Su mano libre se encontraba dando caricias por la parte interna de mi otro muslo, pero en un momento desprevenido se encontraba penetrandome con unos de sus dedos. Arquee mi espalda hacia atrás y un gemido brotó de mi garganta. Moví mis caderas hacia delante reclamando más, me hizo caso y comenzó a mover dos de sus dedos dentro de mí, mientras su lengua hacía un buen trabajo en mi clítoris.

Mi respiración se volvió más agitada mientras él avanzaba el ritmo de sus dedos. No pude contenerlo más, solté la respiración y sentí esa corriente desde mi espina dorsal que me recorrió todo el cuerpo.

—Joder —jadeé con los dientes temblando—. ¿Por qué no te conocí antes?

Él se puso de pie, se notaba orgulloso de haberme dado un orgasmo espectacular. Llevó su mano a mi cuello y los ojos le brillaron, su pulgar acarició mis labios antes de besarme con lentitud. 

—Lo mejor se deja para el final, dulzura —murmuró contra mi boca.

—Concuerdo. 

Bajé del lavabo y tan solo una mirada bastó para que él se deshiciera del bóxer y luego quitara el cinturón de mis manos. Bajó hasta mi altura y comenzó a besarme mientras mis manos se deslizaban por toda su longitud, acariciándolo de arriba hacia abajo y luego de una manera en la que podía masajear su glande con el dedo pulgar. Volví a ponerme húmeda al escuchar sus jadeos contra mi boca, es que joder, era un sonido magnífico.

Detuve la caricia y agarré el dobladillo de mi vestido para terminar de quitármelo, pero él me detuvo sujetando mi mano.

—Llevo horas fantaseando con ese bendito vestido, y media queriendo quitártelo, pero ahora voy a follarte con él. 

Solté un jadeo cuando rápidamente me puso de espaldas mirando hacia el espejo. Podía sentir su erección rozando la piel al descubierto de mis nalgas. Me agarró por la cintura mientras con uno de sus pies separaba los míos. Mis manos estaban apoyadas del lavabo mientras mi respiración se aceleraba, lo ansiaba tanto dentro de mí. Con una mano en mi cintura y la otra guiando su miembro hacia mi cavidad vaginal me miraba fijamente a través del espejo. Cerré los ojos sintiendo como se deslizaba suavemente dentro de mí, se sentía tan malditamente bien.

Solté un jadeo cuando comenzó a moverse, al principio fue lento, pero luego el ritmo fue en aumento y yo no paraba de gemir. Sus manos me sujetaban la cintura mientras me embestía. Al abrir los ojos y ver en su rostro como él lo disfrutaba comencé a moverme a su compás. El jadeó y me abrazó con ambas manos acercando su boca a mi cuello. Joder, escuchar sus gemidos en mi oído fue todo lo que necesité para alcanzar el clímax. Solté un grito de placer que me dejó sorprendida, jamás me había sentido tan satisfecha. 

Tiago se alejó antes de darme la vuelta y levantarme por los muslos, rápidamente envolví mis piernas en su cintura y lo agarré por el cuello. Sus labios estaban entre abiertos y rojos por tanta fricción, se veía más atractivo de lo que ya era.

Conmigo cargada, caminó hasta la puerta y la dejó abierta, luego se dirigió hacia la habitación detrás de la cortina y me dejó suavemente sobre la cama.

—¿Ves? Estoy a tus órdenes.

Sonreí antes de besar sonoramente sus labios.

Se despegó de mí y salió de la habitación. Estuve a punto de gritarle, no podía creer que fuera a irse, pero al cabo de varios segundos regresó con su corbata y una sonrisa traviesa en los labios.

—¿Vas a volver a atarme las manos?

—Sí, pero esta vez lo vas a sentir mejor —añadió abriendo mis piernas para posicionarse sobre mí. 

Me quitó el vestido y luego amarró mis manos por encima de mi cabeza. Comenzó a besar desde mi cuello hasta mis pechos, cuando llegó allí los lamió por varios segundos antes de volver su tortura por mi abdomen y llegar a las paredes internas de mis muslos. Me mordí el labio cuando volvió a lamerme con la misma lentitud que la primera vez. Al parecer él ya se había aprendido mis puntos débiles, y eso le sumaba muchos puntos.

Volvió a mi rostro y me dio un casto beso antes de que su miembro entrara en mi vagina sin avisar. Esta vez sus embestidas eran más rápidas y fuertes, no podía controlar mis gemidos y eso él lo estaba disfrutando. Estaba segura que cualquiera cerca del pasillo me escucharía con claridad.

Tiago se movía de una manera que me enloquecía. Sentir su cuerpo desnudo contra el mío era una sensación que no podía describir. El querer tocarlo y no poder me ponía aún más.

—Avísame cuando vayas a venirte —le dije.

—¿Por qué, dulzura? —respondió con la voz ronca.

—Porque la quiero en la boca.

Al escuchar eso comenzó a embestirme con más fuerza. Llevó una de sus manos a mi cuello, no me agarraba con todos los dedos, sino con el pulgar y el meñique presionando un lugar estratégico. No sé si fue por eso, pero una ola de placer me invadió. Sus dedos fueron a masajear mi clitoris haciéndome desbordar en un placer intenso; sentí una sacudida en todo mi cuerpo mientras el orgasmo me atravesaba.

Tiago sacó su miembro y rápidamente me incorporé hincándome en la cama. Él movía su mano rápidamente por toda su longitud mientras yo esperaba mi premio con boca abierta y la lengua afuera. Él soltó un gemido y todo su cuerpo se tensó mientras un líquido espeso blanquesino iba rumbo a mi boca. Cuando totalmente terminó, lo miré fijamente mientras me lo tragaba.

Sabía bien.

Jamás había tenido más un orgasmo con Engel, a duras penas lo tenía. Pero con Tiago todo era diferente.

Me dejé caer en la cama y al cabo de varios segundo él lo hizo a mi lado. Nuestras respiraciones aceleradas era lo único que se escuchaba en la habitación.

Miré el techo y sonreí, sí que fue la mejor noche de mi vida.

O mejor dicho, el principio.

—Para la próxima te dejaré sin caminar —dijo agarrándome por la cintura para voltearme hacia él. 

—¿Qué te asegura que ahora sí puedo hacerlo?

Él rio.

—¿Todavía aguantas otro polvo más?

Ahora este fue mi turno de reír.

—La pregunta es si tú aguantas otro más.

Entrecerró sus ojos hacia mí y luego soltó esa risa que me ponía a vibrar todo el cuerpo.

—¿Acaso Engel se rinde en el primero?

Me quedé sin palabras y le di un empujoncito.

—No.

—Yo creo que sí.

—Eres un pesado, Tiago.

Se puso de pie y fue hasta el baño a traer nuestras ropas. Me incorporé al ver que buscaba algo en su traje, al final sacó dos botellas muy pequeñas y me ofreció una.

—Por más noches como esta, dulzura.

Habilidades de Tiago:

•Pintar perfectamente los labios.

Mojar bragas, digo... Hacer una cola alta DI-VI-NA.

Usar muy bien la lengua... y no para hablar.

•Complacer en la cama.

•Cumplir fantasías. 

Nota de autora:

Por más capítulos como este 🥂

En Instagram dejé una cajita de preguntas en mi storie para que hablemos de este capítulo ;)

Estoy como: angeline_ross01

Solo diré que 🛐 Tiago 🛐

~Les quiere, Ross ❤

El misterio que me persigue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora