Capítulo 10

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Rayla

Miércoles por la tarde.

Los rayos del sol apenas sobre salen de las nubes blanquecinas como el algodón, que cubren el cielo que se está haciendo primaveral.

El viento cálido acaricia mis mejillas, viaja por mi cabello albino y por la bufanda color carmesí del chico que tengo a mis espaldas.

Callum va tras de mi forcejeando con su bicicleta, ya un poco agotado. El tramo al lugar que quiero mostrarle esta vez es más largo que los anteriores. Pero le aseguré que vale la pena ir tan lejos.

▪︎

—¿Y cuándo iremos?— sus ojos verdes incluso parecen brillar.

—Cuando quieras.

—Hoy no puedo y mañana tengo club de...

—El miércoles— lo interrumpo, porque se que ambos sabemos que es buena idea.

Después de la secuela...

—Con las bicicletas.

Asiente. Sus dientes blancos se asoman al sonreír, y un revoloteo de polillas lunares florece en mi estómago.

▪︎

—¿Ya te cansaste, príncipe triste?— le digo tratando de mirarlo desde enfrente.

—¡¿Qué? No!— me grita, pero sus jadeos dicen lo contrario— Tu eres la que luce cansada.

—¡Ja! Claro, príncipe— me burlo de él.

Pedaleo con un poco más de velocidad retandolo a que me siga el paso y desde adelante escucho como trata de hacerlo.

—¡Oye...! ¿No quisieras... ir más lento?— sus esfuerzos vastos por respirar lo interrumpen cada dos segundos.

—No me compete, ¿sabes?— mientras me río el se queja— ¿Qué acaso todos los humanos son tan decaídos, o los príncipes son particularmente flojos?

—No es gracioso— su voz se escucha extrañamente grave.

—Créeme, lo es para mí.

No lo soporta más y se detiene para respirar. Me detengo en seco al notarlo y me encaminó hacia él. Veo como recarga sus brazos sobre el manubrio y luego su cabeza contra ellos. Su mechones color castaño caen sobre su sudoroso y tierno rostro.

—No puedo— sisea.

—¿Por qué?

—Ya deberías saberlo— levanta su cabeza de sus brazos para lanzarme una mirada de desaprobación.

A lo que yo niego con gracia.

—No soy bueno en los deportes— se arremete a explicar— Soy muy débil para esto.

—¿Y alguien ya te lo dijo, aparte de ti, tonto humano?

—No, pero... ¿tonto humano?— me mira confundido.

Alguien Para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora