El Plan

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Juliana finalmente había terminado las actividades que tenía programadas en el juzgado, así que salió de aquel lugar. Lo único que quería era olvidarse de todo y no saber del mundo, ahora que no tenía más trabajo en el cual distraerse, su mente regresaba a ese momento en el que vio como Valentina y esa mujer se estaban besando, seguía sin poder creer que la rubia que tanto amaba la hubiera lastimado de esa manera. 

Antes de encender el motor de su auto, sacó el celular de su bolso para ver si tenía alguna notificación importante, ya que tuvo que ponerlo en modo silencio para no verse interrumpida y al verlo, efectivamente, encontró que tenía llamadas perdidas de Valentina y mensajes de texto pidiéndole la oportunidad de explicarle las cosas. Juliana sintió como sus ojos se comenzaron a humedecer y sin realmente desearlo sus lagrimas corrieron con fluidez por sus mejillas, intentó dejar de llorar pero le resultaba inútil ya que no podía dejar de recrear ese momento en su mente. Sentada ahí sollozó unos cuantos minutos hasta que decidió que no le daría el gusto de derramar más lágrimas y se negaría a acceder a sus peticiones. Se secó las lagrimas y se dirigió al bar más cercano, en definitiva necesitaba un trago para poder sobrellevar dicha situación y lo que menos quería ella era llegar a casa. A ese lugar en el que había compartido con la ojiazul las últimas semanas

Todo el trayecto se la pasó pensando en que hacer, una parte de ella estaba dolida y enojada, no quería escucharla, solo quería ponerle fin a eso que apenas estaban iniciando pero otra parte de ella tenía mucho miedo de escuchar que todo había sido un juego para la rubia y que nunca sintió nada por ella porque de algo estaba segura y es que la amaba mucho y sabía que su sufrimiento sería muy grande si eso era cierto.

Aparcó a los pocos minutos frente a un bar, el ambiente se veía muy animado, todo lo contrario a como ella se sentía pero decidió ingresar al lugar de todos modos. Ella solo quería beber y olvidarse de todo por unas horas.

Al entrar quedó algo sorprendida, el lugar contaba con muy poca iluminación pero con muchos juegos de luces parpadeando por doquier, cosa que provocaba cegarla por momentos y apuradamente lograba ajustar su vista aunque eso realmente no le importaba. Después de unos minutos y de estar intentando esquivar al cúmulo de personas que se le atravesaban en su camino, finalmente llegó a donde quería y ese era la barra del bar.

Regularmente no bebía nada fuerte cuando se encontraba sola o manejaba, pero en esta ocasión pensaba que una copa no le haría daño a nadie

Se acomodó en un rincón y con un gesto con la mano llamó al barman. Un apuesto chico se acercó y le sonrió

-¿Qué le sirvo señorita?-

Juliana que se encontraba distraída sumida en sus pensamientos realmente no lo había escuchado, fue cuando le habló por segunda ocasión que reaccionó

-Perdón. ¿Qué has dicho?, estoy un poco distraída- dijo Juliana un poco avergonzada

-¿Se encuentra bien?, mire le ofrezco un vaso de whiskey, no falla cuando se trata de querer olvidar las penas-

-Por favor, sírvame uno. En verdad necesito ese trago-

El barman le sirvió la bebida lo más rápido que pudo e intentó iniciar una conversación con la morena.

-Es la primera vez que vienes por aquí, ¿cierto?-

-Sí, la verdad es que he tenido un pésimo día y necesitaba un trago, estaba cerca y decidí entrar-

-Ya veo, ¿puedo saber que te ocurre? Ya sé, eso es raro si tomamos en cuenta el hecho de que nos acabamos de conocer, pero dicen que los barman para eso estamos además de servir las bebidas- dijo bromeando

Una Segunda OportunidadWhere stories live. Discover now