Al llegar allí, Perséfone cedió encantada una parte de su belleza para que la entregara a Afrodita, y Psique abandonó el inframundo con el preciado regalo. Sin embargo y a pesar del riesgo que corría, decidió abrir la caja tomando un poco de la belleza para sí misma, pues pensaba que si hacía esto, Eros volvería a amarla con toda seguridad.

Dentro del cofre estaba un sueño estigio que la sorprendió, sumiéndola en un profundo sopor. Eros, habiéndola perdonado ya, voló hasta su cuerpo y deshizo el sueño de sus ojos, con un beso.

Inmediatamente después, ambos subieron al Olimpo y el mismo dios del amor suplicó a Zeus y a su madre Afrodita, permiso para casarse con Psique. Zeus se lo concedió y le otorgó a Psique la inmortalidad, dándole de comer la Ambrosía.

Afrodita olvidó su rencor y la boda de los dos enamorados se celebró en el Olimpo con gran regocijo. Justo después de la fastuosa celebración Eros y Psique se amaron con gran deleite, y de esta unión tuvieron una hija a la que llamaron Placer. O en la mitología romana, Volutas. Voluptuosidad.

Amor y Psyque representan la unión del amor y el alma.

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Obviamente esto no me pertenece, forma parte de la mitología griega y romana. Pensé que quizás vendría bien una pequeña leyenda.

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Autum recibió la noticia del suicidio de su madre con un dolor atroz. Aquella circunstancia opacaba la reciente ilusión que sentía por la celebración de su matrimonio con Luck. No podría haber llegado en peor momento. La muchacha era consciente de que llevaba años viviendo a la deriva en una especie de negación constante. Tanto era el daño sufrido, que terminó encerrándose en sí misma y negándose la más mínima de las alegrías mundanas. Quiso castrar su esencia de mujer evitando a toda costa cualquier tipo de roce con el sexo masculino, que fuera más allá de lo profesional, y durante muchos años lo consiguió, incluso mantuvo a raya a Luck tanto tiempo como le fue posible, pero él supo tener paciencia y perseverancia. Cuando ella menos lo esperó, cuando quiso darse cuenta de lo que ocurría, el muchacho ya se le había metido en el alma hasta la raíz.

Ahora se enfrentaba a una nueva pesadilla, los fantasmas de su pasado volvían para atormentarla. Nunca imaginó que su madre, aquel ser amoroso y racional en extremo, que tantas veces la colmó de cariño y le brindó los mejores consejos, pudiera llegar a quitarse la vida. Nunca creyó que fuese a abandonarla así, lo podía imaginar de su padre, de quien tenía el peor de los conceptos, pero nunca de su madre.

Autum pensó que Nancy se recuperaría tarde o temprano, sabía que no resultaría nada fácil, de hecho pensaba que pasarían años antes de que estuviera completamente sana. Tenía la intención de hablar con Luck para poder tenerla con ellos una temporada, por si llegaba a existir algún cambio importante. En ningún momento intuyó que fuese su propia madre la que buscara la muerte.

Desde el momento en que echó a su padre y a la compañera de éste de su celda, fue incapaz de dejar de llorar. De alguna forma, el saber que tenía a alguien de su sangre que la amaba de manera incondicional, le daba fuerzas para seguir adelante. Esa persona ya no estaba, y a pesar de que contaba con Luck para todo lo que le hiciera falta, se sentía sola. Esa sensación le pesaba tanto que nada podía consolarla, ni siquiera su reciente compromiso, al que tenía la intención de aplazar por un tiempo, mientras guardaba el riguroso y correspondiente luto.

Unos pasos que se acercaban a su celda la pusieron en alerta, era uno de los guardias:

―¡Grey!, ¡en pie! ―gruñó el guardia―, el ministro Shacklebolt te ha hecho una concesión. ¡Es tu día de suerte…!, saldrás de aquí a una "suite" más cómoda. Y también tendrás una compañera. ¿¡Qué!?, ¿¡no estás contenta!?, ¡vas a tener a alguien igual de desgraciada que tú, con quien compartir tu desdicha…! ―terminó, soltando una risotada.

Enamorarse del enemigoWhere stories live. Discover now