Capitulo 9

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Cualquier otro hombre podría haber aceptado la oferta. Su pequeña gatita sin duda lo tentaba con sus cabellos en desorden, el moño, con todo el abuso que había recibido, un desastre. No estaba vestida exactamente con ropa de sirena, dado que había sido vestida –por una mujer miembro del personal del hotel– con algo práctico que la cubriera y fuera su ropa de boda. Sin embargo, los holgados pantalones deportivos y la sudadera, aunque no eran atractivos, no afectaron a su belleza.

Y ella lo invitaba con los brazos y los ojos bien abiertos, ignorando el hecho de que el sofá se inclinaba hacia el lado roto se asentaba sobre el suelo.

Ella lo deseaba. Así que ¿por qué dudar?

—¿Estás tratando de conseguir que me acerque para que puedas tratar de lesionar mis órganos? — Su hermana disfrutó de usar esa estratagema y luego se burlo de él con terribles amenazas de que si él le decía a su madre, ella iba a probar que era un marica.

Los hermanos se esfumaron. Sakura sacudió la cabeza. —Yo no haría eso. —

—¿Esperas golpearme hasta dejarme inconsciente para poder huir? —

—De alguna manera, dudo que tenga nada lo suficientemente sólido como para lograr eso. —Cierto, tenía una cabeza dura.

—Entonces ¿cuál es tu truco? —

Otro truco que ella actualmente desplego, la cabeza inclinada hacia abajo, el torso en una depresión extraña. Era extrañamente adorable.

—Sólo quería abrazarte. No es gran cosa. Estamos casados, ¿verdad? —

Ella se encogió de hombros. Al menos ella hizo rodar sus hombros, lo que hizo que ella se escurriera entre los cojines inclinados y cayera al suelo. Pero se recuperó rápidamente y se sentó con una pierna extendida y la otra doblada, apoyándose hacia tras en sus brazos, empujando su pecho hacia fuera tentadoramente.

Los gatos siempre tenían una capacidad asombrosa para hacer que incluso el gesto más torpe pareciera intencional.

—Sí, estamos casados. —

—Exactamente, lo que significa que debemos consumarlo, tonto. Por lo general, esto requiere dos de nosotros, en proximidad cercana. —

Sasuke frunció el ceño. —¿No vas a discutir? —

—¿Importaría? —

—Bueno, no, pero aún así, deberías estar enojada. — Él había crecido rodeado de mujeres que no necesitaban mucho para dejar su temperamento suelto.

—¿Enojada porque te casaste conmigo? Realmente no. Y confía en mí, me sorprende tanto como a ti. —

Ella decía la verdad. Él no detectó ninguna irritación por parte de ella, y no tenía sentido. Cualquier otra mujer habría estado lanzándole algo y gritando. Fue por eso que él traslado las cosas de valor abajo y las puso bajo llave. Por supuesto, al ver un jarrón de valor incalculable enfrente de él, pegado a la pequeña mesa en la que estaba, no era necesariamente una mejora.

Él decidió probar las aguas porque ella debería estar tratando de estrangularlo con su propia corbata.

—¿Así que no estás molesta en absoluto porque yo te secuestrara y me casara contigo? —

Ella sacudió su cabeza.

¿Por qué estoy dudando? ¿No pedí una compañera dócil? Allí estaba ella, lista y dispuesta, excepto que él no lo estaba.

¿Cómo diablos hizo eso?

Se dirigió de nuevo a por la botella de brandy.

Es curioso cómo su negativa pareció encender un poco su ira.

Tiger's BrideWhere stories live. Discover now