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Ed.

Toqué a la puerta suavemente con mis nudillos y me esperé a que alguien me abriera.

En ese poco tiempo de espera me aseguré por centésima vez de mi aspecto era presentable; Una camiseta negra bajo una camisa de cuadros en tonos verdes y azules, vaqueros y tenis Nike.

Revolví mi pelo, que de por sí ya estaba alborotado naturalmente.

Suspiré, ¿Por qué demonios estaba tan nervioso?

-Ed, tranquilízate, sólo es Mackenzie, tu amiga.-Me recordó mi consciencia.

 Y sí, me gustaba poder llamarla amiga, sabía que a ella no le importaba lo más mínimo la fama o el hecho de que yo fuese reconocido, y eso hizo que me acercase a ella como si fuese un crío en su primer día de colegio, en busca de alguien a quien poder dar mi confianza.

Su pelo rojo brillante fue lo primero que vi, cuando Ashton abrió la puerta. Me recibió con una sonrisa.

-¡Hola Ed! Pasa.-Se hizo a un lado.

Escondí mis manos en mis bolsillos y pasé al conocido salón.

-¿Buscas a Mackenzie? Me parece que se está vistiendo aún, ya sabes, chicas.-Enfatizó la última palabra mientras ponía los ojos en blanco.

-Sí, ya sabes, chicas.-Apareció por detrás su hermana, asustando a Ashton. Solté una carcajada al ver la cómica escena.

Puse la mirada sobre ella como cualquier persona haría, y no podía haber disfrutado más de las perfectas vistas.

Sobre su delgado se ajustaba perfectamente un precioso vestido floreado de manga larga sobre sus rodillas, dejando ver su clara piel de los hombros y haciendo notar sus delicadas curvas. Sus torneadas piernas quedaban al descubierto y el toque adorable lo dejaba ver en su cabello, totalmente suelto y ondulado, hasta la altura de su pecho. Agradecí que no se hubiese puesto tacones, sino las mismas botas que llevó el día de la fiesta, esas de color negro que le hacían ver unas piernas perfectas.

Tragué saliva.

-¿Cuánto tiempo llevas ahí?-Dijo Ashton girándose de frente a su hermana.

-Lo suficiente para escucharte decir “Ya sabes, chicas”-Imitó la voz de su hermano, haciéndome reír.

Pero realmente ya no sabía si reía por placer o por nerviosismo.

-Buenas tardes Ed, espero que no hayas tenido que aguantar mucho a este capullo.-Sonrió dulcemente refiriéndose a su hermano. Se acercó a mí con paso firme y me abrazó, colocando sus brazos alrededor de mi cuello. Inhalé el dulce aroma que desprendía tanto su cabello como su cuerpo y correspondí su abrazo, rodeando su estrecha cintura con mis brazos.

“¿Esto es el cielo?”

Desgraciadamente deshizo nuestro abrazo, el que duró demasiado poco para mi gusto. Oh, demonios, ¿Por qué estaba actuando tan cursi?

-¿Vamos? No he comido aún porque según tu plan vamos a comer allí, así que más te vale que haya comida.-Me amenazó divertida con un dedo.

Pasé mi brazo por sus hombros y la apegué a mí.

“Genial, al menos no es una chica que cuenta las calorías que come.”

-Toda la que quieras Mackenzie.

[…]

Después de que su madre apareciese, me invitase a comer y le dijese más de una docena de veces a Mackenzie que se llevase una chaqueta por si hacía frío-Cosa que no hizo-y que no volviese muy tarde a casa, entramos al coche y conduje hasta mi casa, donde estaba toda la gente esperando, y con toda la gente me refería a Samuel, Emma, Simon, Christian, Jordan, mi mejor amiga Taylor y mi amiga de la infancia que acababa de llegar de Italia, Shirly.

Cold Coffee. |Ed Sheeran|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora