Capítulo 19 - De casualidades y cafés

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La casualidad nos da casi siempre lo que nunca se nos hubiese ocurrido pedir

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La casualidad nos da casi siempre lo que nunca se nos hubiese ocurrido pedir.

Alphonse de Lamartine

16 de junio 2015

Mecklemburgo, Alemania

El clima de verano de uno de los estados federados de Alemania los recibió.

Descendieron del avión y en el auto que esperaba por ellos, se encaminaron a la propiedad de Lorena, si, contaba con una mansión en tierras alemanas, que pasó a su nombre luego del fallecimiento de sus padres, un lugar donde desde hace años no ponía un pie; en primer lugar, por falta de tiempo; y segundo, por falta de valentía, pues en esa propiedad también vivió momentos increíbles con sus padres, recuerdos que le hacían entrar en melancolía.

Una mansión de tres pisos rodeada de hectáreas de pastizales, con una estructura tipo granja histórica, de color crema con techo rojo ladrillo.

— ¡Por un demonio, lo que faltaba, que tuvieras una granja! — Hanna admiraba todo el paisaje, mientras se encaminaban a la entrada de la mansión, subiendo por las escaleras que dividían la casa de los pastizales.

Guten Morgen, Fräulein Williams — saludó una mujer que salía de uno de los salones de la mansión, en cuanto notó a Lorena cruzar la puerta principal.

Guten Morgen, Alviria — sonrió Lorena y la estrechó entre sus brazos —. Mira, estos son mis acompañantes de estos días — dejó uno de sus brazos sobre los hombros de la mujer y la acercó a los demás —. Thomas, mi socio y amigo; su hija Amelia y Hanna, mi mejor amiga.

— Un gusto conocerlos — asintió levemente, sin borrar su sonrisa —. Es bueno volver a verte, Lore — dijo la mujer tomándola de las mejillas y dejando un beso en cada una de ellas.

— También me alegra volver a verte.

— Llamaré a Adal para que suba las maletas, mientras acompáñenme, he preparado un desayuno exquisito para ustedes.

Lorena sonrió y siguió a la mujer al comedor junto con Thomas, Amelia y Hanna. En la mesa, un festín de desayuno se encontraba, todos tomaron asiento y entre risas y anécdotas contadas por Alviria sobre Lorena cuando era niña, disfrutaron de su primera mañana en Mecklemburgo.

23 de junio 2015

— Vas a desaparecer a Thomas, Alviria — susurró una divertida Lorena a espaldas de Alviria, provocando que se sobresaltara.

— No sé de qué hablas — habló rápidamente la mujer, volviendo su mirada a las plantas que regaba, tratando de evitar que Lorena se percatara del sonrojo en sus mejillas.

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