Capítulo Cuatro

184 15 11
                                    

Capítulo Cuatro.

Londres// Inglaterra

3:05 am

Hope, 7 años de edad

Observo mi cuerpo en el espejo, una pequeña niña de ondulado cabello marrón rojizo con grandes ojos llenos de ilusión, me devuelve el reflejo. La mañana esta fría y grandes copos caen por las calles, mientras que los automóviles y las casas son arropados por un manto en forma de velo, gracias a la nevada que azota a la ciudad. Apresuro mis manos en busca de obtener un perfecto amarrado en mis botas, las cuales me permitirán disfrutar todo el día afuera con Aiden.

Bajo las escaleras de dos en dos, casi en el último tramo, el olor de lo que debe ser chocolate caliente inunda ms fosas nasales, noto al llegar a la cocina que no me he equivocado, suspiro por la escena que se desarrolla delante de mis ojos; un niño de mi misma edad con grandes mejillas sonrosadas, me sonríe y el color gris de sus ojos choca con el mío, avanzo y una risa sale de mi al notar los bigotes que se le formaron.

Mantengo mi mirada fija en él, niega antes de correr hacia mí y sin pensarlo me refugio en sus brazos, en aquellos donde siempre me he sentido a salvo, coloco mi cabeza en el hueco de su cuello y respiro en paz.

—¿Cómo amaneció mi princesa? —susurró soltándome y depositando un cálido beso en mi frente.

—Más hermosa que nunca hermanito ¿No ves? —respondí tras dar una pequeña vuelta mostrando el hermoso cubredor que llevo puesto.

—Algún día la gran modestia de tu melliza terminara por aplastarte Aiden—respondió mi tía notando nuestro pequeño intercambio de palabras, se acercó y nos rodeo en un mismo abrazo.

Ambos sonreímos y luego de tomar un poco de cocoa y darle un último abrazo a nuestra tía, fui arrastrada por la mano de mi hermano lejos de casa. Desde que tenemos uso de razón, cada invierno es una invitación clara a pasar el día jugando, haciendo ángeles y corriendo por el bosque, sé que es su estación favorita y la mía también solo por lo mucho que ríe, y eso siempre será música para mis oídos.

Su felicidad siempre será la mía, su dolor siempre será el mío y su miedo es mi miedo. Siempre será así.

Luego de dos horas corriendo, dos intentos de muñeco de nieve y muchos ángeles, decidimos jugar la última tradición antes de volver a casa, escondidas en el bosque.

—Prométeme que si me pierdo me vas a buscar, promételo —susurro nerviosa.

—Lo hare pequeña, lo hare. Nunca podría alejarme de tí, es imposible —Me asegura antes de empezar a correr mientras yo empiezo a contar.

No importa el miedo que tenga, o la circunstancia que esté pasando, la figura de mi mellizo es un recordatorio seguro de que, sin importar lo grave que sea, él nunca me dejará.

—18,19 y 20. ¡Listo o no, allá voy piojoso! —Gritó antes de empezar la cacería, acostumbro a decirle así porque sé cuánto le molesta.

Pasan los minutos y empiezo a temer, al no ver al niño de cabello ondulado revoleteando a mi alrededor, me digo una y otra vez que todo está bien y que  nada sucede.

—Aiden, sal ya. Esto no es gracioso —impongo mientras chapaleo en un pequeño charco de agua helada.

—Aiden, vale ya —Susurro— Ven no quiero estar sin ti —grito, pero no hay respuesta.

Mi vista se nubla y algunos espasmos sacuden mi cuerpo. Lleva mucho tiempo lejos, Aiden… el…

No pasa mucho antes que unos brazos bastante conocidos me rodeen y mi espalda este contra su pecho.

—Perdón princesa, no quise hacerte llorar. Me entretuve, pero nito está aquí y no irá jamás a un lugar sin tí ¿lo sabes, no?

Lo sabía, pero ese fue mi error, él me siguió y se fue para no volver más.

***

Me incorporo de golpe y los pequeños sollozos que me sacuden, me hacen consciente de que tuve otro sueño, otro recuerdo, que al final no es más que una pesadilla, él no volvió, él jamás regreso y ese siempre será mi problema. Paso una mano por mi rostro secando las lágrimas que empapan mis mejillas, intento cerrar nuevamente mis párpados, sin embargo el grito ahogado que sale de mi compañero de cuarto, me alarma.

Visualizo su cuerpo sacudirse en el sofá y aunque no es mi persona favorita, no puedo dejarlo en sus pesadillas. No cuando yo conozco los crueles que pueden llegar a ser.

Me incorporo de prisa y camino en silencio hasta estar a su lado, su ceño esta fruncido y la expresión de agonía que refleja, me incomoda, murmura cosas extrañas como “No lo hagas, mamá, yo te amo” y aunque quiero que me dé igual, no lo hace.

Me duele su sufrimiento y no saber el motivo, me incomoda. Me arrodillo y con mis dedos, retiro algunos mechones mojados de su frente.

—Rhett, Rhett —pronunció tocando su hombro y noto lo caliente que esta su piel, la mueca de dolor que se mantiene en sus facciones hace que mis ojos escuecen, solloza como niño pequeño, como aquel que busca a su madre, solo que él parece no encontrarla jamás. Vuelvo a moverlo, espero, y…

No despierta, no obstante mi pequeño movimiento lo hizo salir de su miedo, o eso parece, ya que al menos su cara ya no esta, tan triste, ni sigue con sus quejidos, eso me alegra, a pesar de ser como es, tiene monstruos que lo atormentan y me gusto ser su heroína hoy, me gusto sacarlo de sus temores y que su rostro se relajara y formara esa sonrisa en sueños. Nadie sabe cómo necesitamos a alguien que nos traiga color a esta gris realidad, nadie tanto como yo.

Tomo la frazada que está a sus pies y lo arropo, ojalá duerma toda la noche.

Decido no volver a la cama y salir al balcón con uno de mis libros. Sera bueno escapar de la realidad un rato y perderme en el orgullo y prejuicio de Darcy y Elizabeth. Quizás muchos jóvenes pensaran que es extraño que una obra de otro siglo me parezca tan valiosa, pero supongo que no todos apreciamos lo importante y por eso el mundo es un lugar tan frio y vacío, vemos caras, pero no corazones, vemos intenciones, pero no emociones.

Nos estamos perdiendo y nadie se ha dado cuenta, en algún punto será demasiado tarde para pensar en un futuro.

He ahí donde pienso, medito… ¿Nací en el siglo equivocado por añorar algo que no conozco, pero que me ha cautivado?

***

Despierto sobresaltada con el sonido que emite mi celular, la neblina que aporta el sueño me abandona y gruño de frustración. Quiero seguir descansando, lo necesito, sin embargo, eso ya no será posible.

Estiro mi brazo aún con los ojos cerrados y tanteo en la repisa hasta que logro tomarlo, sin ver quién es, deslizo el dedo por la pantalla para atender.

—No sé quién eres, pero me has despertado —Me quejo— Así que tienes 3 segundos para explicarte… ¿Qué quieres? —Reclamo y escucho una risita del otro lado.

Una muy familiar.

—Si sabes que ya pasa del medio día… ¿Verdad? —Responden con sorna, y no me equivoco, conozco a la perfección ese tono.

Llevo 16 años escuchándolo.

—No me interesa, lo sabes, ahora por tu culpa ya no podre dormir —Gruño.
Contesta inhalando descaradamente, cosa que me molesta.

Ella lo sabe.

—Déjame adivinar —dice y aunque no la veo, estoy segura que finge estar pensando. Intenta continuar su propia broma, pero termina riendo. Típico —Estabas teniendo un sueño erótico con algún sexy actor baja bragas —Suspira.

Ruedo los ojos.

Como si yo fuera ella.

—Mmmh, si ajam—Aseguro irónicamente— Aunque eso es más común en cierta rubia que se apellida Wilson.

Ella es de sueños, yo soy de acción.

—Auchhh —Exclama— Directo a mi frio corazón, aunque...—piensa— lástima que ya no tengo —Asegura y trato de omitir el pinchazo en mi pecho— En fin, ojalá fueras soñado con ese caliente modelo y actor londinense del cuál siempre te hablo, esta para morirse y mira que yo no lo comparto con nadie, pero...—ríe— como eres mi mejor amiga, hare una excepción por ti.

Lo intenta, pero sé que, aunque trata de bromear. Aún le duele.

Suspiro sin que ella lo note y decido seguirle el juego.

—Déjame adivinar…—Ataco— soñaste que tenías hijos con él.

La línea se queda en silencio y pasan algunos segundos antes de que vuelva hablar.

—Eso no importa —Dice y suena más dura de lo que pretende— solo hubo alguien con él que hubiera tenido hijos y no se pudo.

Mi hermano.

—Solo él fuera tenido hijos contigo, Aurora, lo sabes.

La línea vuelve a quedarse en silencio, pasan algunos minutos, para que su voz vuelva a sonar.

