Capítulo 10

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 Kyu lanzó las llaves a un cuenco que a tal efecto tenía en el vestidor, puso el móvil a cargar y decidió que nadaría un poco antes de acostarse. Necesitaba practicar una actividad física que le hiciera olvidar su frustración sexual para poder conciliar el sueño. Se quitó la camisa y los zapatos y fue a la cocina a buscar un botellín de agua.

Esa espera era lo más indicado. Sungmin ocupaba un lugar demasiado importante, y complejo, en su vida para forzar la situación.

No era tan solo un joven interesante y atractivo. Era Sungmin. Un Sungmin Lee duro y divertido, listo y tenaz. Tenía muchas de las cualidades que más admiraba en un doncel, y todas ellas arropadas por un cuerpo impresionante.

Durante todos esos años había considerado que ese cuerpo estaba fuera de su alcance, y ahora que el... que él... que los dos se habían saltado las prohibiciones, lo deseaba más de lo que nunca hubiera imaginado.

Ese deseo añadía un nuevo aliciente a la espera.

Kyu era partidario de actuar siguiendo sus impulsos, salvo cuando se trataba de alguien tan importante para él como Sungmin, en todas sus facetas. Despacio y con sensatez, se dijo. Su relación funcionaba, ¿no? En el poco tiempo que hacía que salían juntos, estaban descubriendo facetas el uno del otro que nunca habían abordado en todos aquellos años de amistad.

Se irían juntos de vacaciones, como cada verano... pero con un enfoque radicalmente distinto, bajo una nueva luz. Esta clase de cosas eran las que requerían práctica antes de dar el siguiente paso.

Lo consideraba justo, y sabría estar a la altura.

¿Cuándo terminaría ese mes? No veía el momento.

«A nadar», se ordenó a sí mismo, y en ese instante oyó que alguien aporreaba la puerta principal y que el timbre sonaba con insistencia. Fue corriendo a abrir.

Cuando vio a Sungmin sin aliento, con los ojos desorbitados y sofocado, notó que el pánico le atenazaba el estómago.

—¿Ha habido un accidente? Heechul... —Kyu lo agarró para comprobar que no estuviera herido mientras su mente se ponía en marcha—. Llama a una ambulancia, yo iré...

—No, no ha habido ningún accidente. No pasa nada. Todos están bien. — Sungmin sacudió las manos y procuró respirar hondo—. Te diré lo que pasa. Hoy no cuenta, porque de hecho ya es mañana, o sea que no vale. El primer día tampoco, porque es el primero.

—¿Qué? ¿Estás bien? ¿Dónde están todos? ¿Qué ha pasado?

—Nada. He vuelto. —Sungmin levantó una mano para tranquilizarlo y se pasó la otra por el pelo—. En realidad es una cuestión matemática, e influye que hoy sea mañana, porque ya es más de medianoche. Así están las cosas. Además, los fines de semana no cuentan. ¿Quién cuenta los fines de semana? Nadie. Cinco días laborables, te lo dirá cualquiera.

Kyu pasó del pánico al asombro.

—¿De qué estás hablando?

—De lo nuestro. Escúchame bien —dijo Sungmin presionándole el brazo con un dedo—. Tú sígueme.

—Te seguiría si... supiera de qué demonios estás hablando.

—Tú escucha, ¿vale? —Sungmin empezó a quitarse las sandalias que se había calzado después del partido, pero se detuvo—. La cosa funciona de la siguiente manera: quitas el primer día y el día de hoy, y también los fines de semana. Eso hace un total de diez días, que en realidad mucha gente consideraría que son dos semanas. —Sungmin hablaba por los codos sin dejar de gesticular—. Por otro lado, creo que hay que olvidar el concepto de darnos un plazo de treinta días cuando en realidad te referías a un mes. Eso son cuatro semanas. Veintiocho días... que son siete por cuatro. Son matemáticas básicas. Si quitas las dos semanas que no cuentan a causa de los fines de semana y de lo demás, en realidad la fecha ya ha pasado.

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