Dieci.

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Cerré la computadora con una sonrisa ligera en mi rostro, me había asegurado de guardar el archivo en una carpeta exclusiva para el libro. Me fijé en el reloj digital de a lado, las manecillas señalaban que eran las 7 de la noche. Estuve un aproximado de 6 horas y media escribiendo muchas cosas, y una media hora solo comiendo sopa instantánea por el hambre intenso que tenía.

No podía cocinar algo ya que Kun era bastante proporcional con las compras, y de un tiempo acá se volvió bastante nutricional en términos de cocción, grasas y uso de aceite.

Yo quiero grasas, auxilio.

Buscaba algo en mi armario tratando de escoger la ropa más decente y también simple, no buscaba destacar ni mucho menos lucir en medio de las personas, las chicas vendrían por mí a eso de las 11:45 PM para irnos al local "Azúcar & Miel", que servía como restaurante en el día y una especie de bar en las noches.

Lucas y Kun trabajaban ahí, y el novio de Lucas era el hermano del dueño. Así que se entiende cada que le bajan el sueldo por una tontería. Sonreí, encontré una sudadera color vino con capucha y un pantalón de color gris.

"Esto me llevaré" fue lo que pensé. 

Decidí darme un baño rápido, me quitaba los lentes de contacto solo por unos minutos, mientras oía música y asimilando que saldría al mundo exterior de nuevo; me mordía los labios pensando que podría ser buena y una mala idea.

Se me vino a la mente cancelar la salida excusándome de que me dolía la cabeza o que me estaban insistiendo en entregar algo. 

Sacudí esos malos pensamientos y me enfoqué en disfrutar hoy, no sería justo para Dahyun. Ella ha estado conmigo desde niños y yo debo recompensárselo; de alguna forma ella me brindó su casa mientras publicaba mi primer libro.

Tiempo después Kun me dijo que había un espacio libre y privado en su departamento, acepté algo apenado con la idea de que yo era un invasor, sin embargo, me trató muy bien y me pidió adaptarme a un espacio más grande y claro, mucho más privado.

Cargaba el celular, cargué también mi computadora, me peinaba un poco viéndome al espejo mientras sonreía buscando un look diferente. Los rizos de mi cabello dificultaba un poco la tarea, desde hace tiempo me rizaba el cabello buscando que no se notara mucho mi rostro cuando caminaba.

No logré hacer más con mi cabello, en estas semanas debía hacer de nuevo el tratamiento para que quedaran así. Suspiré dándome una aprobación en el espejo. Tomé mis lentes negros colocándomelos cuidadosamente, me observé de nuevo y dije— Este es YoonOh.

La editorial me insistía en tener una imagen buena para cuando fuera momento de salir, el CEO era el único que conocía mi identidad y me pidió que tratara de desocupar los lentes ya que daba la típica apariencia de un autor aburrido y sin gracia.

Accedí a esa petición sabiendo que los pupilentes eran caros y aún no recibía mi primera paga, así que tomé un poco del dinero que la abuela Yeon me dio y compré unos que tuvieran la graduación que necesitaba.

No sé, pero incluso me sentía más inseguro usándolos.

Aprovechando que había terminado de arreglarme, abrí un poco la cortina y leía los correos de la editorial, no de los jefes; sino de los pedidos que me hacían. Abriendo otro cajón saqué las notas moradas y escribía las palabras de agradecimiento, añadía un separador que yo mismo diseñé y simplemente cerré la bolsa para enviarlo a la editorial.

El chico del broche de pingüino. | JaeDo. ♥Where stories live. Discover now