Pequeños relatos románticos sobre el Señor de las Moscas y el Primer Emperador desde la perspectiva de cada uno
☕No sé qué carajos hago con mi vida
🍵Mis títulos cada vez tienen menos sentido
☕Soy simp de este shipp
🍵Top! Beelzebub / Bottom! Qín Sh...
En la casa del unificador de China, se estaba dando un momento muy común en la vida de toda persona: el desayuno.
Los tres presentes en esa casa estaban comiendo unos sandwiches en un silencio que definitivamente no era normal, o al menos para la diosa no era así, los dos luchadores del Ragnarök siempre tenían algo de lo que hablar en cualquier momento del día, normalmente era ella la que tenía que alcanzarles el ritmo desde muy temprano, pero en esa ocasión a duras penas se escuchaba el sonido que hacían los platos contra la mesa...¿tal vez se habían peleado mientras ella estaba dormida? No podía ser, ¿verdad? Estaba segura de que el demonio se habría ido en ese caso...
Entonces, ¿qué pasaba?
–Oye, Nitti.
Cuando Qín Shǐ Huáng la llamó, la diosa salió del trance en el que había entrado para intentar procesar qué era lo que pasaba, y cuando volteó a mirarlo, se encontró con que este sonreía con naturalidad mientras la acariciaba en la cabeza.
–Quería pedirte un favor–dijo el primer emperador tomando por sorpresa a la diosa.
–¿Un favor...? Claro, ¿qué necesita?–preguntó Nittiyam sonriendo hacia el chino.
–Hoy en la madrugada tuve una conversación con Beelzebub, y...ambos llegamos a un acuerdo de que empezaremos desde cero nuestra convivencia–dijo Qín Shǐ Huáng mirando de reojo hacia Beelzebub.
–...¿cómo es eso?–preguntó Nittiyam sin entenderlo.
–Haremos como el Ragnarök y nuestra pelea jamás pasó, empezaremos una relación como si a penas nos conociéramos–le explicó Beelzebub en un primer momento preocupando a la diosa por lo que dijo.
–No te preocupes, pequeña, aunque recuerdo lo que pasó no estoy enojado–dijo Qín Shǐ Huáng haciendo un pequeño ademán.
–Entonces...¿cuál es el favor que quiere pedirme?–preguntó Nittiyam ahora sin entender nada.
–Verás...quería que empezarás a llamarme Zhèng, es mi nombre, y quisiera que tanto tú cómo Beel lo usarán desde ahora–dijo Qín Shǐ Huáng dejando sus manos sobre la mesa.
–Eh...bueno, si usted quiere que sea así, está bien, señor Zhèng–dijo Nittiyam formando nerviosamente una sonrisa.
–Sientete afortunada, niña, somos los primeros a los cuales Zhèng les permite usar su nombre propio–dijo Beelzebub llevando una de sus manos a la cabeza de la diosa.
–Pero, yo...¿podré seguir pasando tiempo con ustedes, verdad? Aunque hayan...¿empezado de nuevo?–preguntó Nittiyam jugando nerviosa con sus propias manos.
