Solo Recuerdo Tu Voz (LIBRO 1) - Priscila Serrano

20 4 0
                                    



◆Estuve todo ese tiempo curándome tanto en cuerpo como en alma y, aun así, mi alma seguía destrozada; solo que la coraza que yo misma me había puesto, no dejaba ver la angustia que aún vivía en mi interior y que creía que jamás se iría de mi lado.

◆Mi mundo cambió tanto que ya no era capaz de soñar con un futuro. Ahora solo vivía, sin más.

◆—¿Sabes? Es irónico que tenga ganas de conocerte siendo yo el causante de tu estado —le dije, como si me escuchara—. No es por nada, pero siento apego hacia ti y no puedo explicar el porqué.

◆Solo esperaba que con el tiempo las cosas se calmaran y las aguas volvieran a su cauce, aunque en ese momento me arrastrara una corriente fuerte.

◆  Y es que a veces era mejor tapar las heridas del pasado a dejar que un desconocido las pudiera utilizar para hacerte más daño.

◆Aún me costaba abrir el tercer cajón de la mesita de noche, donde había guardado todos los recuerdos que me dañaban el alma, ese alma que ya estaba rota y que no era capaz de sanar.

◆ —Judith, un día te dije que llorar no era malo, que hacerlo era reconocer que necesitábamos desahogarnos, pero creo que necesitas dejar de hacerlo y pasar página de una vez

◆ —¿Cómo lo hago? Cada vez que doy un paso adelante, algo me frena y me lleva al principio, como si fuese un juego y no pudiese pasar de ese nivel. Una y otra vez vuelvo al momento en el que me entero de que...

◆ —No sé qué harías tú sin mí, pero sí sé que yo sin ti no sería la persona que soy ahora.


◆ —¿Me dejarás hablar? Porque, que a veces sea un hombre tranquilo, no significa que no tenga carácter

◆ Porque de algo estaba seguro, Judi y yo teníamos algo; aunque ninguno aún lo supiéramos con exactitud, lo teníamos.

◆  No podía negar que me ilusionaba que quisiera conocerme, y que el que hubiera buscado el modo de encontrarme hacía que me replanteara el llamarle y pedirle perdón por haber sido tan grosera.

◆ ¿Por qué tenía tanto miedo a enamorarme? ¿Por qué si ya estaba enamorada, si me enamoré de él mientras dormía? Yo no era buena para nadie, no era una mujer completa y eso al final pasaba factura en las parejas. No me podía permitir abrirle mi alma a otra persona que pudiera volver a destrozármela. No, no lo haría.

◆ —¿Por qué no puedo ser ese «nadie»? Me gustaría ser tu nadie, Judith

◆ Mira, Judith. No te estoy pidiendo matrimonio, ni siquiera te estoy prometiendo amor eterno porque nos conocemos desde hace muy poco. Solo sé que algo dentro de mí te reconoce, como sí...
—Como si nos hubiésemos conocido antes

◆ había veces en las que las palabras sobraban y ese era uno de esos momentos en los que, solo con la mirada, nos decíamos más de lo que nuestros labios podían pronunciar.

◆ Iba en el coche, ahogándome en lágrimas. Por un momento casi había bajado la guardia, poco faltó para abrirme en canal a otra persona, a punto estuve de fallarme a mí misma. Porque el día que desperté me hice una promesa, nunca más iba a sufrir por un hombre, por amor. Y aquí estaba, desmoronándome porque en realidad deseaba que Héctor me diese el mismo cariño que me daba cuando estaba en coma.


◆ —Deja de martirizarte, mi reina. No tienes por qué llorar por un sapo que no ha sabido convertirse en rey, porque tú no merecías eso, mereces un rey que te demuestre lo perfecta que eres día a día. Porque el ser madre, no hace perfecta a una mujer, su corazón sí y el tuyo no te cabe en el pecho.

◆Yo te adoro con mi vida y no voy a dejar que ningún capullo te haga sufrir. Ahora levanta el culo de esta cama y sal a comerte el mundo antes de que él te coma a ti.

Frases del Olimpo. Vol 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora