—Descuida, no me lastimaste para lamentarte —dice ella mientras pone un mechón de pelo detrás de su oreja-. Ibas apurada, ¿no?

—Algo así —digo un poco apenada—, iba a un lugar a desayunar ¿tu vives aquí, no?

—Si vivo aquí en el edificio, estoy en el primer piso, ¿Tu eres la nueva vecina?

-Si soy yo, por cierto me llamo Rose, un gusto -digo al darme cuenta que no me he presentado.

-Leyla Hanson, un gusto conocerte —me sonríe.

—Igualmente —oigo que mi estómago rugir—, nos estaremos viendo entonces por aquí

—Espero que sí, que tengas un lindo día Rose —dice despidiéndose y sigue su camino hacía el ascensor.

Me agarró las llaves del auto que estaban en mi cartera y solo camino unas 2 cuadras para ir a buscar el auto en el garaje. Luego de haber llegado, me subo y manejó hacía la Editorial, al llegar y haberlo estacionado me dirijo hacia el café del en frente.

Me senté en uno de los sillones con las mesas y en un minuto me tomaron el pedido.

Vi a mi alrededor y vi que había un mini estante con libros, se me iluminó la cara de felicidad extrema, amo leer libros más si es acompañado de un buen café. Mirando los libros agarré uno que me llamó la atención "Diciéndote Te amo en canciones" ojalá alguien hiciera eso por mi, pero eso solo pasa en las películas, en los libros o con pura suerte.

Al volver a mi asiento escuchó la campanilla de la puerta indicando que hay un cliente nuevo, no le prestó mucha atención que digamos, me centro más en la lectura del libro y mi café, aunque cuando esa persona va a pedir su pedido, bajo un poco el libro para verlo y lo veo a él a Angus ¿Qué hace aquí? De todas las cafeterías que hay, ¿eligió venir aquí?

Al ver que se estaba por dar la vuelta, levantó nuevamente el libro tapándome la cara, para que no me reconozca y me concentré de nuevo en la lectura. Siento cómo se va acercando y se sienta en frente mío y comienzo a ponerme nerviosa.

Calma Rose, contrólate

Como quieres que me controle si lo tengo al frente de mí.

A qué le temes mensa, si el fue amable contigo

Es verdad, respire hondo y bajó de a poco el libro sintiendo su mirada en mi.

—Hola comelibros— dice él cuando dejó completamente el libro en la mesa.

—¿Qué haces aquí? —suelto lo primero que se me vino en la mente, en vez de saludarlo.

—Primero que nada, buenos días Angus, ¿no? No te enseñaron modales pequeña Rose? Y segundo este es un país libre, puedo ir a la cafetería que se me dé la gana, descuida no te estuve siguiendo si esa es tu insinuando.

Me quedo callada procesando todo lo que me acaba de decir pequeña Rose, comelibros, ¿desde cuando tiene la confianza de decirme así? Apenas lo conocí ayer.

—Y tú, ¿Qué haces aquí? —dice sin dejar de mirarme.

—Vine a tomar un café, ¿no ves?— le muestro la taza —. Además trabajó en la Editorial de enfrente -mierda, porque le dije eso, yo y mi bocota, bravo Rose.

Veo como el levanta las cejas un poco sorprendido, mueve un poco la cabeza para ver el gran edificio que está enfrente de la cafetería.

—Así que a eso viniste a Irlanda, cuéntame ¿Cómo conseguiste entrar ahí?

Pienso por un rato si continuar con esta conversación, irme o quedarme y contestar a todo lo quiera decirme. Gana por unanimidad la segunda opción, ya que mi cuerpo no estaría reaccionando para poder levantarme e irme.

El chico irlandésWhere stories live. Discover now