía hasta llegar a tu nariz al ser notorio para Eren. El ojiverde por instinto, reía cabizbajo al evitar clavar su mirada en ti, aún con nerviosismo.

—Aún no me acostumbro a que seas tan tierna conmigo.—Llevó un corto y tembloroso beso hasta tu cabeza—Perdóname, es sólo que eres perfecta—.

Si quieres ganar tienes que arriesgar, si no arriesgas no ganas.

—Erwin Smith.