XXVI

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No me gustaba el plan, sabia perfectamente que iba a terminar en desastre, y ni siquiera necesitaba usar la premonición para saberlo, pero ahí estábamos caminando por la calle en busca de la versión mayor de Cinco.

Quien hubiera dicho que en un día tan soleado y bonito, estaríamos casando a un hombre que resultaba ser un asesino y al mismo tiempo era el chico que estaba frente a mi. Otras familias estarían en un viaje familiar al parque, haciendo una carne asada, pero había que recordar nosotros no éramos cualquier familia.

- Es por allá -

Cinco se detuvo y señaló una cantina de temática irlandesa que estaba cruzando la calle. Desde donde estábamos se podían escuchar gaitas y los cuchicheos alegres de las personas.

- Acabemos con esto -

Luther atravesó la calle seguido por nosotros. Mientras más cerca estábamos, se podía escuchar aun más fuerte la música, en el aire se percibían los mezclados aromas de carne de hamburguesa, cerveza y un poco de cigarro.

Luther abrió la puerta, haciendo sonar la campanilla, iba a entrar detrás de el, cuando Cinco me tomó del brazo. alcé una ceja confundida ante su repentino acto.

- ¿Qué sucede? -

No había notado que de la frente de Cinco cada vez empezaban a escurrir mas y mas gotas de sudor, se notaban ojeras debajo de sus parpados y cada vez se ponía peor y eso era algo preocupante.

- Yo no puedo verte...quiero decir, el no puede verte, si te reconozco, entonces todo podría ir digamos que muy mal-

- No quieres que tu yo que está adentro ¿Me vea? -

Repetí lo que el dijo, a ver si había entendido.

- Básicamente -

Tenia un plan para ello, pero ni siquiera yo sabia que tan arriesgado seria.

- Entiendo, entra con Luther -

El caminó hacia la entrada, pero se detuvo para mirarme.

- pero tu ¿Qué harás? -

Le sonreí.

- Tu confía en mi -

Pov Cinco.

Cero me sonrió y se fue caminando en la dirección opuesta a la mía. No sabia cual era su plan exactamente, pero ella siempre sabia bien lo que hacia, confiaba en que seria un buen plan.

En cuanto entré con Luther, divisé a mi yo mayor sentado en la barra de la cantina, justo como lo había predicho.

- Bueno, ahí estoy - Le avisé a Luther en voz baja, tratando de esconderme de mi mismo.

Luther miró en la dirección que había señalado.

- ¿Por qué no solo tomamos el maletín y corremos? -

Sugirió Luther.

-Luther, yo nunca permitiría eso. - Negué ante su absurda idea - Nosotros protegemos esos maletines hasta la muerte. -

- Cierto.- 

Seguí viendo el maletín, buscando la forma de conocerme a mi mismo de darme ese maletín.

- Además, el tema de la psicosis lo complica. Estoy arriesgando mi existencia con solo compartir el mismo espacio. -

Más que para Luther, eso lo decía para mi mismo, recordando que tan mala y peligrosa era la situación.

- ¿De que hablas? -

Preguntó confundido Luther, claro que no podría esperar menos.

- Luther concéntrate. -  

El diario de Cero.H Vol. 2Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum