La carta robada

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Debería estar bien, pero tengo una paranoia en mí y no creerías lo que he vivido, no.
Mis cicatrices se están abriendo y nadie a mi alrededor sabe...
¿Quién soy?
¿Qué me pasa?
¿A quiénes lastime? y ¿a dónde se han ido?
Sé que he causado mucho daño, me disculpo por eso, pero estoy tratando de solucionarlo.

Las cosas importantes siempre suceden el día menos pensado y ese día fue viernes. Eurus estaba a punto de tocar su violín por tercera vez en el día, cuando las luces se encendieron. Tenía una visita.
No se sorprendió al ver a Sherlock y a Mycroft.
-Está desaparecida- comentó ella al analizar rápidamente a sus hermanos, y antes de que alguno dijera algo, agregó -son tan predecibles o no acudirían a mí
-Tienes que ayudarnos...
-Y si ella no quiere ser encontrada- preguntó Eurus interrumpiendo a Sherlock
-Qué le dijiste- preguntó Mycroft serio
-¿Qué pasaría, si ella los deja entrar a su vida y no les gusta lo que encuentran?- volvió a preguntar ella, mientras pensaba en las pláticas que había tenido con Clara cuando la secuestró
-Ya ha visto nuestro amada vida familiar- comentó Sherlock irónico
-No tienes ni idea hermanito...- replicó Eurus
-Qué le dijiste a Clara- insistió Mycroft, creyendo que su hermana la había reprogramado para que hiciera eso.
-Nada, pero tú insistencia es lógica hermano, conoces el peligro que corre- dijo ella
-Un agente francés la persigue, cree que ella tiene en su poder un documento importante- respondió él
-Esa no es toda la verdad, porque estoy segura de que si Clara no quiere que se acerquen es porque tiene miedo de que descubran todas las cosas que ha estado ocultando- mencionó Eurus
Ambos hermanos se quedaron en silencio.
-Ya sabes, eso incluye lo de barba roja- pronunció ella
-Sí, sé que Victor era el hermano menor de Clara, ambos crecieron con nosotros, pero eso que tiene que ver- replicó Sherlock
Eurus vio a Mycroft, y preguntó, -no le has dicho-.
Mycroft no dijo nada y Eurus exclamó, -debí haberme asegurado de que recordaras todo.
Sherlock esperaba explicaciones.
-El padre de Clara, es un criminal y básicamente buscaba destruir al tío Rudy por medio de nuestra familia, pero tal parece que ella arruinó su plan. Clara declaró que había sido testigo de cada uno de los crímenes, gracias a eso el tío Rudy inició una cacería internacional.  Ahora, lo que sucede hermanitos, es que su padre está de regreso en su vida y dudo que la deje en paz...
-Entonces tenemos que encontrarla- insistió Sherlock
-Bueno, solo si me dan la posibilidad de salir, yo podría ayudarlos...- propusó Eurus

Cinco días antes...

-Señor, el secretario de Estado, Ernest Trelawney está aquí- informó Anthea
-Hazlo pasar- respondió Mycroft mientras cerraba la ventana y apagaba su cigarrillo.

-Mycroft- saludó Ernest Trelawney
-Puedes dejar esa carta sobre el escritorio, agradezco tu discreción, a partir de aquí me encargo yo- respondió él
Ernest ajusto su corbata incómodo y exclamó, -hubo una complicación.
-Complicación- dijo Mycroft serio al ver el semblante de Trelawney.
-La carta ha sido robada y el primer ministro, lo sabe todo. Por eso he venido a aceptar toda la culpa, sé que mis precauciones no fueron suficientes- explicó Ernest
-No, has venido aquí, para que yo limpie tu incompetencia- corrigió Mycroft, que había cambiado su semblante y endureció su mirada. La ira corría por sus venas, pero no lo demostró. Luego por el intercomunicador mencionó.
-Anthea, llama al jefe del gabinete y dile que venga a mi despacho-.

Minutos después, llegaba Horacio Cantlemere.
-Qué sucede- preguntó él al llegar
-Me han robado la carta, ayer por la noche y todo parece indicar que el primer ministro conoce acerca de la situación- volvió a explicar Trelawney
Horacio, sí, demostró su preocupación al  derrumbarse sobre el sofá más cercano y exclamó -esto puede significar la destitución.
-Pero todo lo que dice esa carta, solo son nimiedades- replicó Ernest
-Suficientes como para que el primer ministro acuda a su majestad la reina y le pida su apoyo- debatió Cantlemere
-Y con qué intención lo haría- preguntó él
-Porque quiere obtener el poder, y no soporta que alguien más lo tenga, su inútil soberbia lo domina- mencionó Mycroft
Tras oír esas palabras, Horacio recordó los hechos que sucedieron con el primer ministro anteriormente y las palabras de Bernard Donahyle hicieron eco en su mente.
"Esa mujer será la perdición de Mycroft, y que bueno que no estaré aquí para presenciar su ruina"
Ernest le miraba interrogante.
-No puede ser...Mycroft, una vez Donahyle me advirtió que muy pronto vendría tu ruina y que él se alegraba de no estar aquí para presenciarlo, también dijo que Clara sería tu perdición- explicó él
-Entonces crees que esa mujer tenga algo que ver- preguntó Trelawney
-No, no conoces a Clara- dijo Cantlemere

Los Holmes, un Watson y una HudsonWhere stories live. Discover now