Feliz navidad, Draco

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Draco y Hermione acabaron ese primer trimestre de clases con las notas algo bajas, cosa que preocupó a Hermione más de la cuenta, ya que ella nunca había sacado malas notas, ni siquiera bajas, por lo que se sintió exageradamente fracasada, y con la conciencia intranquila de pensar que no se estaba esforzando lo suficiente,

ella era una muchacha muy responsable con sus estudios, nunca en su vida, por nada del mundo los había dejado de lado, siempre habían sido su prioridad en todo momento, únicamente cuando estalló la guerra y se unió junto con Harry y Ron a La Orden del Fénix, sólo entonces se desvió de su tranquilo y ordenado ritmo de vida, para luchar con todas sus fuerzas al lado de sus amigos contra Voldemort, y sus secuaces.

Claro que su vida había cambiado mucho, ahora estaba casada y secretamente enamorada del que fue su mayor enemigo después de El Señor Tenebroso, su vida se había vuelto increíblemente emocionante y llena de nuevas sensaciones y experiencias, por primera vez conocía lo que era el verdadero amor, había vibrado con cada exquisito beso que Draco le había dado, había flotado en el aire y se había estremecido al sentir sus suaves y cálidas manos acariciando placenteramente su delicada piel, por fin conocía y entendía la repetida expresión, de ver en el oscuro y nocturno cielo, fuegos artificiales.

Se había entregado a Draco, aunque empujada por el afrodisíaco Luxurium, plenamente consciente de lo que hacía, y ardientemente deseosa de que pasara, ella podía presumir como muy pocas mujeres podían hacerlo, de haber disfrutado plenamente de su primer orgasmo, justo la primera vez que hacía el amor, y con todo el romanticismo que conllevaba que se lo hubiera proporcionado el chico al que amaba con todo su corazón, que para colmo de felicidad, ya era su marido.

Llevaba una vida nueva, y mucho más estimulante, solamente se acordaba de vez en cuando de algunos episodios vividos en Hogwarts desde que tenía diez años, solo algunas puntuales vivencias la habían llegado a marcar, en especial en esos últimos años en los que la normalidad rutinaria de sus entornos mágicos y muggles habían cambiado casi radicalmente, pero la batalla contra el mal y la muerte de sus padres, lejos de hundirla en la profundidad de los infiernos, la habían hecho una mujer fuerte y aún más inteligente de lo que era, llegando a aceptar por su propio bien, y el bien de sus intereses, hacer tratos con sus viejos rivales y enemigos.

Se había casado con Draco obligada, coaccionada, y casi odiándolo, pero casualidades de la vida o de el caprichoso destino, habían terminado ambos perdidamente enamorados, Draco había decidido ser sincero con ella y confesarle sus verdaderos sentimientos, y empezar a construir entre los dos, un bello hogar y un futuro en común que cuidar, y por el qué luchar, hasta el final de sus días.

Pero Hermione no podía ver ese futuro del que Draco con mucha ilusión le había hablado, ella solo tenía en su mente y en su corazón, que toda esa felicidad que según él, les aguardaba en su matrimonio, no era más que una fantasía adolescente a la que se habían acogido, en un dulce e irracional momento de pasión y desenfrenado amorío de juventud,

Hermione tenía siempre muy presente que él era un Malfoy, y que ella siempre sería una Granger, él era un sangre pura, y ella una sangre sucia, y a pesar de que las cosas estaban cambiando y las leyes encarcelaban y multaban a los brujos y brujas por racismo y discriminación, sus mundos siempre serían diferentes, sus amigos y sus familiares jamás aceptarían su unión, siempre llevarían en sus hombros, el peso del rechazo de los demás y la siniestra sombra de los fantasmas del pasado, que les recordarían continuamente su enemistad y rivalidad, impidiéndoles poder ser felices.

Pero lo que su portentoso orgullo de verdad no aceptaba, era que la hubieran obligado a casarse y a llevar una vida en la que no pudiera ser libre para tomar sus propias decisiones, a pesar de su amor por él, Hermione nunca dejaría de sentirse prisionera entre sus brazos y en aquella mansión, nunca podría sentirse libre sabiendo que estaba atada a él por medio de un matrimonio forzado, que siempre había rechazado hasta el punto perder la voz, por un miedo atroz a reproducir aquellos terribles hechos, en los que estuvo involucrada junto a sus compañeros, en manos de la malvada tía de Draco, Bellatrix Lestrange.

Enamorarse del enemigoWhere stories live. Discover now