—Lo sé.

—Si…—Me callo, ojala ella fuera quedado embarazada. Ese niño o niña, fuera sido nuestra salvación.

—¿Sabes? —Inquiere luego de un rato— a veces pienso que si los tuvimos, pero que se fueron con él o viven en Saturno…

—Aurora…

—Fue por eso, se fue con su papá porque yo iba a ser mala mamá —Asegura y me duele que suene tan decidida.

No entiendo.

—Amiga, ustedes no…

—Ya Hope —Me corta— Cambiemos de tema.

Si así lo quiere…

—Está bien —Trato de restarle importancia— ¿Qué haces llamándome?

—¿Qué? ¿Ahora no puedo hablar con mi mejor amiga? —Finge ofenderse.
Huir daña, no soluciona, en tal caso, solo agranda un poco más la herida.
Sin embargo, creo que soy la menos indicada para opinar.

Que si no.

—Si puedes, solo que te conozco perfectamente —Opino— Y sé que no es eso…—«Y tampoco estás bien, no obstante, estoy tan dañada que no puedo ayudar.»

Pienso, pero termino por tragarme mis palabras, como siempre.

—Como quieras —Asegura y creo escuchar que mueve algo— ¿Qué estabas soñando entonces?

No es buena idea, aunque termino hablando de todas formas.

— ¿En serio quieres saber?

—Sí.

Suelto todo el aire que no sabía que  guardaba en mis pulmones.

—Un recuerdo con…—«No puedo decir su nombre»— el día en que se conocieron.

—Oh —es todo lo que dice.

No es una reacción que me sorprenda, ya que el tema de mi hermano es algo delicado para ambas, ella siempre estuvo enamorada de él. Se lo negaba, pero conmigo nunca mantuvo su mentira.

Y de las dos, es la mejor que lleva su partida.

Creo.

Desde que éramos niños, su amor siempre estuvo ahí, ella sentía una gran admiración por él. Le gustaba estar a su alrededor todo el tiempo, ambos siempre terminaban uno al lado de otro en cualquier circunstancia. Desde pequeñas nos convertimos en su mayor prioridad, a medida que íbamos creciendo nos cuidaba y protegía hasta de lo más insólito. Crecimos y los chicos empezaron a llegar y con ello mi hermano se convertía en una máquina de celos, tanto para mí como para ella. No importa cuánto lo negó o cuanto lo intento, yo siempre supe que le molestaba no tener la oportunidad que ellos tenían con ella, y que él tendría no tuvo, por no poder dejar atrás sus propios miedos.

Cuando ambos quisieron animarse para dar el primer paso y confesar sus sentimientos, ya era demasiado tarde. Mi mellizo había muerto.

Mi vida se marcó desde su muerte y no quiero pensar lo que se debe sentir perder a quien considerabas el amor de tu vida.

No sé hasta donde llegaron, pero ojala el recuerdo le sea suficiente para vivir.

—¿Estás bien? —Pregunto luego de un rato de silencio, solo se escucha su respiración pausada.

Oigo como absorbe por su nariz, y se aclara la garganta.

—Sí, tranquila estoy bien —Miente— ¿Qué estás haciendo justamente ahora?

Fingiré no notar el sonido nasal.

—¿Qué estoy haciendo justo ahora? —Repito confundida, sin embargo antes de poder dar una respuesta coherente, escucho como tocan a mi puerta— Espera, están tocando debe ser Elian.

Saco mis pies de la cama rápidamente y me dirijo hacia ella, con el teléfono en mano, abro y no puedo creer lo que veo.

Con que era eso…

Miro a la persona con una ceja enarcada, mientras una sonrisa se forma en mi rostro, cuelgo y tiro el celular hacia la cama.

Mejor ser precavidas.

—¿Para esto me estabas preguntando qué estaba haciendo? —Inquiero.

—¡BABY! —Grita y no logro retroceder lo suficiente, antes de que se lance a darme uno de sus famosos abrazos. Pierdo el equilibrio y ambas terminamos en el suelo.

Por esto lo decía.

—¿Te gusto mi sorpresa? —Pregunta en un chillido.

—Aurora...

—¿Si...?

—Me estas aplastando y esta es una posición bastante incómoda para mí… ¿Puedes incorporarte?

–Oh —Me mira— Lo siento, lo siento. Déjame ayudarte —Se levanta y me ayuda a hacer lo mismo, afortunadamente logramos mantener el equilibrio.

—¿Qué haces aquí? —Intervengo antes que vuelva abrazarme.

—¿Qué? —Responde ofendida cruzándose de brazos— Vengo a ver a mi mejor amiga, la cual extraño mucho y solo ella pregunta "Qui hicis iqui" —Repite haciendo una mala imitación de mi voz, lo intento, juro que lo hago, pero termino riendo junto a ella.

—Claro que te extrañe, no seas tonta —Le pellizco la nariz como hacía cuando éramos niñas y ella se queja.

—La bruja, me mando como guía turística para ayudarlos en el proyecto. —Contesta entrando con sus maletas y cierra la puerta detrás de ella.

Se sube a la cama, se arropa, toma mi teléfono y cruza los brazos a la altura de su pecho, para observarme mejor.

—¿Y entonces...? —Inquiere moviendo sus pestañas exageradamente.

—¿Qué? —suelto.

—¿Dónde está? —Sigue.

No es lo que estoy pensando.

—El ojo verde, de dos metros. Me urge verlo —Apresura.

Si es.

—Primero —Enumero con mis dedos. — No son verdes, son azules —Aseguro—...y segundo… dudo que mida dos metros.

Una sonrisa surge en sus labios y yo gruño, he caído en su juego.

—¡OH POR DIOS! —Grita— Elian tenía razón, te gusta —Me acusa.

—No, no lo hace —Niego.

—Entonces besa horrible…

—Ni tanto, es uno de los mejores…—Detengo mi discurso cuando me oigo.

¿Qué me pasa?

—Te atrae —Chilla y regresa su mirada a mi teléfono, se enfrasca en buscar algo y junta las cejas, antes de observarme.

—¿Dónde está?

—¿Qué?

—Sus nud…—No la dejo terminar y le estrello una almohada en su rostro. No volveré a caer, esta vez no.

—No te hagas la tonta conmigo —Dice— Elian me llamo y me ha dicho unas cositas muy interesantes —Sube y baja las cejas continuamente.

Qué raro.

—¿Qué te ha dicho esa vieja chismosa? —Susurro dejándome caer a su lado.
Ella sonríe y yo finjo no verla.

—Bueno, primero me conto que estas casada con un ardiente chico de ojos azules —Enumera— Luego me dijo que en el intento de secuestro o lo que él asegura que fue una broma, los encontró en una situación sumamente interesante. Como es que se llama ¿Rubén? ¿Ricardo? —mueve las manos quitándole importancia— Después…

—Me desmaye —Aseguro y noto como su mirada brilla con dolor por un momento y ella aprieta mi mano.

—Cualquiera lo fuera hecho —Dice y yo asiento, aunque dudo que sea así.

—Entonces…—Continua y sé que solo quiere que olvide mi episodio— ¿No serás doctora…?

¿Qué?

—¿Cómo? —Inquiero confundida.

—¿Le viste o no le viste las amígdalas Hope? —Debe notar que no entiendo, porque continúa— En el beso.

—Estaba ocupada…—Aseguro y una risa brota de ella.

Volví a caer.

—Si estabas ocupada, es porque te gusto, es la única forma que… es el primer chico luego de…

Al ver que no contesto me mira con una ceja levantada y trago grueso.

Tiene razón, pese a todo, es el primero, luego de aquello, que logro hacerme desconectar en un beso, así sea por unos segundos.

Sonrió.

Hace tanto que ambas no teníamos una conversación tan normal donde ella no llora y yo sonrió sin estar a la defensiva.

—Deja de verme como si fuera un rompecabezas sin resolver —Pido

—Quiero que me cuentes.

—Elian te conto.

—Sí, pero yo quiero oír todo lo que paso de la boca de mi mejor amiga.

Justo en ese momento, que estaba a punto de ceder, de dejarme llevar, de volver a ser normal, alguien entra seguido de un lindo perrito.

Es él.

No puedo evitar fijar mis ojos en él, trae un suéter cuello tortuga color gris con un pantalón corto de caqui. La prenda se ajusta perfectamente en sus brazos y su cuerpo tiene forma, pese a estar delgado.

Mi mirada se mantiene en su torso y Aurora carraspea a mi lado.

¡Demonios, no! Si ella lo noto, él también.

Cosa que confirmo por la sonrisa picara en su boca.

Tiene hermosos labios.

Cada vez que me mira tiende a regalarme esa sonrisa.

Han pasado tres días desde el, bueno… aja, y…

«Nada, absolutamente nada.» Hope

Llevo mi mirada a mi amiga y sé que lo está analizando, más bien intimidando, así que…

Chasqueo los dedos delante de sus ojos y esta deja de mirar hacia la puerta como una psicópata y me observa, escucho una tos provocada por Rhett y volteo en su dirección, este mira de ella a mí con curiosidad y la señala con la cabeza en señal de pregunta.

