4 - Esa mierda de que la amistad es compartir

84 4 2
                                    

Siento la presencia detrás de mí, pero la ignoro.

-¡Sasha! ¡Quieto!

Solo cuando noto el bofetón, cayendo con fuerza contra mi nuca y resonando en las desconchadas paredes, me giro hacia la bruja. Lleva el vestido a la altura de la cintura, mostrando sin recato lencería de transparencias que ahora poco me importa. Su pelo rizado y rojo, alborotado como un nido de aves, enmarca un rostro de maquillaje corrido y mirada feroz. Suelto la presa y mi ansia remite bajo su intenso iris amatista. Podría matarla, podría hacer tantas cosas con su diminuto cuerpo... Pero no me tiene miedo, nunca lo ha tenido de mí o de los míos. Así no hay quien se gane el respeto.

-Joder, Di -respondo cabreado-, no me das ni un respiro.

-¿Un respiro? ¡Ibas a matarlo!

-¿Matarlo otra vez? -Sonrío con malicia, mostrando divertido una ristra de dientes afilados.

-Sí, bueno, otra vez. -Sabe que tengo razón y eso hace que su voz suene más áspera.

-Tú ya te lo has cargado dos veces. -Siento el picor en la palma de las manos, buscando piel que agarrar, carne que apretar-. ¿No me merezco alguna recompensa por las molestias?

-¿Molestias? Deja de quejarte -contesta exaltada. De repente es consciente de su aspecto y recoloca el vestido, dando fin a las maravillosas vistas que había empezado a apreciar debidamente-. Esto no es nada comparado con lo de tu hermanastro, Mordekai, hace dos meses, o lo de ese primo tuyo que solo perseguía a viudas menopáusicas. Por poco acaba con medio vecindario y si no fuera por mí...

-Vale, de acuerdo, eres una magnífica amiga y mi familia está como una puta cabra. -La interrumpo desapasionado y me siento junto al cadáver, inmóvil-.No mataré a este saco de huesos.

Entonces ella se percata del intenso y descarado escrutinio del vampiro. Sus mejillas recuperan ese delicioso tono sonrosado, convirtiendo su rostro en una apetecible manzana roja. No soy el único que desearía darle un bocado rápido.

-¿Qué! ¿Es que tengo monos en...? -Grita al vampiro, hipnotizado en su frente. Ella se toca la cara, con la sangre reseca sobre la ceja-. Oh...

Sale como una exhalación al servicio, descalza, ¿dónde demonios ha olvidado los zapatos de tacón? Bah, que se aguante. Miro al tipo a mi lado que sigue con la mirada cada pequeño movimiento de su deseable presa. No es más que un monigote muerto de hambre. Recién creado, malherido y sin alimentos cerca, poco tardará en deshidratarse y consumirse a sí mismo. Nunca he llegado a comprobar cuánto pueden aguantar sin morder sus propias muñecas y vomitar sus tripas acartonadas. Aunque dudo que sea un espectáculo bonito de contemplar.

Diona camina de vuelta al salón con la cara limpia y apoya la mano en su cintura. Es su postura más desafiante.

-Sasha, tienes que ayudarle.

Es malísima pidiendo favores.

-Ni hablar. -Rebusco en el bolsillo del pantalón hasta dar con el paquete de tabaco.

-Vamos... Necesito que hable y ahora está más centrado en mis venas y en cómo dejarme seca.

-Puede que no sea el único -le sonrío sin máscaras ni trucos, con la expresión más sádica que puedo componer. Y llevo muchos años practicando.

-Déjate de gilipolleces y hazlo -me regaña, quitándome de un manotazo el cigarrillo.

Resoplo. ¿Veis? Nada de respeto.

-De acuerdo, pero no le va a gustar. -Saco otro cigarrillo y la miro, con el iris fundido en esa sombra de odio que da forma a nuestra amistad-. A mí no me va a gustar.

-Ya, claro.

Mierda.

Qué asco.

Pero es la salida más rápida e indolora. Más o menos.

La evidente incomodidad de Diona me da el último empujón. Le permito que observe mientras, con el cigarrillo apagado en el suelo, muerdo mi antebrazo sin pestañear y se lo ofrezco al famélico vampiro.

Espero que a ella tampoco le guste.

Sasha - Mestizo de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora