Capítulo doce.

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Extra Point— “No olvides que lo único que no se puede reciclar es el tiempo”.

Evangeline Daxton.

Cabe destacar, que tener que vestirme de forma elegante me causa ansiedad. Creo que le tomé una especie de trauma a este tipo de cosas, porque en un momento de mi vida, luego de amarlas tanto, comencé a odiar el significado que Thomas le otorgó y por consiguiente, después de tanto tiempo, los lujos en si mismos.

Estuve deslumbrada por alguien que gastó muchísimo dinero en mí, en cenas, vestidos, joyas y más regalos, pero que ni con todo eso, ni el montón de dinero en sus cuentas, podía comprar un alma para ser definitivamente un ser humano. Y ese fue mi grave error, emocionarme por los lujos y dejarme llevar por sus atenciones, como cualquier jovencita ilusionada, pero ahora, ni todo el dinero del mundo podrá causarme felicidad.

Por eso detesto que digan que me acerco a alguien por interés, cuando ni siquiera con Thomas lo fui, a quien conocí en la universidad como un chico cualquiera, y no como el hijo de una familia adinerada. Puede que todos aquellos regalos costosos llamaran mi atención, pero la persona que él me mostró en ese momento me hubiera hecho quedarme a su lado con o sin dinero; pero ese tipo de cosas no las ve la señora Grayson, o incluso la señora Silver, quien está decidida en tildarme de interesada.

Bajo de la nube pesada en la que se convirtieron mis pensamientos y me coloco un vestido recatado de noche de color crema, tres dedos por encima de la rodilla, que lleva un fino cinturón dorado en la cintura. Lo compré hace un tiempo en España, en uno de los viajes, y la verdad es que me costó muy poco y es una preciosura. Unas finas sandalias de tacón a juego con mi cinturón adornan mis pies, y dejo mi lacio cabello rubio caer hasta mi espalda baja. Bajo las escaleras de mano, sonriendo al saber que soy una experta haciendolo, con cualquiera tipo de calzado, gracias a la cantidad de años que llevo usando esta habitación.

Sé que el señor Silver no tardará en llegar, por lo que lo espero intranquila en la sala de mi casa. Estoy nerviosa, muy nerviosa, pero no tengo miedo, y eso, en cierto punto, relaja mis sentidos. Juego con la pulsera en mi mano, y respiro profundo varias veces para alejar el nerviosismo. Es mi jefe, lo veo todo el tiempo, ¿por qué aún no me acostumbro a su presencia?

El timbre suena, y aliso las arrugas inexistentes de mi vestido mientras camino hacia la puerta. Suspiro, y la abro. El señor Silver se encuentra detrás de ella, luciendo uno de sus interminables trajes color negro, y llevando un ramo de rosas en sus manos. Aprieto mis ojos unos segundos, tratando de alejar la imagen de alguien más haciendo lo mismo, pero en otra situación.

Es solo un ramo de flores, Evie, tómalo y váyanse ya.

—Buenas noches, señor Silver —lo saludo con cortesía.

—Buenas noches, Evangeline —responde—. Esto es para tí.

Me entrega el ramo, y yo digo—: Gracias, voy a ponerlo en un jarrón.

Entro un momento a la casa y lo dejo en uno de los jarrones de flores de mi mamá, luego lo relleno con agua para que no marchiten tan rápido. Salgo enseguida, y lo encuentro recostado al vehículo, esperándome. Me acerco a él, a paso decidido, y el me abre la puerta para que yo entre al auto. Es un gesto muy caballeroso, y por ello le dejo pasar lo de las flores, aunque si tengo oportunidad, le comentaré que no me gustan. Esto no parece una simple salida, una salida de negocios, esto parece una cita, aunque ninguno de los dos lo aclare. Maneja con cuidado, por las calles, y pocos minutos después, llegamos a The Garden.

Me ofrece su brazo en silencio, y yo paso el mio por el suyo, y caminamos juntos hacia la entrada del sitio, de forma pacífica. En la entrada se encuentra un chico vestido de blanco y negro, con una lista en un pequeño escritorio. Nos dirigimos directamente hacia él, y el joven pregunta—: ¿Tienen reservación?

La Chica de la ventana hacia las estrellasWhere stories live. Discover now