Una sorpresa

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Ese sentimiento que uno alberga cuando estás enamorado es inexplicable. Sientes que tus días son más felices y tu ánimo no decae por pequeños obstáculos que se te presentan. Es más, sientes tanta felicidad que con el simple hecho de pensar en esa persona sonríes tanto que podrías iluminar todo a tu paso.

Y justo así se sentía Valentina, a pesar de que su día no había comenzado con el pie derecho, empezando por quedarse dormida y seguidamente por derramar su café en su blusa favorita rumbo al trabajo. Nada impedía que su estado de ánimo cambiara.

El recordar su fin de semana con Juliana la tenía más que feliz y saber que la vería en unos cuantos minutos la animaban más.  Cualquiera que la viera se daría cuanta que algo le sucedía. Ya que como nunca, entró saludando y dando palabras de aliento a todo aquel que se le atravesaba en su camino.

Lo primero que hizo fue dirigirse a la oficina de Juliana. Al abrirse las puertas del elevador la visualizó caminando de un lado a otro hablando por el celular. Pudo observar lo hermosa que se veía. No sabía si era debido a su actual estado pero estaba casi segura que la morena parecía un ángel.

Con paso lento y sin dejar de contemplarla se acercó, pudo notar cada detalle en su rostro, por ejemplo, la forma en que se le fruncía el ceño de manera de concentración. O la sonrisa que se le formaba por lo que le decían al teléfono.

Definitivamente Valentina estaba totalmente enamorada. Mirando en retrospectiva, jamás se hubiera imaginado que estaría en esa situación. Siempre pensó que el amor era un sentimiento para gente débil y es por eso que ella estaba feliz con el simple hecho de salir y pasarla bien con alguien. Sin compromisos ni ataduras.

Al llegar a Chicago, su principal objetivo era convertirse en la mejor abogada de la ciudad, llevándose a su paso a quien sea. Pero el trabajar a lado de Juliana le cambió la perspectiva de las cosas. Empezó a notar como la ojinegra se preocupaba por sus clientes, de lo entregada, lo inteligente y sobre todo lo hermosa que es.

Sabía que tendría que ser paciente con ella porque la morena había pasado por una pérdida muy repentina; pero estaba dispuesta a hacerla feliz nuevamente, porque de algo estaba segura y es que no pensaba rendirse.

La rubia se encontraba pérdida en sus pensamientos con una sonrisa tonta en su rostro. Juliana tenía unos cuantos minutos de haber colgado y se percató de la presencia de Valentina. Intentó llamar su atención con un saludo pero vio que la rubia no respondía.

Decidió acercarse a ella y le habló con un tono de voz dulce

~Hola Val, buen día ~

Sólo hasta ese momento la rubia salió de su ensoñación y le contestó el saludo

~Buen día Juls, perdón pero es que te ves muy hermosa. Y me tienes toda distraida~

La morena se sonrojo y río de forma nerviosa

~Gracias Val, pero tú no te quedas atrás. Aunque estoy segura que esa mancha no es parte del estampado de tu blusa~ dijo en tono de broma

~Ya ni me digas, me derrame el café encima y no me pude cambiar. Pero en mi oficina tengo una de remplazo. Te puedes ir poniendo comoda en lo que me cambio la blusa~

~No te preocupes, tu blusa podría estar toda manchada y aún así lucirías bien. Pero de acuerdo, voy contigo de una vez~

Una Segunda OportunidadWhere stories live. Discover now