31 días de KatsuDeku en honor al reto de #EsDeFanfics con temática Flufftober
Será 1 capítulo diario por el mes de octubre, cada capítulo estará siguiendo las temáticas que indique el flufftober, pero a fin de cuentas la trama de cada capítulo es de...
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—Kacchan... No estoy seguro de esto.
—¡No me jodas, Deku. Ya casi llegamos! —el rubio llevaba a rastras al menor, caminando por aquella acera que conocía a la perfección.
Esa mañana Bakugo llegó más irritado y molesto de lo usual. Todos en su aula se mostraron asustados y optaron por su mejor opción: usar a Izuku como mediador de paz.
Tras intercambiar un par de palabras (e insultos) finalmente dijo lo que tenía que decir: "Mis padres te invitaron a mi casa, quieren conocerte mejor"
Al principio, el aspirante a héroe de pecas palideció ante la invitación. Ya conocía a sus padres, pero se había presentado como su amigo, no como su novio.
El pobre era un manojo de nervios y no lo pudo disimular durante el periodo de clases, sus nervios creciendo con cada tic-tac del reloj. Sin poder frenar el momento en que estaban actualmente.
—¡Estoy nervioso! —aseguró el menor.
—¡Yo estoy peor que tú, carajo! —aseguró el mayor.
Ambos lo estaban, era una realidad. El rubio temía por cómo iban a reaccionar sus padres, cómo iban a tratar a su novio. Principalmente por su madre, y las razones creo que no son necesarias de mencionar.
Izuku por su parte estaba sudando por lugares en donde no sabía que podía sudar, le temblaban las manos y las rodillas. Sentía que su voz se quebraría de tan solo hablar.
Estaba a un par de metros de la casa de sus, ahora, suegros. Desde que formalizaron su relación siempre supo que los padres de su pareja mostraban comprensión y apoyo hacia su relación y él. Pero eso no quitaba el hecho de que se presentaría ante ellos, cara a cara con otro título.
—Ya llegamos, arregla tu uniforme, te ves del asco —Bakugo recibió una mirada de molestia de su dulce chico. Se limitó a sonreír y a tomar su mano.— Pero así te quiero, Izu.
El corazón del chico latió con fuerza y por primera vez en todo el trayecto a su hogar se permitió sonreír. La calidez de aquél dulce tacto le devolvió la seguridad que necesitaba.
—¡¿No han llegado ese par de...?! —su burbuja se vio explotada por la puerta abierta repentinamente y la voz de la progenitora del más alto.— ¡Bienvenido, pequeño Izuku! ¡Katsuki bastardo, ¿no ves al pobre?! Hazlo pasar.
—¡Deja de darme órdenes, con un demonio!
—¡No me hables así, pequeño demonio!
—¡Gra-gracias, señora Bakugo! Con permiso... —apretando la mano de su acompañante, ambos chicos pasaron a la morada.
El recibidor era espacioso pero hogareño, el aroma a pan horneado inundó su olfato y se vio a sí mismo sonriendo y cerrando sus párpados, deleitándose con el aroma que envolvía el lugar.
