La semilla de la duda

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Draco y Hermione se despertaron a primera hora agotados y luchando contra los lazos del sueño,

no habían dormido casi nada porque se habían pasado toda la noche haciendo el amor, no podían evitar terminar tiernamente abrazados, y acariciándose, se daban dulces besos de tanto en tanto, que inundaban de pura paz y felicidad sus almas, las caricias se hacían más sensuales y placenteras, y entre besos y besos que se profundizaban incrementando poco a poco en ellos la pasión, volvían otra vez a suspirar, y a desearse ardientemente, eran un imán el uno para el otro, una inagotable atracción los envolvía, y comenzaban a hacer el amor nuevamente, se habían pasado horas así, como si el tiempo a su alrededor se hubiera detenido hasta casi rallar el alba, y ya con el sueño venciéndolos, habían terminado otra vez abrazados y profundamente dormidos.

Escasas eran las horas que habían dormido, y cuando llegó el momento de levantarse, lo único que detuvo que empezaran otra vez a calmarse la calentura, fue que se les había echado el tiempo encima.

Pronto darían las nueve de la mañana, y a las nueve y media tenían que estar en San Mungo, se ducharon deprisa, se vistieron rápidamente y salieron en el carruaje tirado por los hermosos corceles negros, que galopaban veloces en el pálido cielo, cargado de blancos copos de nieve.

La imagen no podía ser más bella, hacía tiempo que se esperaba una tormenta, sin embargo, el inmenso firmamento, estaba decidido a derramar lentamente, y en su justa medida, sus pálidas lágrimas, en el interior del cálido carruaje iba Hermione adormilada y abrazada por los protectores brazos de Draco, que la mimaban y la hacían sentirse como en un dulce sueño.

Llegaron con veinte minutos de retraso, y ya estaban atendiendo a otras personas, por lo que tuvieron que sentarse a esperar mientras les hacían un hueco, y Draco le regalaba a Hermione, en voz muy baja, casi en un susurro románticas palabras de amor,

—he soñado contigo..., ¿sabes?, he soñado que estábamos en un bello paraje, cubierto de lavandas y amapolas, el cielo era de un azul intenso sin una sola nube, y el sol brillaba con fuerza..., había un pequeño lago de agua cristalina en el que se podían ver los guijarros y los peces que pasaban, y al pie, había un frondoso sauce llorón que extendía sus ramas hacia abajo casi hasta tocar el suelo, bajo él, estábamos tú y yo, desnudos sobre una colcha, haciendo el amor apasionadamente,

—Draco..., ¿no nos estaremos pasando con el sexo?, estamos disfrutando mucho pero...,¡es que ya lo estamos soñando y todo!,

—es que no puedo dejar de pensar en ti..., quiero estar contigo todo el tiempo..., te deseo..., te necesito..., eres lo mejor que me ha pasado en la vida, eres lo más bello que tengo, y no quiero que pienses que me refiero solo a la parte física, una cosa es el sexo y otra cosa es hacer el amor, y tú y yo hacemos el amor Hermione, lo que hay entre tu y yo es amor..., cuando pestañeas me derrito...,¿lo sabías?, tu mirada me derrite..., tu voz me estremece...

—Draco, es muy bonito y muy especial lo que estamos viviendo, yo no sé explicar muy bien todo lo que estoy sintiendo, siempre he controlado mis sentimientos a la perfección, siempre me he sabido dominar en todo momento..., hasta ahora..., ¡no sé qué me pasa!, siento que soy como una especie de..., no sé, de esclava de mis sentidos..., es como si no tuviera voluntad propia..., como si mi cuerpo se hubiera impuesto sobre mi mente,

—Hermione..., yo te amo con toda mi alma, por favor déjame demostrártelo, déjame hacerte feliz, solo te estoy pidiendo una oportunidad amor mío..., solo una, y no te arrepentirás, Hermione..., ¿me quieres?,

—Draco... —le contestó en un suspiro,

—¿Señores Malfoy?, pueden pasar —les comentó una enfermera,

Enamorarse del enemigoWhere stories live. Discover now