5. Coffee shop

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—¡Kacchan, mira! —sin delicadeza alguna, el de pecosas mejillas se arrojó sobre su novio en el extraño pero cómodo sofá gigante

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—¡Kacchan, mira! —sin delicadeza alguna, el de pecosas mejillas se arrojó sobre su novio en el extraño pero cómodo sofá gigante. Bakugo terminó acostado con su chico acostado sobre él.

En paz descanse la tarde libre del chico explosivo.

—¡Maldita sea, Deku! No te arrojes así sobre mi.

—Haz cargado a ocho personas en brazos luego de pelear por horas y con una torcedura en el pie, puedes con tu lindo chico —Bakugo hizo una mueca pero terminó por peinar los salvajes rizos de su pareja.

—¿Entonces? ¿Qué mierda ocurre ahora?

—Ah, cierto —rebuscó su teléfono bajo su regazo y de nuevo le mostró la noticia.— ¡Abrieron una cafetería en nuestro honor! ¿No es increíble?

—No.

Golpe bajo para el dulce Izuku.

Aunque era de esperarse, el rubio no era muy fanático de que hicieran mucho escándalo por hacer su trabajo. Le gustaba ser héroe, le gustaba salvar personas, le gustaba patear traseros, pero odiaba toda la fama que eso le traía.

Lo peor del caso es que estaba en el ojos de todas las televisoras, si no era por cumplir con su labor como el héroe número dos, era por ser novio del símbolo de paz.

Eso ya era bastante jodido, lindo, pero jodido.

—Kacchan, ¿podríamos ir?

—¿Para qué? Es nuestro primer día libre en dos semanas, déjame disfrutar de mi maldito novio sin tener que estar peleando con los reporteros amarillistas.

Izuku rió por lo bajo, disfrutando de las caricias que le daba su novio.

Permanecieron un rato en silencio, hasta que el mayor de los dos habló.

—Deku.

—¿Dime?

—Ya publicaste que iríamos, ¿cierto?

Nuevamente silencio.

Bakugo resignado, golpeó la frente de su pareja, al escucharle quejarse lo movió de encima y se levantó.

—¿A dónde vas?

—A cambiarme, date prisa, maldita sea —el pequeño héroe dio un gritito de victoria y sonriente se levantó deprisa a la habitación que ambos compartían. Debía empacar plumones.

Si, muchos plumones.

°
°
°

—Hay más gente de la que imaginé que vendría.

—¡No la habría si no lo putas hubieras publicado! —gritó molesto el rubio.

Al menos ya habían pasado la parte fea del asunto, entrar.

La excesiva cantidad de plumones era porque a los pobres les agotaban deprisa la tinta y su explosivo novio los pulverizaba con su quirk.

Lo de todos los días.

Finalmente pudieron darse un respiro luego de saludar al dueño y que Izuku le agradeciera por tan lindo gesto, comprometiendo a él y a su gruñón novio a asistir al local al menos una vez a la semana, incluídas sus amistades.

Eso empeoró el humor del héroe número dos.

—Kacchan, ¿hace cuánto no venimos a una cafetería?

—No tengo idea y no me importa —una vil mentira.

Tenía los días contados, recordaba a la perfección esa última ocasión.

Fueron enviados a una zona helada tras la pista de una organización criminal, parte del trabajo era pasar desapercibidos y ellos no desaprovecharon la oportunidad.

Cambiaron su apariencia y fueron a una cafetería cerca de la base enemiga, esperando al lider.

Es uno de los recuerdos más preciados que tiene Katsuki del menor, ver su nariz y mejillas enrojecidas por el frío, sus labios dando besos a la humeante taza de chocolate con bombones y sus bonitos luceros brillantes por las caramelizadas luces del local.

Era gracioso verlo intentar sujetar la taza sin que tastabilara de sus manos por los guantes.

Y es justo ahí que recordó que, efectivamente, si tenía una foto de aquella bonita cafetería que prometió volver a visitar. Era la mejor imagen que tenía del corderito verde de su novio.

—Estoy seguro de que fue en Canadá.

—Si, Deku, claro —el rubio le dio largas, ignorando los reclamos de su chico por lo mismo y dando un sorbo al café con una imagen de granada.

"Jodidamente perturbador" pensó antes de fruncir el ceño y deprisa volver a dejar la porcelana en su plato.

—¿Qué sucede? ¿No te gustó? Hay una nueva receta de café aunque no sé si te guste, es dulce y no te gustan mucho los dulces, el dueño dijo que nos prepararía su especialidad aunque le dije que no era necesario... —y siguió murmurando, Katsuki acariciando su labio superior con la punta de su lengua.

—Cierra el pico, Deku. Solo me quemé.

—¿El gran Bakugo Katsuki, alias Dynamight, rey de las explosiones, se quemó la lengua? —Izuku estaba a un paso de reír y Bakugo deseó no amarlo tanto para poder arrojarle el café a la cara.

El símbolo de la paz estaba tentando su suerte.

—¿Quieres morir?

—No golpearías a alguien con lentes... ¿Verdad?

—Tu ni siquiera usas lentes.

Punto para Bakugo.

Aún con la sensibilidad en su lengua y labio volvió a dar un sorbo a su bebida, Midoriya dio un mordisco al pastelillo que reposaba casi intacto acompañado de una bebida color verde que en su interior tenía brillos.

"Espero no intoxicarme" rogó en sus adentros mientras bebía.

Separó su mirada del delicioso postre para ver a su pareja sufrir con esa cálida bebida.

—¿Aún te duele? —sabía lo orgulloso que era su pareja, así que desarrolló la habilidad de decifrar lo que por su mente pasaba con simples reacciones.

Raro, pero él solo se entiende.

Rodó los ojos y fingió demencia, dando otro trago a la bebida y mirando por la ventana a las personas transitar.

"Aún le duele"

—Kacchan, acércate, tienes algo en la mejilla —su inocente novio frunció el ceño y se acercó por encima de la mesa.

Él por su parte aprovechó para tomarlo de las mejillas y plantar un casto beso en sus labios, en ellos aún residía el sabor amargo del café y la sensación cálida de estos.

Izuku rió al ver las mejillas sonrojadas de su pareja y se separó, sacando a flote cualquier tema de conversación que diatrajera al nuevo tomatito andante.

Sin duda alguna, amaba las tardes de café con su novio.


BNHA KATSUDEKU - FLUFFTOBER 2021Where stories live. Discover now