Capítulo 20: Lágrimas

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''Sí'' asintió distraída. ''Les convenceré de mudarse a Australia, les daré nombres falsos y... y haré que me olviden. Puedo hacerlo. Puedo''.

''Hermione, sabes que no puedes decirle a nadie dónde exactamente planeas enviarlos, a no ser que sea absolutamente necesario''.

''Lo sé''.

''Hermione'' la directora respiró con cautela, encontrándose con los ojos de la joven bruja. ''Si hubiera cualquier otra opción para garantizar su seguridad y la tuya...''

''Pero no la hay'' terminó. ''Está bien, profesora. Sé cuales son los riesgos cuando le mencioné la idea. Sé lo que estoy haciendo''.

McGonagall agachó su cabeza en aceptación. ''Muy bien'' dijo. ''Si vienes aquí justo antes de las seis, debería estar aún lo suficientemente oscuro para pasar desapercibidas. No apareceré...''

''Está bien'' murmuró Hermione, insegura sobre qué más podía decir. ''Debería irme...''

'''¿Te gustaría quedarte un rato?'' ofreció la bruja envejecida, con la preocupación goteando en su voz. ''Quizá algo de té y galletas podrían...''

''¿Ayudar?'' aportó sin convicción. 'No lo creo, profesora''.

''Bueno, entonces tal vez quieras comer algo''.

''No, está bien'' declinó la joven morena mientras se apresuraba para salir, sintiendo una repentina claustrofobia en el despacho de la directora. ''Debería acostarme pronto y echar un vistazo a mis libros sobre hechizos de memoria''.

''Hermione'' la llamó McGonagall antes de que pudiera alcanzar la puerta. ''Todo estará bien''.

Se estremeció ante las palabras de seguridad de su profesora y se preguntó por qué la gente siempre se apresuraba a ofrecer débiles promesas en tiempos de guerra. Ella era una persona demasiado lógica como para permanecer optimista en este caso, y sabía que la probabilidad de que un hechizo de memoria fuera revertido era 50-50, y eso era sin tener en cuenta si iban a ganar la guerra, si ella sería capaz de encontrarlos.

El hecho era que, si ella moría en esta guerra, sus padres nunca lo sabrían ni les importaría, porque no sabrían quien era ella.

''La veré por la mañana, profesora'' musitó. ''Buenas noches''.

Hermione salió corriendo de la sala antes de que McGonagall pudiera intentar inútilmente consolarla de nuevo, y sus piernas temblorosas la llevaron a una carrera desesperada de vuelta a su dormitorio. Se lanzó a la carrera por los vacíos y silenciosos ensombrecidos pasillos; las lágrimas calientes se derramaban por sus ojos mientras giraba por las esquinas y tartamudeaba su contraseña. Cerrando la puerta tras ella, dio al interior un rápido escaneo para asegurarse que Draco seguía en su habitación, antes de echarse hacia atrás y obligarse a recobrar la compostura.

Se frotó los ojos con las manos y se clavó las uñas en el cuero cabelludo mientras se forzaba a no llorar. Estaba tan cabreada consigo misma; todo esto había sido su idea, y debería haber estado más preparada emocionalmente, pero el temor se extendía por cada uno de sus tensos músculos y la pena envolvía dolorosamente su corazón.

Todos los que amaba estaban desapareciendo lentamente; Harry y Ron, y ahora sus padres. ¿Quién sería el siguiente?

''¿Granger?'' su voz la sobresaltó. ''¿Qué demonios estás haciendo?''

Ella rápidamente se enderezó el pelo e intentó discretamente quitarse los húmedos surcos en sus mejillas antes de que su mirada inyectada en sangre lo buscara. Estaba fuera de su habitación, estudiándola con ojos curiosos que la hicieron sentir demasiado vulnerable y completamente reveladora para que la leyera.

ISOLATION | Dramione - TraducidaWhere stories live. Discover now