XIX

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20 de Noviembre, 1963.

"Vida sureña"

era el nombre de nuestro punto de encuentro.

Los hermanos Black y yo íbamos en el asiento trasero y Hargrevees iba de copiloto.

Después de nuestra charla, no había dirigido la palabra a ninguno de los tres, mas que para darnos la estricta orden de que ellos se quedaran conmigo y yo nos cubriera a los tres con un campo invisible para que no supieran que estábamos allí.

Temía de lo que fuese a suceder una vez todos juntos pero había tratado de no saltarme ningún detalle importante pues estaba segura de que Cinco sería quien explicaría todo.

Al bajar del auto incliné la cabeza hacia atrás para ver la enorme torre que estaba en medio de los dos edificios que conformaban el hotel, era tan alto que casi pierdo el equilibrio al ver hasta donde llegaba.

- Vamos - 

Hargreeves se dirigió al umbral que daba entrada al hotel, seguido por nosotros tres.

Las paredes estaban decoradas con un bello mural de flores abstractas y le daba cierta vida, era claro que era mucho más bonito y acogedor dentro que por fuera.

En medio había unas escaleras  cruzadas que llevaban al mismo piso.

Seguimos a Hargreeves quien iba bastante apresurado subiendo los escalones como si de un maratón se tratase.

Al estar en la segunda planta subimos al elevador, Hargreeves marcó el ultimo piso y solo esperamos hasta llegar.

Cuando se abrieron las puertas, lo primero que llamó mi atención fue la decoración al estilo Hawaiano.

No era particularmente un estilo que me encantara pero a este sitio le daba un cierto aire tropical y elegante.

- Casi es hora - Reginald revisó su reloj de bolsillo.

Van a estar aquí en todo momento. Señaló una esquina cerca de la mesa que estaba frente a la barra de bebidas.

Ethan y Max se pusieron a mi lado. Moví una mano dejando una estela purpura frente a nosotros tres , que se desvaneció en menos de un segundo.

Hargrevees nos miraba mientras desaparecíamos; al ser completamente invisibles el asintió saliendo por unas puertas que llevaban a otro sitio.

Apenas pasaron unos minutos, Ethan empezó a olisquear el aire.

- ¡Agh! ¡Que asco!- Cubrió su nariz con el dorso de su brazo.

Máxime y yo nos miramos extrañadas y luego miramos a Ethan que estaba por vomitar.

Máxime también empezó a olisquear, su rostro mostró un profundo asco, siguiendo el gesto de Ethan, cubriéndose la nariz.

- Dios, parece que se murió un animal cerca de aquí- 

Cubría su nariz con los dedos por lo que apenas se le entendía.

 - Yo no huelo nada - 

El ascensor llegó y todos salieron disparados menos Luther.

Abrí los ojos hasta sentir que se saldrían de sus cuencas, cada segundo estaba más cerca de reunirme con ellos.

- "¿Estás bien?"- Max empezó a picar mi brazo, comunicándose en código morse.

Asentí de la manera más convincente que podía.

- Ok cuando papá llegue aquí, yo seré el que hable - Cinco bajó las escaleras para ir a una mesa.

El diario de Cero.H Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora