13: Azra 🍷

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Se ha vuelto loco, creo que el dinero y todo lo que ha hecho durante estos tres años definitivamente lo han dejado loco.

Me mantengo en silencio luego de sus palabras y trato de procesar cada cosa que ha dicho. Sí Dash ha estado drogándome va a pagármelas. Porque él sabe lo mucho que tuve que luchar luego de rehabilitación como para hacerlo una vez más, no puede. Mi propio hermano no puede haberme drogado.

Me niego a aceptarlo, aunque eso ahora sea lo de menos.

—Quítame esto—suelto luego de diez minutos en silencio, lo digo calmada, aunque él solo rueda los ojos con fastidio—, ahora, por favor.

Busca la llave y contengo la respiración cuando su cuerpo se pega demasiado al mío, por los ventanales gigantes soy capaz de ver como el sol se oculta y lo maldigo. He perdido la cita con el juez. Cuando me libera acaricio mi muñeca y me pongo de pie alejándome del sofá con una mueca en los labios, su departamento es gigante, iluminado y con demasiadas cosas que no le presto la atención necesaria.

—Entonces, ¿Qué decides?

—¿Cómo conocer a tu familia, Jedrick? Tu padre murió y tu madre está en Australia, y yo no pienso volver a pisar ese lugar jamás—sacudo la cabeza confusa—, no tienes más familia después de allí.

Me da una sonrisa burlona antes de alejarse a la isla y comenzar a prepararse una copa, me pregunta si quiero y niego con la cabeza, molesta, me cruzo de brazos y me alejo al balcón.

Necesito aire.

O soy capaz de matarlo por idiota.

El hecho de que mis pastillas sean drogas... me hace dudar por primera vez de lo que dice Jedrick y no sé en qué me convierte eso. No entiendo. Cierro los ojos apoyando mis manos de barandal y dejando que el viento me acaricie el rostro. Siento el vacío en mi cuello y llevo mi mano al lugar y mi corazón se detiene.

Mierda, maldita sea.

¿Dónde coño está?

Me doy media vuelta dispuesta a preguntarle y mi nariz choca contra su pecho desnudo, trago saliva nerviosa antes de dar un paso atrás, miro por un microsegundo el tatuaje tribal que le ocupa casi todo el pecho y el brazo, las marcas de su cuello se mezclan entre sí junto a unas letras que no logro identificar, cuando levanto la vista tiene una sonrisa arrogante en los labios que me hace fruncir el ceño. Hijo de puta.

—Mi padre es alemán, lo sabes, mi madre es nativa de Australia, pero vivió algunos años con mi padre en Alemania mientras tenía unos dos o tres años, no recuerdo, cuando tenía cuatro se separó de ella y mi padre tuvo otros hijos con una mujer que no conozco ni me interesa conocer—dice entre dientes llevando la copa de whiskey a sus labios—, tengo cuatro hermanos menores que residen en mi casa de origen. Nada de otro mundo.

—Muy lindo, ¿Desde cuándo sabes todo eso?

—Desde hace diez años, cuando mi papá murió, mi madre me lo dijo, hay cosas que no sabes y que descubrirás de todos modos cuando vengas conmigo, por lo que, mejor ahorrémonos las preguntas estúpidas.

—¿Y no creíste que era buena idea decírmelo?—cuestiono molesta. Increíble, ahora resulta que no conozco al que fue mi mejor amigo durante años.

—No tienes derecho a saber de mí familia. Además, te lo estoy diciendo ahora.

Vaya, golpe bajo.

—Bien—me cruzo de brazos con el mentón en alto—, ¿Por qué coño quieres entonces que los conozca y vaya contigo?

—Porque debo demostrarte algo, pero debo estar seguro de que no dirás nada de ello.

Ruedo los ojos

Insana lujuria © #2 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora