AUGUREY, james s. potter.

v. dumont.

"La madriguera suele convertirse en una reserva de animales cada verano."

Esta vez sí escucho el griterío de su despertador. Descorrió las cortinas de su cama y sonrió con diversión al ver a las chicas aun durmiendo. Madeleine, en algún momento de la noche, había lanzado todas las sábanas y colchas de su cama al suelo, quedando totalmente destapada. No quiso ni imaginarse el frío que debió haber sentido. Por otro lado, Dominique se había movido menos; su cama estaba muy prolija. Era otro detalle el que divertía a Olive, sus ronquidos.

—Ya te digo yo, ronca como un cerdo. Cuando toda la familia se junta en la Madriguera, los adultos deben ponernos hechizos amortiguadores a los que somos más sensibles a los ruidos. —recordó Olive lo que le mencionó James un día a la hora de la cena—. Louis, su hermano, dice que han probado algunos instrumentos muggles para que deje de hacerlo, pero ninguno ha dado frutos.

Se levantó finalmente de su cama dirigiéndose a su baúl para escoger la ropa que se pondría ese día. Había hecho frío toda la semana, por lo que era de suponer que aquel sábado no sería una excepción. Una vez se decidió por la ropa, se dio una ducha rápida y se vistió, lista para despertar a las chicas.
Comenzó con Mad, supuso que los ronquidos de Nique eran muestra de su profundo sueño.

—Ay, mamá, ya voy. —fueron las primeras palabras de aquel sábado de Madeleine al momento de despertar. Como un zombie, se levantó sin ganas e ingresó al baño.

—Merlín, apiádate de mi. —murmuró la peliazul antes de caminar a la cama de Nique. Dio un toquecito en su frente antes de zarandearla con fuerza haciéndola despertar de golpe.

—¿¡Qué te ocurre!? —preguntó con el ceño fruncido. Unas leves ojeras se asomaban por debajo de sus ojos, entre algunos de los mechones pelirrojos de un se esparcían por su rostro dándole un aire de panda rojo—. Ah, Olive, espero, por tu suerte, que nunca me toque despertarte.

—¿Es eso una amenaza, Weasley? —Devaulx se cruzó de brazos mirándola con una ceja levantada y una sonrisa traviesa.

—Tómalo como desees, ahora dime porqué has elegido el peor momento para despertarme. Estaba a punto de besarme con Kiera Knopt mientras volábamos en su escoba. —en respuesta, Olive solo rodó sus ojos mientras escuchaba su fantasioso sueño con su jugadora de Quidditch favorita.

—Es tarde, Mad saldrá pronto de la ducha y será tu turno.

—Voy, madre.

La vio levantarse y revolver su baúl buscando ropa, al mismo tiempo Mad salía del baño con su cuerpo enrollado en una toalla. El tinte para cabello que los Merodeadores les habían puesto el primer día de clases se fue a los tres días, luego de haber podido realizar la poción adecuada.

—Liv, ¿me prestas esa chaqueta negra que tienes? Aquella con un broche azul.

—Sí, claro. Te la paso en un segundo. —la mencionada se levantó de la cama en donde estaba haciendo tiempo mientras las esperaba y se volvió a su baúl para sacar la prenda.