Capítulo Doce

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Capítulo Doce.

Stratford-upon-Avon / /Inglaterra

Rhett.

14 años antes...

El viento soplaba temprano en la mañana, una extraña sensación recorría al pequeño pueblo, aquel que vio nacer al más grande de los poetas.

La casa en la esquina sur, amanecía como cada viernes. Sola, triste, apagada y escondiendo aquello que lastimaría al más joven corazón. Ninguna mamá debería dañar a su pequeño, a su hijo, a su todo... ¿Pero ¿qué pasa cuando la parte más traicionera de tu ser, te hace olvidar aquello que más amas, aquello que debías proteger? ¿La mente es más fuerte que el corazón? Un cuerpo, tres personalidades, una sola víctima.

El rechinar de la puerta al abrirse, alertó a las aves que el más terrible de los crímenes estaría por cometerse. Una mujer delgada, con estatura mediana y cabellera cobriza se asomó detrás de ella, para que minutos después un pequeño niño castaño y de ojos azules saliera siguiendo a la adulta. La alegría era visible en su rostro, es más, ¿Quién no lo estaría si su madre lo despierta en su cumpleaños ofreciéndole una sorpresa?

-Mami, mami ¿A dónde vamos? -preguntó sonriente, pues la inocencia nunca deja reconocer el peor de los crímenes.

Las voces constantes se empezaron a remolinar en la atormentada mente de la mujer. "No lo hagas" susurró la segunda, "Es tu hijo" suplicó. "Tú no eres ella. Ella está muerta. Gritó.

"Es mi bebe, no. El no. Por favor" pidió la primera incapaz de controlarse a sí misma.

"Estúpidas, su corazón debe dejar de latir" determinó siniestramente la tercera, imaginando como acabaría con la vida de su propia sangre.

El niño observó cómo su madre no le respondía, solamente murmuraba para sí misma. Pequeños espasmos involuntarios sacudían el cuerpo de su progenitora, mientras que la oscuridad en sus ojos se extendía.

No era la primera vez que la veía así, pues cuando su padre aún vivía presenció dos situaciones similares. Cada vez que ocurría, su mamá se iba y llegaba ella.

-¿Mami? -inquirió el pequeño asustado. La cara de la adulta giro hacia él y un pequeño escalofrió recorrió su columna vertebral. La curvatura de sus labios se inclinó, mostrando la escena más perversa que jamás había visto. Nunca le había regalado una sonrisa así...

Ninguno volvió hablar en el resto del camino, pues la mujer jaloneaba a su hijo hacía las ruinas abandonadas. Cada vez que se acercaban más al sitio, la madre sujetaba más fuerte la mano del niño, apresurando sus pasos.

Lo hizo subir agitadamente las escaleras, ya casi llegando al final de la misma, una risa sarcástica brotó dentro de sus labios.

Ya casi, pensó.

-¿Alguna vez has imaginado como te gustaría morir? -susurró ubicándolo al lado de la barandilla dañada.

El pequeño niño levantó la vista, observando cómo su madre reía. Lástima que en ese momento él no entendía que ahí no se encontraba ella.

La mujer espero por una respuesta a lo que él niño solo negó mientras sus ojos se cristalizaban. No le gustaban esas preguntas, no sabía muy bien ese significado, pero desde que su padre se fue, aprendió el concepto de la palabra muerte.

Dolor, soledad, tristeza y sobre todo... no volver a verlo más.

-¿Por qué no respondes? No tengas miedo, no se pierde nada -río- ¿Qué se sentirá caer desde está altura, muñequito? -habló hacía su pequeño compañero, aquél que empezaba a sollozar y temblar.

Cuando cae la lluvia © Tomo I [Completa ✔️]Where stories live. Discover now