Capitulo 11

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Maldita la forma en que la deseaba. Ahora.

Aquí.

¿A quién le importaba si no había cama y su intimidad era dudosa? Su pequeña gatita había hecho el primer movimiento. Se había sentado en su regazo como si perteneciera ahí, lo cual hacía.

A pesar de su inocencia, y sus métodos, ella parecía dispuesta a hacer que el matrimonio fuera real.

Ella aceptó y le quería.

¿O era sólo una estratagema?

La sospecha era una bestia fea. Contaminaba la más inocente de las acciones con la duda. Sasuke había tratado muchas veces en su vida con personas que mentían, y mentían bien. Quería creer en la candidez de sus acciones y de su mirada, pero que pasaba si ella lo engañaba. Después de todo, su gemela había estado rotundamente opuesta a la unión, una buena cosa también.

Ahora podía ver cuán erróneamente eran el uno para el otro. Pero eso no significaba que Sakura sintiera lo mismo. Sus palabras y acciones parecían indicar lo contrario, ¿o estaba él dejando que su propia esperanza y atracción por ella nublase su juicio?

No estoy equivocado.

Simplemente no estaba permitido. Si dejaba que las dudas se filtraran en él ahora, él siempre se lo preguntaría, y Sasuke no era alguien que viviera con ese tipo de incertidumbre sobre su espalda.

Él confiaba en que su pequeña gatita quería que este matrimonio funcionase, sobre todo porque, aparte de unas pocas palabras –en realidad una protesta simbólica– no había hecho nada todavía por luchar contra ello.

El estruendo y la sacudida del avión cuando luchó contra las corrientes de aire viciosas demostraba ser calmante sobre todo porque, ahora en territorio ruso, él sintió gran parte de la tensión que lo había seguido cuando escapó de los Estados Unidos con su premio.

Él bostezó y sonrió cuando notó a Sakura tratando de ocultar la tensión de su mandíbula detrás de una mano. Tal vez una breve siesta bastaría para recuperar control antes de aterrizar y comenzar la tarea de cortejar a su esposa.

El estallido en sus oídos lo despertó. Debían de haber comenzado su descenso, excepto, que cuando el miro detenidamente por la ventana, en lugar de los familiares ranchos y las vías de carreteras que esperaba ver, terrenos montañosos y cimas forestales gruesas, espolvoreadas en blanco, lo saludaron.

Esto no es correcto. Había volado esta ruta demasiadas veces como para pensar que esto era normal. ¿Su piloto se había desviado de su curso?

Se desabrochó el cinturón de la cintura y se puso en pie como Sakura, con su voz espesa por el sueño, ella preguntó:

—¿Ya llegamos? —

—Pronto, pequeña gatita. Debo hablar con el piloto un momento. Descansa un poco más. —

Dejó que sus dedos de deslizaran por su mejilla al pasar, y sus pestañas se agitaron para hacerle cosquillas a la parte superior de las mejillas. Ella no se inmutó ante su contacto. Por el contrario, una pequeña sonrisa curvó sus labios.

Le hubiera encantado pasar un momento con ella, sobre todo con ella tan suave y deseable. Sin embargo, la sensación de que algo no estaba bien le molestaba.

Al llegar a la puerta de la cabina, tiró de la manija, sólo para encontrarla cerrada. Que extraño. Yamato y Kakashi generalmente nunca se bloqueaban.

Un golpe seco en la puerta no arrojo ningún resultado. Frunció el ceño y golpeó de nuevo.

Aún no había respuesta, lo cual no era un buen augurio.

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