Capítulo 10

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—Eres tonto cuando actúas así— me pongo de nuevo en marcha, a lo que el me vuelve a seguir.

Tarda un segundo en alcanzarme. Y cuando lo hace, me vuelve a hablar.

—Soy tonto, eso ya lo sé. Pero es más que obvio que no soy nada bueno en eso de la fuerza física.

—Eso ya me lo dijiste cuando fuimos al árbol de los zapatos, o ¿cómo lo llamaste tú el domingo? ¿Zapárbol?— aparta la mirada algo sonrojado por lo que le acabo de hacer recordar— Te falta confianza en ti, príncipe triste.

—Ay, por favor— me protesta.

—Se lo que te hace falta, ¿recuerdas lo que me dijiste cuando nos conocimos?

—No, te dije muchas cosas— su sonrisa hace que incluso, casi, yo lo olvidé.

—Me dijiste que con ciertas cosas no podías sentir "algo", ¿cierto? Bueno, el lugar al que vamos hoy es algo relacionado con eso. Espero no ser tan obvia.

—Bueno, supongo que eso es cierto... ¿No me puedes decir más acerca de este lugar al que vamos?— su sonrisa es maliciosa.

—No— le digo, con la voz más grave que puedo evocar, pero que se descontrola con una pequeña sonrisa.

—Bueno, creo que con eso basta.

—Espero que sí.

—Gracias, Rayla— sonríe.

~°•°~

Dejamos atrás todos los frondosos árboles con pocas hojas floreciendo y ramas resecas para entrar a un terreno extenso, muy extenso. Donde hay una casa, un establo y algo más a la vista.

No me es necesario voltear a ver a Callum para poder imaginar la expresión que tiene su rostro. Sabe que hemos llegado.

Pero al final, es él el que voltea hacia mi. Pedalea un poco más rápido, y puedo sentir su emoción por llegar, por verlo más de cerca. Siento sus ojos verdes maravillados con lo que, veo su sonrisa, hermosa como siempre, tan grande y maravillosa por la impresión.

Al final se detiene. Baja de la bicicleta al tiempo que se quita el casco y lo tira junto a ella. Yo hago lo mismo, yo también quiero seguir caminando desde aquí.

Me da la mano y empieza a caminar junto a mí. Pareciera que esta hipnotizado, pero porque le gusta. Y a mi también me gusta.

En un momento llegamos y estamos más cerca. Nuestras piernas dejan de avanzar para después quedarnos ahí y apreciarlo un segundo.

Una montaña rusa, de color azul.

Es pequeña, queda con el lugar. Pero, tanto lo veo yo, como lo ve Callum, es especial. Pequeña e irrelevante como el momento. Pero en simples palabras: Especial.

~°•°~

Callum

—¿Me esta diciendo que la construyó usted mismo?— pregunto, al tiempo que Allen me ayuda a ajustar las correas tras mi espalda para no caerme en el recorrido.

Allen, y su esposa Lujanne, viven aquí desde hace muchos años. Él es muy bueno construyendo cosas, y en su juventud construyo esta montaña rusa, que llama "El Rayo Azul", para su esposa. Nos sorprendió por completo a mi y a Rayla que lo haya echo sólo y con sus propias manos.

Alguien Para TiWo Geschichten leben. Entdecke jetzt