vi. enemiga.

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"Quizás si convierto a Altair en un hurón tendría una mascota fiel

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"Quizás si convierto a Altair en un hurón tendría una mascota fiel."


—Está es la primera y última vez que los invito, no soy millonaria ni nada parecido. —dijo de inmediato Dominique cuando ingresaron al bar de Las tres escobas. Pidieron siete cervezas y buscaron una mesa disponible para todos ellos—. Es una para cada uno, y nada más.

Se despojaron de sus abrigos poniéndolos en los respaldos de cada silla y se sentaron en una gran mesa redonda, donde podían verse las caras cada uno mientras reían y asentían para hacer feliz a una resentida Weasley. Conversaron de cosas triviales mientras esperaban a que Nique, Fred y Frank trajeran las bebidas.

—¿Tienes mascotas, Olive? —la suave voz de Lorcan pudo escucharse entre el bullicio del lugar.

—No, mis padres no me dejan tener ni siquiera una lechuza. —la mencionada se encogió de hombros restándole importancia. No era amante de los gatos, nunca tuvo la necesidad de mandarse cartas con amigos o con sus padres y no le gustaban mucho los sapos. Aquellas eran las tres mascotas que admitían Beauxbatons y Hogwarts, por lo que no veía la necesidad de tener algún otro animal.

—Parecen ser algo estrictos, tus padres digo. Que mala suerte.

A muchos parecía molestarles el hecho de que los hermanos Scamander fueran muy sinceros al momento de hablar, sin tener mucho filtro de lo que dicen, sin embargo Olive lo encontraba genial. Le gustaba la gente que lanzaba los comentarios así como así sin darse muchas vueltas.

James le dio un golpe en la parte trasera de la cabeza al rubio mientras que Madeleine lo reprochó con la mirada.

—Bueno, sí son muy estrictos y serios. —le dio una mirada de calma a los chicos antes de volver a enfocarse en Lorcan—. Pero son mis padres y me han dado un lugar donde vivir y comida toda mi vida, entonces estoy agradecida con ellos. No tenemos mucho en común, quizá no sea la hija favorita, pero esta es la vida que me tocó.

Era así como se sentía en cuanto a sus padres y hermano. Era muy consciente de que Altair era el hijo perfecto, el favorito de ellos, pero eran su familia y la habían cuidado siempre. No tenía muchos recuerdos felices de cuando era pequeña, ni cuando iba creciendo y madurando, mas nunca le faltó comida, ropa ni cosas indispensables para vivir.

El resto de los chicos llegó y dejaron las tazas con las bebidas espumeantes, disipando rápidamente el tenso ambiente con sus voces.

—Ya saben ya, si quieren una segunda ronda, la paga cada uno. —volvió a repetir la chica Weasley.

—Pareces disco rayado, mujer, ya te dijimos que entendimos que eres una pésima perdedora.

Como consecuencia, James se ganó un puñetazo en el hombro de parte de su prima y las risas del resto.

Olive observó su bebida, deseando probarla. Esperaba fuera de su agrado, en Francia la mayoría de las bebidas que daban en la escuela eran jugos de frutas, sin mucha azúcar ni colorantes, lo más natural posible. De hecho, por lo mismo no era muy buen visto comer dulces y chocolates, debido a que podían distorsionar la figura delgada del cuerpo humano. A la chica no podía importarle menos, seguiría sintiéndose y siendo hermosa aunque ganara unos diez kilos solo por disfrutar la delicia de los chocolates que los elfos domésticos de su hogar preparan. Es por eso que cuando llegó a Hogwarts y vio las mesas repletas de comidas llenas de azúcar, supo que aquel sería un increíble lugar.

AUGUREY, james s. potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora