Si ha cambiado.

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Estaba ya lista para que Colton viniera por mi, le explique a Jake que estaba pasando conmigo y Colton y el dijo que solo tuviese cuidado. Irene y Jaden estaban haciendo sus cosas mientras yo esperaba en la sala.

Un claxon se hizo oír y yo me pare a ver por la ventana; era Colton.

—¡Me voy!.— grité y ellos me respondieron con un "cuídate y adios", salí de la casa y me dirigí a su auto.

—¿Estas lista?.— dijo con una estúpida sonrisa.

Lo fulmine con la mirada y mire hacia delante. El río y aceleró el auto.

El camino iba tranquilo, uno que otro comentario de Colton o mio sobre los carros o casas.

—¿A donde me estas llevando?.— pregunté cuando me di cuenta que estábamos ya muy lejos.

—Ya veras.

—Si me matas, Jaden e Irene saben que estoy contigo.— dije riendo.

—No te voy a matar Ayleen.— el rio y yo sonreí.

—Solo decía.— el rodó los ojos.— ¿puedo hacerte una pregunta?.— el asintió mirándome de reojo.— ¿De donde conoces a Jake?.

El se movió incomodo en su asiento.

—El tuvo una pelea con mi padre.— dijo normal.

—¿Por qué?.

—Cosas de hombres.— encogió sus hombros.

—¿Donde estas tu padre ahora?.

—Bajo tierra.— dijo seco. Trague saliva. Su expresión en la cara no demostraba ni tristeza, ni felicidad, ni enojo, nada... no sabía si preguntar, pero finalmente lo hice.

—¿Como murió?.— me atreví a preguntar.

—El no llevaba una buena vida.— Colton duro unos segundos para responderme, pero finalmente lo hizo.

—Ahh...— susurré— sabes mi padre no llevaba una mala vida, pero entiendo tu dolor.

—No me duele para nada.— dijo neutro, fruncí el ceño— hace mucho no siento dolor.— susurró.

Me quedé callada, puesto a que no quería hablar mas de nuestro padres. Ahora íbamos en un silencio incómodo.

—Llegamos.— susurró luego de unos minutos estacionándose. Estábamos en una playa.

—Wow...— dije bajando del carro. El airé fresco entro por mis poros y mis fosas nasales haciéndome sentir bien.

El se acerco a mi y me ofreció su mano, la tomé y caminamos en en silencio. Era de noche así que las estrellas estaban relucientes en el cielo.

Caminamos por par de minutos hasta que doblamos hacía la izquierda y me encontré con una sorpresa.

Un arco de flores rosas y blancas adornaba la mesa blanca con dos platos y dos copas.

—¿Que se supone que es esto?.— dije volteando para verlo y el sonrío.

—Una cena.— dijo riendo, ayudo a sentarme y luego se sentó.

Idiota, te amo. Where stories live. Discover now