—Hope —Dice.

—Rhett…

—Y yo Aurora —Se levanta como resorte, dándole la mano, él no tarda en corresponder a su saludo— Es un gusto conocerte Ramiro, o debería decir cuñado —Le guiña un ojo y casi la quiero tirar desde el balcón.

—Cállate mujer —gruño.

Me ignora deliberadamente y él nos observa con una ceja levantada.

—¿Cuñado? —Inquiere sonriendo.

—Sí, significa que eres el chico con que se enrollo mi amiga-hermana, es decir ella —Me señala— No es de sangre, pero es como si lo fuera, nos criamos desde niñas y desde entonces ella ha sido mi mejor amiga y confidente —sonríe— Me han dicho cosas increíbles de ti y déjame decirte que ya siento que te adoro.

No sé como habla tan rápido.

—Te seguiré diciendo cuñado o va a depender…

El juntas sus cejas con interrogación.

—¿Depender?

Ella asiente.

—Claro… ¿se seguirán besando o no?

Rhett se sonroja y yo quiero que la tierra me trague.

—No se…—Responde.

—O sea que no te gusta como besa —Presiona.

—Yo no he dicho eso —Se apresura a responder más rápido de lo que debería.

Oh no.

—Me gusta —Dice— Cae tan rápido como tú —Afirma mirando hacía él.

El gesto en su cara advierte que no sabe ni que decir, está sorprendido y no lo culpo

—¿Gracias? —Contesta dudoso— ¿Le dijiste esto? —susurra volteándose hacia mí.

No.

—Claro que no —Le aclaro— Tu deja de estar diciendo tonterías —la señaló.

Ella me mira y me da una sonrisa inocente, como le encanta molestar.

—¿Tonterías? —Nos señala— Pero pensé que era tu amigovio —Se lleva la mano a la boca— ¿No lo es? ¡Oh por Dios! —Se sobresalta con sorpresa, sí,  así de dramática puede ser— Lo siento tanto Roberto—Mira hacia él con ojos de cachorro y este se le sale una sonrisa— Te juró que pensé que lo eras, Elian me contó tantoooo —alarga la o— y además, él me había dicho que se besaron —Bate sus pestañas hacia él— ¡Aurora! —Le gritó— ¡Ya cállate!

En respuesta solo saca la lengua y bate su cabello coquetamente.

—Me caes bien —le informa mi compañero

Decido ignorarlos y saco los pies de la cama, me incorporo llevando mis manos a la maraña de cabello tratando de acomodarlo. Rhett murmura algo junto a mi muy comunicativa amiga, pero no presto atención, observo descaradamente sus gestos y alcanzo a ver cómo lleva una mano a su bolsillo izquierdo sacando un encendedor junto a un cigarro. Parpadeo rápidamente viendo como se lo lleva a los labios y lo enciende. Aurora me mira y todo sucede en cámara lenta. Ella corre hacia a él tratando de quitárselo, pero es tarde, el olor a salido y yo empiezo a ver como todo da vueltas y los gritos más los murmullos de aquel día, vienen a mí.

Retrocedo y casi caigo mientras me muevo, niego rápidamente y veo como mi amiga llega hasta mí y me sujeta el rostro con sus manos. Sus labios se mueven rápidamente pero no distingo, no entiendo, solo noto como mi respiración empieza a fallar.

Sé que empiezo a divagar, a ver imágenes que no corresponden al día de hoy, mis ojos se cristalizan, todo duele, falta, me quemo y…

Veo como los ojos azules de Aurora, se intercambian por unos mas eléctricos, estos están a escasos centímetros de mí y las manos que ahora me rodean no son las de mi amiga, son unas grandes y tibias, que por primera vez en tres años, logran devolverme a la realidad.

—Escúchame, respira y trata de mantenerte aquí. Lucha con tu mente, ella no es más fuerte que tú. No te voy a dejar sola, estoy contigo. Hazlo por favor…—Suplica.

Sus palabras son lo único que se repite en mi mete antes de entrar en un espiral repetitivo de las mismas emociones y lo próximo que noto es que estoy mojada y temblando.


★★★

¿Qué opinan? 

¿Qué les parece?

¿Teorías?

No olviden comentar y Votar.

Los leemos.

Aquí Maia y Annie. 

XOXO✨💕👄

Cuando cae la lluvia © Tomo I [Completa ✔️]Where stories live. Discover now