Problemas de viejos conocidos

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El profesor alto y de rostro sombrío se apresuró a guiar a Hakuji por los pasillos, alejándose rápidamente sin esperar a la profesora ni al gemelo de cabellos rosas, a pesar de tener que ir por el mismo camino. La profesora Kanae soltó una risa divertida ante aquello.

— Si que le diste problemas al profesor Kyogai. — dijo con voz tranquila, cantarina incluso. — Pero por favor no lo vuelvas a hacer.

Akaza aún no se sentía cómodo en aquel ambiente tan... distinto, por lo que lo único que salió de él fue un gruñido bajo que pretendía ser una disculpa. La joven maestra solo pensó que era un chico interesante. El camino fue en silencio, solo roto por el ruido de las pisadas de ambos y uno que otro comentario de la docente mientras presentaba los puntos importantes del instituto, aprovechando que pasaban por ahí. Hasta que llegaron al tercer piso del gran edificio central.

— Bueno, hemos llegado. Espero hayas memorizado todo el camino hasta acá. — le dijo antes de golpear con el índice su nariz. — Espera aquí hasta que te presente.

Kanae entró al aula, y nada más verla, los alumnos del tercero C se mostraron eufóricos con su presencia.

— ¡Profesora Kocho! — exclamaron encantados.

El pelirrosa levantó una ceja con curiosidad, sin entender del todo aquella reacción. Mientras esperaba que se le otorgará el permiso para pasar miró alrededor, buscando en los salones aledaños a su hermano, sin embargo parecía estar completamente solo.

— ¡De acuerdo, de acuerdo! Guarden silencio por favor. — pidió levantando un poco la voz al ver a los hiperactivos chicos tan felices por ella. — Hay un anuncio que debo de hacer.

— ¿Será nuestra tutora? — preguntó uno, seguido de un coro de vítores.

Akaza miró hacia arriba, pensando en que quizás se equivocó de escuela y había llegado a una guardería. En ninguna de sus anteriores escuelas los alumnos habían sido así de ruidosos.

— ¡Chicos! — volvió a exclamar. — No me hagan enojar, presten atención. — y de inmediato hubo silencio. — Gracias. En realidad quería presentarles a su nuevo compañero. ¡Pasa por favor!

Él suspiró al escuchar el estallido de murmullos y cuchicheos. ¿De verdad tenía que lidiar con eso mientras pretendía que no quería golpearlos a todos? Sin más opción entró al aula con paso firme y lo más rápido que pudo. Quería acabar con esa tortura llamada "presentación" ya. Llegó hasta estar frente a todos y esperó los acostumbrados juicios hacía su persona debido a su inusual apariencia. Fue entonces que un jadeo mucho más exagerado y sonoro que todos los demás llamó su atención.

Y al notar de quién provenía maldijo de nuevo a su mala suerte.

En el último asiento de la fila de enmedio, usando una falda descaradamente corta y el cabello blanco suelto, estaba un rostro horriblemente maquillado y familiar que lo hizo apretar los puños. Aquella chica se inclinó hacia su derecha, sin disimular siquiera, y cuchicheo con una persona alta, encorvada, esquelética y familiar también. Claro, era lógico que aquella niña berrinchuda no estuviera lejos de su hermano.

"Ugh, la bruja y su perro guardián" pensó.

— ¿Podrías anotar tu nombre y presentarte? — le pidió la profesora Kocho.

El pelirrosa frunció el ceño al tener que despegar sus ojos de los duros de Daki y los agresivos de Gyutaro, sin embargo no tenía opción. Les dió la espalda y escribió su nombre lo más rápido posible antes de volver a encararlos. La chica le sonrió divertida y levantó una ceja juguetona, esperando que hablara.

— Mi nombre es Soyama Akaza, gusto en conocerlos. — dijo repitiendo las mismas palabras que había ensayado desde su niñez.

— Háblanos un poco de ti, Soyama. Como por ejemplo... ¿Cuáles son tus pasatiempos?

Rewrite the starsWhere stories live. Discover now