¿Qué le sucede a Mo? ; 1/2

1K 89 9
                                    

He Tian.

La habitación estaba casi a oscuras, solamente la televisión iluminaba tenuemente y a mí me parecieron lejanas las voces de los personajes.

A mi lado yacía Mo viendo con atención la película mientras comía distraídamente las palomitas en su regazo y aun con la poca luz podía notar las bolsas violáceas debajo de sus ojos escarlata, así como también lo pálida que se encontraba su tez.

Llevaba días actuando raro, sale de casa cuando el sol aparece hasta que éste da por sentado el ocaso, y se muestra distante cuando me le acerco.

Mi brazo se deslizó sobre el sofá con el intento de abrazar sus hombros como de costumbre, pero cuando estaba por lograr mi cometido, Guanshan se levantó abruptamente y prácticamente corrió al baño.

Por mi parte, resoplé por el rechazo y observé el recipiente con las palomitas ahora en el suelo. Debía limpiar eso.

(...)

En la cama sucedió lo mismo, podía jurar que Mo se tardaba en la cocina haciendo quién sabe qué hasta que yo me durmiera y él pudiera hacer lo mismo después.

Por más que yo intente quedarme despierto, Shan sabía la poca resistencia que tenía luego de acostarme.

Y cuando despertaba, mi pareja ya no estaba a mi lado.

Mientras esperaba a que el sueño llegara a mí (que no era mucho tiempo en realidad), los motivos por los que Mo actuaba así vinieron en su lugar.

Había una razón por la que él estaba enojado.

Y creo que ya tenía idea de cuál era.

Cuatro simples palabras: la caja de donas.

¡Claro, eso debía ser! Nada mas que sus preciadas golosinas, esas que él llevaba un tiempo cuidando y que después mágicamente desaparecieron, no recordaba habérmelas comido pero si no fue él ¿entonces quién? Pues yo.

Sin embargo, no tuve tiempo para reflexionar sobre otra cosa porque ya había caído dormido.

(...)

Los siguientes días me dediqué a buscar esa pastelería a la que Mo siempre quiso ir pero decía no tener tiempo.

Después de todo, estaba algo (bastante) alejada de donde vivíamos y a él le eran fastidiosas los viajes en vehículo, pero no lo admitía.

Aún si el lugar era famoso por sus cosas dulces, me costó encontrar el sitio con exactitud ya que las direcciones no son mi fuerte y perderme con facilidad era frecuente.

Tras pedir indicaciones, llegué al dichoso lugar que se encontraba habituado en una zona algo concurrida, por lo tanto la fila era muy larga a mi parecer y cada minuto era interminable, sin mencionar que delante mio había alrededor de tres ancianas que duraban harto tiempo en dar el dinero al vendedor.

Cuando al fin era mi turno, ya tenía pensado qué comprar y no tardé ni la mitad que los clientes anteriores. De reojo pude ver como el cajero me miraba agradecido mientras empacaba el pedido.

Concluí en casa alegremente, con el obsequio que disiparía el rechazo de Mo entre manos y una sonrisa plantada en mi rostro, estaba ansioso por mostrarle a mi pareja la hazaña hecha.

Tan pronto cerré la puerta, la penumbra me recibió, extrañado, tanteé a ciegas la pared para presionar el interruptor y cuando logré mi cometido, encontré una escena que me dejó pasmado.

Mo se hallaba en el suelo.

Fui a su encuentro con prisa, dejando de lado el paquete que compré para tomarle el pulso, afortunadamente solo estaba inconsciente pero parecía tener una fiebre alta, por lo que le cargué hasta la habitación para acomodarlo en la cama.

No sabía qué hacer, siempre era Guanshan quien me cuidaba al enfermarme pues ocurría con bastante frecuencia, sin embargo, podría decirse que esta era la primera vez que ocurría lo contrario.

Tomé mi celular y llamé rápidamente a la madre del pelirrojo, la cual al saber lo que sucedía, salió de su hogar tan pronto como pudo. Claro estaba que llegaría en cualquier momento.

Tiempo que aparentó se eterno. Solo dedicándome a andar en círculos por la pieza, sin quitar la mirada del menor en tanto mordía ligeramente mis uñas, una acción que lastimaría mis dedos y seguramente Mo reprocharía.

Shan formó un leve quejido y yo acaricié su mejilla para hacerle saber que me encontraba allí, él aún no abría los ojos y sólo fruncía el ceño. Un ruido en la entrada me alertó y al siguiente latido, la tía ya cruzaba el marco de la puerta del cuarto.

—¡Oh, Mo, y eso que te lo advertí!— regaña, echándose el cabello para atrás y sentándose en el borde del colchón, se veía agitada y exhausta.— Tian, está ardiendo en fiebre ¿podrías traer unos paños y agua tibia?

—Claro, enseguida vuelvo.— asentí y fui en busca de lo dicho.

TianShan ¦ Drabbles ¦Where stories live. Discover now