Capítulo 3

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 El miércoles, Sungmin hizo malabares para repartirse entre sus horneados, las degustaciones, las reuniones y las sesiones de diseño. El frigorífico y el congelador estaban hasta los topes de rellenos, glaseados y coberturas debidamente etiquetados para confeccionar los pasteles y los postres de los actos del fin de semana siguiente. Y todavía le quedaban cosas por hacer.

Había encendido el televisor de la cocina para disfrutar, de fondo, de los chispeantes diálogos de Historias de Filadelfia mientras añadía, una a una, yemas de huevo a una mezcla de mantequilla y azúcar en un cuenco. En el tablón de la pared había pinchado los esbozos y las fotos de los diseños de la semana, y también una lista de las tareas pendientes.

Cada vez que terminaba de incorporar una yema, añadía una mezcla de harina y levadura tamizada tres veces que iba alternando con una medida de leche.

Estaba batiendo claras de huevo con una pizca de sal en un cuenco aparte cuando entró Wook.

—Estoy trabajando.

—Lo siento. Necesito unas galletas. Por favor, por favor, ¿puedes darme?

—¿No le quedan al señor Park?

—No son para comer. Quiero decir que no me las comeré. Las necesito para una sesión que tengo dentro de un par de horas. Se me ha ocurrido una idea y he pensado que las galletas funcionarían muy bien. Donghae me ha dejado unas flores.

Sungmin arqueó las cejas al ver la sonrisa suplicante que le dirigía Wook y añadió una cuarta parte de las claras montadas a la masa.

—¿Qué clase de galletas quieres?

—No lo sabré hasta que las vea. Siempre tienes galletas hechas. Resignado, Sungmin le hizo una seña con la cabeza.

—En el frigorífico. Anota lo que te llevas en el tablón de las existencias.

—¿Otro tablón? ¿Tienes un tablón para anotar las galletas? Sungmin incorporó las últimas claras a la masa.

—Nuestro mundo tiene ahora dos hombres. Con fama de comegalletas. Wook ladeó la cabeza e hizo un puchero.

—¿Le das galletas a JongWoon?

—Le habría dado mi amor y mi devoción si no hubieras llegado tú primero, colega. Por eso le doy galletas. Viene por aquí casi a diario desde que terminaron las clases y se puso a trabajar en su libro.

—Ya veo que no solo trabaja en su libro, sino que se dedica a comer galletas que luego no comparte conmigo en casa. Ah, estas de trocitos de chocolate... —anunció

Wook metiendo la cabeza hasta el fondo del refrigerador—. Grandes como un puño, tradicionales, el modelo perfecto para fotografiar. Me llevo media docena, bueno... siete, porque me voy a comer una ahora mismo.

Wook tomó una cajita de cartón mientras Sungmin vertía la masa en unos moldes que ya había dispuesto previamente.

—¿Quieres una? —Al ver que Sungmin sacudía la cabeza, Wook se encogió de hombros—. Nunca he entendido cómo puedes resistirte. La sesión de hoy es la de tu degustación.

—Muy bien. Tengo a los clientes en mi lista.

—Me encanta esta película. —Wook mordió una galleta y apartó la vista del televisor para fijarse en la tarea de su amigo—. ¿Y este diseño? No lo tengo catalogado.

Sungmin golpeó los moldes contra la encimera para evitar que se formaran burbujas en la masa.

—No aparece en el catálogo. —Colocó los moldes en el horno y accionó el minutero—. Es para la ayudante de Kyu. Ha terminado su baja de maternidad y van a obsequiarle con un pastel y unos cafés.

Sabor de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora