Capítulo cinco.

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Doctor sueño— “En otro tiempo Dan se prometió que jamás caería en ese vicio. Había llegado a creer que la vida era una sucesión de irónicas emboscadas”.

Evangeline Daxton.

01 de agosto del 2016.

¿Seguir adelante o quedarme estancada en el pasado?

¿Derecha o izquierda?

Una decisión, algo que va a definir mi futuro cercano.

Necesito aprender a confiar en los demás, porque no todo el mundo es igual, debo demostrarme a mí misma y a los demás que recogí todos los pedazos que en el pasado estuvieron esparcidos en el suelo, que ahora soy más fuerte que antes y puedo protegerme. Pero lo más importante, es que debo separar lo que pasó de lo que está ocurriendo; y para ello, entro a pasos lentos en la sala de la casa de los Silver, con una caja pesada en mis manos, diez minutos antes de la hora acordada en mi horario, a sabiendas de que mi jefe no tardará en bajar las escaleras.

En efecto, poco tiempo después, escucho sus pasos acercarse, y me volteo en su dirección aferrando la caja en mis manos para evitar que tiemblen. Suelto un suspiro, tragándome mi nerviosismo. El olor a su colonia entra antes que él a la estancia, y me permito por primera vez admirarlo. Ese es el primer paso, verlo como la persona que es y no como mi mente lo idealiza; su traje está perfectamente planchado y almidonado, su cabello negro peinado de forma impecable, al igual que todo en él. Su mandíbula es fuerte, marcada, pero no grotesca, sino más bien como proporcionada a la amplitud de su cuerpo.

Su mirada se posa en mí, y la confusión se lee claramente en sus ojos. Las palabras de mi hermano suenan una y otra vez en mi mente, recordándome que no solamente yo sufro, que hay millones de personas en este mundo, miles de millones de células vivientes que sienten y piensan, unas buenas y otras malas, destinadas a coexistir juntas a su suerte.

Él no confía en las mujeres, y tú no confías en los hombres.

Ganarme su confianza para confiar en él, eso es lo que haré. Conocerlo para darme cuenta de que no es una mala persona y poder caminar por los pasillos de su casa con la seguridad de que nada va a ocurrirme.

—Buenos días, señorita Daxton, es un gusto verla tan temprano —dice luego de salir de su confusión—. Normalmente Elise la espera quince minutos más tarde de esta hora, en este momento se encuentra arreglándose, pero Julia le avisará cuando pueda subir.

Tomo valor y digo lo que venía pensando decir—: No llegué tan temprano por la señorita Elise, fue por usted —al ver su ceño fruncido, decido aclarar—. No me malinterprete, su hija me dijo que hoy está usted de cumpleaños, y le he traído un regalo como muestra de gratitud por el empleo.

Respiro fuerte, y mi ojo izquierdo se nubla un poco, pero ya acostumbrada a la sensación de nerviosismo, la ignoro. Me acerco a paso vacilante hacia el señor Silver, y le tiendo mi regalo en silencio. Tarda en aceptarlo y lo toma en sus brazos como si fuera algo muy frágil, con mucho cuidado. Sus ojos vuelven a los míos luego de inspeccionar el exterior de la caja negra, escrutando mi rostro en busca de malicia.

Puesto que no consigue nada, dice con voz calma, dejando a un lado su seriedad habitual—: Muchas gracias, señorita Daxton, es el primer regalo que me dan hoy. Es usted muy amable.

—Evangeline —suelto de un impulso, mirándolo a los ojos fijamente, empujando las malas sensaciones y dandole la bienvenida a las verdaderas.

—¿Cómo? —pregunta confundido.

Y hasta yo misma estoy confundida, porque no pensaba decir nada al respecto.

—Llámeme Evangeline, señor Silver. No me gusta que me llamen de esa forma —respondo sonriendo con nerviosismo.

La Chica de la ventana hacia las estrellasWhere stories live. Discover now