Capítulo 8

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Callum

Me despierto por la mañana, algo ansioso, pero también feliz. Como no me he sentido en mucho tiempo. Consulto mi despertador y veo la hora.

7:40 a.m.

Marca.

"Es temprano", pienso. Pero aún así me levanto, estiro y empiezo a buscar por el cuarto mi ropa.

El día de ayer invité a Rayla por un café a las 10:00 a.m. Y sería bastante tonto que yo, siendo quien se ofreció a invitarselo, llegara tarde en donde la cité.

Además, de que debo devolverle las botas que me presto.

▪︎

—¿Seguro de qué puedes regresar sólo?

—Por favor, Rayla. No soy un niño.

—Ok, lo siento. Supongo que esta bien— reprime una risa.

—¡Espera!— recuerdo de golpe— Tus bo...

—Me las das mañana, ¿qué no me vas a ver?

Me dedica una última sonrisa antes de entrar a su casa.

▪︎

Una vez que encuentro mi ropa, empiezo a arreglarme consultando el reloj de mi celular a cada rato.

Guardo sus botas en mi mochila, me pongo la bufanda, me despeino un poco el cabello con la mano y bajo a la cocina a desayunar.

Cuándo salgo al pasillo de mi cuarto la veo... La puerta... esta abierta.

Alguien dejo la puerta del cuarto de Ez abierta.

Voy para allá. Sólo quiero cerrarla. Pero cuándo estoy ahí, no puedo evitar ver dentro: Su cama, sus juguetes, sus colores favoritos en las paredes, un dibujo que hice de Cebo colgado en ellas con tachuelas.

Cierro de golpe. No soporto verlo. Pero es el cuarto de Ez, antes solía oler a tartas de jalea, a él, a lo que traía a casa en su mochila. Pero el ya no esta ahí.

Bajo las escaleras decidido a olvidar esa sensación que me carcome. Pero entonces lo huelo, el olor a tartas de jalea. Antes que nada, me sorprende. Es domingo y yo no avise que saldría temprano, sin embargo, el olor recorre mi nariz deseoso de probar una.

Pero de igual forma, me pone feliz. Pues es a lo que Ezran solía oler todo el tiempo, o lo que solía llevar en sus bolsillos, invitando a cualquiera que se le cruzara. Incluso, a mi parecer, tendría que estar triste, sin embargo, me hace querer estar aquí un poco más.

Es el único recuerdo que en serio me recuerda a él.

Voy a la cocina y veo a Harrow prepararlas. Me cuesta un poco decidir, pero pensar es lo que menos he echo en estos días. Así que me acercó a ayudarle.

—¿Son tartas de jalea?

—Oh, si que lo son— su voz es muy animada.

—¿Ya están listas?— pregunto, agarrando un guante de la mesa dispuesto a sacarlas del horno.

Alguien Para TiWo Geschichten leben. Entdecke jetzt