No vive aquí

518 38 16
                                    

Louis y Clifford tomaban la siesta en la habitación así que Harry podría tener su entrevista tranquilo sin que a ninguno de los dos se le ocurriera interrumpirlo. Sin duda amaba a ese par pero en ocasiones eran un poco ruidosos, su pequeña familia ruidosa.

El día había iniciado tranquilo, tuvieron un poco de cariños matutinos antes de despertarse a desayunar y luego mientras preparaban el desayuno, el rizado había tomado el juguete de clifford para ponerlo en la lavadora, ya  que estaba echo una bola de mugre en lugar de un balón y la tarea de Louis antes de irse a dormir la siesta era sacarlo para que cuando clifford despertara lo encontrará y no hiciera un escándalo, el plan era bastante sencillo y nada podría salir mal.

Solo esperaba que en verdad el castaño no  hubiera olvidado sacar el peluche del cachorro de la lavadora tal y como el se lo había pedido o todo se complicaría demasiado, hace un par de años, después de que un nervioso Louis le contará que había adoptado para ambos un lindo perrito, Harry se había puesto aún más nervioso de conocerlo por qué los perros suelen ser muy intuitivos y odiar a ciertas personas sin motivo alguno, así que había buscado el regalo perfecto para intentar ganárselo, después de mucho buscar encontró un balón de peluche que le pareció lo más indicado por qué a los perros les gustan las pelotas y a su esposo le encanta el fútbol así que no hubo mucho que pensar, el día que conoció a cliff le obsequio el peluche que con tanto esmero había buscado y este lo termino recompensando con su cariño y eterna lealtad. Tanto tiempo después clifford aún conservaba el pequeño balón y era su juguete favorito, si desaparecía o era olvidado, simplemente el perro destruiría todo a su paso hasta encontrarlo, Harry y Louis lo había aprendido a de la manera difícil. Era una realidad que el can jamás viajaba sin su peluche y es por eso que también mantenían al juguete oculto de cualquier foto, ya que era con toda seguridad la mejor manera de localizar al cachorro, donde estuviera el pequeño balón de peluche no muy lejos estaba clifford y lo último que querían era a todo mundo ubicando a Clifford en medio de la casa de Harry en los angeles con solo ver la pelota en una foto cuando se supone que el tendría que estar en Londres, hasta el momento la técnica había funcionado.

El rizado sonrió imaginando el día de juegos que tendrían por delante una vez su entrevista telefónica terminará y los bellos durmientes despertarán de su sueño, la pandemia que azotaba al mundo en esos momentos era para ellos como un respiro de aire fresco por muy extraño que sonará, habían pasado los últimos años desde que la banda se había separado, viajando entre varios continentes y viéndose en la necesidad de estar separados por largos periodos de tiempo, con todas las fronteras cerradas habían pasado más tiempo en el mismo lugar del que hubieran podido incluso soñar y lo mejor es que habían podido comprobar que después de tantos años, mantenían esa juvenil emoción al estar juntos, cuando iniciaron su relación mucha gente decía que tenían la costumbre de querer estar juntos todo el tiempo por qué eran jóvenes, enamoradisos y hormonales pero que cuando maduraran no les apetecería si quiera verse,  pero toda esa gente se había podido tragar sus palabras por qué sus días de cuarenta eran increíbles estando con el otro.

Y también habían podido pasar más tiempo con clifford, siempre procuraban que estuviera alguno de los dos con el pero en ocasiones era imposible y tenían que recurrir a dejarlo con alguna de sus familias e incluso Eleanor mientras regresaban, ahora estaban siempre ambos para mimarlo y consentirlo. El ojiverde incluso había llegado a notar el parecido que tenía el cachorro con su esposo cosa que le parecía muy graciosa y es que no eran para nada parecidos físicamente por qué obviamente clifford era un perro y Louis un humano, pero sus personalidades eran tan parecidas que Harry a veces se preguntaba si esa compatibilidad era la que los había llevado a elegirse uno al otro o el cachorro había aprendido todo de su dueño, ambos eran siempre tan traviesos, ruidosos, enérgicos, eran la viva comprobación de que los perros se parecen a su dueño. Con todas estas cualidades que el cachorro tenía tan parecidas al ojiazul, Harry se daba cuenta que jamás tuvo otra alternativa que adorarlo.

La historia que escribimosWhere stories live. Discover now