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-MoonMoon, mira. -exclamó Jacob unos metros más allá de donde me encontraba. Ambos nos habíamos distribuido por todo el refugio en busca de una mascota, perdiéndonos en la sensación de felicidad que sentíamos al estar rodeados de pequeños gatitos y perritos, porque sí, tambien habíamos echado un vistazo a la zona de perros solo para acariciarlos y pasearlos por los alrededores del refugio.

Caminé hacia quien podría considerar mi mejor amigo y alma gemela, observando cómo miraba hacia el cristal arrodillado. Dos pequeños gatos jugaban con un ratón de peluche que colgaba del techo, eran prácticamente idénticos por lo que tuve la sospecha de que eran hermanos.

-¡Wow! -exclamé observándolos detalladamente. Podía decir que eran los gatos más bonitos del refugio-. ¿Cómo es que siendo tan bonitos alguien pudo abandonarlos?

-No lo sé, pero me recuerdan a nosotros. -dijo él sonriendo, sin apartar la vista de los pequeños mininos.

No te sonrojes, Kevin.

-¿Por qué lo dices? -pregunté algo nervioso. Él apartó la vista de los gatitos para enfocarse completamente en mí, tragué saliva.

-Solo míralos. Están tan unidos, jugando, divirtiéndose sin importar lo que haya alrededor. Ambos se complementan y se convierten en uno, como nosotros.

Aquello lo había dicho como si fuese lo más valioso que él tenía. ¿Realmente yo podría ser tan importante para él? Digo, él era muy importante para mí, pero me costaba asimiliar la idea de que yo era tan importante para alguien que no fuese mi hermano.

-Deberíamos adoptarlos -sentencié sin ninguna duda-. Son perfectos para nosotros, seguirán estando juntos como debe ser y nos unirán mucho más.

Jacob asintió frenéticamente y ambos corrimos hacia donde se encontraba Sangyeon, quien hablaba con la chica que se encargaba del refugio.

-¡Queremos los del cubículo catorce! -exclamó Jacob.

-¡Está decidido! -le seguí yo.

Sangyeon rió por un momento y luego habló. -Tardará un poco completar el proceso de adopción, ¿qué os parece si salís y coméis algo fuera?

-¡Sí! -gritó Jacob. Yo solo asentí y sonreí, desorientado por la excesiva emoción de Jacob.

Sangyeon nos dio algo de dinero para comer y nos dejó ir, no sin antes asegurarse de que no nos alejasemos mucho.

Jacob y yo salimos del refugio sonriendo. Podía deducir que Jacob era muy cariñoso porque de nuevo rodeó mis hombros con su brazo. Solo tenía una duda, ¿Jacob era así con todas las personas?

-¿Qué podemos comer? -preguntó él, guiándome a quién sabe dónde. Yo solo podía pensar en una cosa.

-Jacob.

-HoneyBae. -gruñó.

-Perdón -carraspeé intentando aclarar mi garganta-. HoneyBae.

-Dime. -esta vez su voz sonaba dulce.

-¿Seguiremos estando juntos? Ya sabes, los gatos deben estar juntos como debe ser. ¿Nosotros también lo estaremos?

Me había costado demasiado formular aquella pregunta, pero tenía miedo de que un día despierte y Jacob ya no esté ahí, que ya no hayan aviones de papel entrando por mi ventana y mi corazón no amenace con tener un infarto cada vez que él me toca o mira intensamente. Volvería a mi vida aburrida, encerrado en la burbuja en la que mi hermano quiere tenerme para siempre.

Lo peor fue cuando Jacob quedó en silencio por un largo tiempo. Quizás fueron solo segundos, pero para mí duró horas y no me traía buena señal, mucho menos cuando apartó la mirada. El miedo creció en mí rápidamente y mi inseguridad se apoderó de todo mi cuerpo.

𝒕𝒉𝒆 𝒃𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒙𝒕 𝒅𝒐𝒐𝒓 | moonbaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora