12: Jedrick🍷

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Suelto un gruñido mientras maldigo entre dientes tomando mi móvil, salgo de la oficina maldiciendo en busca de la pelinegra, como odio que haga esto. Y yo como siempre, actuando como idiota voy en su búsqueda como si me importara.

La busco con la mirada y al no encontrarla, ignorando cualquier mirada de los trabajadores voy al estacionamiento en busca de mi auto, cuando llego subo en él, salgo del parqueo de la editorial, maldita seas Azra Taylor. Aprieto los dedos en el volante y trata de visualizar el A3 plateado que siempre va con ella, mi teléfono suena en algún lugar del auto, pero le resto importancia. Sí, la odio demasiado pero también conozco cómo es.

Una puta impulsiva.

Cuando localizo su auto soy consciente de la rapidez con la que va, moviéndose de un lado a otro rompiendo las señales de tránsito, ¿Pero qué carajo?

Maldigo entre dientes y acelero hasta estar a nada de llegar donde ella se encuentra cuando el auto derrapa y choca contra otro auto rojo, mi respiración se detiene y es como si alma se me fuera del cuerpo.

Mis manos se mantienen sujetas al volante mientras freno con desesperación.

No soy consciente del tiempo que me toma llegar a su auto donde se ha volcado y ahora la otra persona—que si ha logrado salir— se queda mirando al choque, hay demasiado olor a gasolina y maldigo al mundo cuando veo como ella se encuentra con los ojos cerrados y sin moverse, los recuerdos son los peores enemigos en cuestiones de angustia, sus dedos están aferrados al teléfono que cae al suelo cuando la saco y la tomo entre mis brazos, sangre se desliza por su frente pero mantengo la calma cargándola entre mis brazos.

Es una idiota e impulsiva.

Respiro hondo, frustrado por su inmadurez mientras le coloco el cinturón de seguridad, sé que se ha desmayado y que el golpe no ha sido nada para ella, pero también conozco cómo es, cualquier cosa puede debilitarla y más aún que pierda sangre. Esa es una de las cosas que dijo el doctor la última vez, cuando me volví loco por alguien que no lo merece.

Esa fue una de las tantas cosas que mencionó el doctor aquella vez que su padre casi la mata, ella puede ser una persona normal cuando desee, pero su mecanismo y defensas jamás serán los mismos. Ella merece cuidado y al mínimo acto de nerviosismo o ataque de pánico; se desmaya o pierde la consciencia.

La muy estúpida tomó el auto sabiendo que iba a sufrir un colapso.

¡Es que una irresponsable!

Me preocupo cuando al estar llegando a mi pent-house, luego de unos treinta minutos aún no abre los ojos, sus labios están pálidos y trato de no perder el control porque prometí no hacerlo. Cuando estoy en mi estacionamiento privado tomo mi teléfono ignorando las llamadas perdidas de mi hermano y llamo a doctor.

—En Chelsea, ahora.

—Como ordene, señor.

Miro a la mujer que aún sigue recostada y sin moverse de su lugar frunzo los labios dejando ir un gruñido. Mi portero llega y trata de tomarla, pero niego con la cabeza dándole una mirada recelosa antes de tomarla entre mis brazos y pegarla a mi pecho a pesar de que llena mi chaqueta de sangre, oh estás vas a pagármelas, Azra.

Subo al ascensor con una mueca en todo el camino mientras la sostengo, podría dejarla caer y ella no sentiría nada.

La recuesto en uno de mis sillones cuando llego a la sala de estar, aparto el cabello negro de su rostro y trato de controlar mi furia contra ella justo ahora.

Sus palabras fueron crueles, pero tiene razón, no puedo solo perdonarla.

Sí, ella mató a mi mejor amiga.

Insana lujuria © #2 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora