La espada y la pared.

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—Vamos tienes que ir a tu casa a cambiarte y curarte todo eso.— dijo Fabiola señalando mi cara.

Asentí. No podía esconderme, tenía que enfrentar la realidad así sea muy fuerte como para enfrentarla.

Nos paramos del césped y nos dirigimos donde estaba el auto, ella había venido en su auto. Nos fuimos de ahí.

Ella se fue adelante y yo estaba detrás de ella. Suspire. ¿Cómo se supone que voy a verle la cara a todos sin llorar? ¿Cómo se supone que enfrentaría mis problemas? ¿Cómo?.

En estos momentos necesitó a mi hermano, el era mi madre y mi padre desde que me quede sin ellos, mi consejero y mi mejor amigo. Pero el me mintió y eso si dolió.

Habíamos llegado, entré a mi casa para poder encontrarme con todos. Sus miradas preocupadas y llenas de pena se dirigieron a mi. Pero el no estaba ahí.

—Ayleen.— dijo Priscilla acercándose a mi. La interrumpí.

—Necesito en serio que me den un tiempo...— dije sin mas.— no estoy en condiciones de hablar o discutir todo lo que pase.— todos asintieron.

Les brinde una pequeña sonrisa a todos y me dirigí a mi habitación. Sentía unos pasos detrás mío, voltee y era Fabiola.

Entre a mi habitación y una parte de mi deseo verlo allí, pero esa parte desaparece cuando me doy cuenta de que no esta ahí, me di una cachetada mentalmente por haber tenido aquel deseo. Por su culpa estoy en estas condiciones.

Fabiola cierra la puerta detrás de ella, pero entra Irene.

—No te dejare pasar esta situación sola— dice ella cerrando la puerta y se acerca a mi tomando mi mano— nunca me dejaste a un lado y yo no puedo hacerte eso ahora.— trate de sonreír y ella me abrazo. Asentí cuando me separe.

Me dirigí a el baño, me veía horrible. Mi pómulo estaba hinchado y tenía un corte no tan profundo, pero había sangre seca. Mi labio estaba partido en la parte inferior y mi frente tenia un hinchado color morado junto con verde.

Me desnudé, y me mire al espejo, Fabiola e Irene me estaban preparando la bañera para poder tomar un baño relajante, o al menos eso esperaba.

Mire mi brazo y tenia sangre, unas grandes manos se marcaban de color morado en mi brazo, mis muñecas estaban muy lastimadas, y sentía dolor en ellas. Y muchos mas morados abundaban en mi cuerpo.

—Ya esta lista.— dijo Fabiola a mi lado, la mire a través del espejo. Ellas se percataron de mis golpes en mi cuerpo y me miraron preocupada, pero no hablaron nada sobre ellos.

Me adentre a la bañera y me recosté lentamente. Fabiola comenzó a lavar mis heridas, mientras que Irene con cuidado lavaba mi cabeza.

Gemía del dolor de vez en cuando y ellas susurraban un lo siento.

—Se que no quieres hablar de nada...— comenzó a hablar Irene terminando de lavar mi cabello— pero ¿que harás luego de esto?.— termino de hablar, suspiré.

—Realmente no se— dije sinceramente, Fabiola había terminado y se había ido a comprar algo de comer.— seguir adelante supongo...

—¿Que harás con Jaden? El esta muy mal...— musitó y suspiré.

—No lo se Irene...— ella me paso una toalla y con cuidado me la coloqué— es muy difícil todo esto.— dije en un susurró.

Ella puso sus manos en mis hombros.

—Cual sea tu decisión estoy aquí para lo que sea Ayleen.— dije ella y sonreí, Fabiola entro al baño y luego me miro. Salí del baño y luego me coloqué ropa.

Fabiola había llegado con comida china, comenzamos a comer, ellas me sacaron una que otra sonrisa o risa.

Mi puerta se abrió dejando ver a mi hermano.

—¿Podemos hablar?.— preguntó el en un susurró mirándome, mire a las chicas y luego a el. Asentí.

Fabiola me dedico una mirada y luego salió junto a Irene, dejándome sola con Jaden.

El silencio abundo en mi habitación, no sabía que decir y al parecer el tampoco.

—Lo siento, es lo primero.— dijo luego de unos largos segundos.

—Eso ya lo había oído.— suspire mirándolo.

—Déjame hablar ¿si?.— suspiro el y yo asentí— Se que hicimos mal al no decirte o al menos avisártelo, pero realmente no quería que te hicieran este tipo de daño Ayleen...— su voz se quebró al final.— no se suponía que esto pasará.

—Confiaba en ti, Jaden.— dije luego de un rato.

—Lo se, y no quiero que esa confianza se quiebre, eres lo mas preciado que tengo en la vida.— dijo mirándome justamente a los ojos, los de el estaban rojos y aguados.

La débil Ayleen apareció y lo abracé, después de todo el seguía siendo mi hermano.

—Lo siento tanto Ayleen...— dijo en un sollozó, nunca había visto a Jaden de esta manera, solo en el funeral de mis padres.

El me correspondió el abrazo fuertemente. Llore junte a el. Luego me separe.

—No mas secretos.— dije seria señalándolo.

—No mas secretos.— repitió sonriendo, imite su acción.

—Ya deja de llorar pareces una niña.— dije con gracia secando sus lagrimas.

—Estupida.— respondió riendo.

—Igual que tu.— reí también.

Luego de secarnos las estupidas lagrimas y terminar de reír, el hablo.

—Deberías hablar con Colton.— tragué saliva.— Nada de esto es su culpa.

Hice una mueca.

—Bueno un poco, pero tu sabes a lo que me refiero.— reí, y luego pensé.

¿Realmente valía la pena? Literalmente me mintió otra vez. No sabía que hacer, no quiero volver a pasar algo así, pero tampoco quería dejarlo.

Estaba entre la espada y la pared.

Idiota, te amo. Where stories live. Discover now