16 - Los finales felices son para debiluchos

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En cuanto Mordekai abandona el claro, Diona aparece a mi lado. Esgrime la daga de su madre entre las dos manos, la misma que ha mantenido oculta durante todo el viaje, hecha del mismo material que las de la Orden del Voljóv, los cazadores humanos. Su expresión es cualquier cosa menos amistosa.

—¡Hay más vampiros y no me habías dicho nada?

—Sí, bueno... —Esquivo a la izquierda, luego a la derecha, finto hacia el otro lado y la rodeo, cogiendo su delicada muñeca entre mis dedos y controlando su movimiento. Aprieto con suavidad, lo justo para que la presión la obligue a soltar el arma.

—Vámonos a casa. —digo junto a su oreja y me separo antes de que me fulmine con una palabra. Abro la puerta del copiloto, invitándola a entrar—. Enchufo las bujías y nos ponemos en marcha.

—¿Qué? ¡No! —grita mientras recoge la daga del suelo y la limpia contra el muslo. Al menos no vuelve a intentar clavármela—. Suka no está muerta del todo, los refuerzos que han llegado la rescatarán y se curará en unas horas. ¡Tenemos que ir a por ella! —Parece hasta sorprendida por mi actitud. ¿Más problemas? No, gracias.

—Ni hablar. Los muertos a los muertos y tú y yo nos merecemos una buena cama. —Ella enarca una ceja—. Por separado.

—Pero...

Subimos al coche, arranco y enfilamos hacia San Petersburgo, de vuelta al hogar. Todavía siento los huesos molidos y la mano machacada por la brutalidad de la vampira y su improvisada estaca. Calmo la crispación tamborileando los dedos sobre el volante, con el cosquillear de los nervios desentumeciéndose. Sería agradable si no fuera por su mirada de odio.

—Olvídalo, Di. —Va a contradecirme con alguna agudeza mental o frase ingeniosa, pero la interrumpo—. No seas tonta, sabes lo que va a ocurrir: Mordekai mandará a dos novatos a Nóvgorod, seguro que a Maverick y a cualquier recién despertado. Harán unas preguntas, amenazarán, torturarán y darán con la colgada de tu amiga.

—O la cagarán, pegarán a quien no deben, matarán algún humano por el camino y Suka volverá para intentar matarme, otra vez. —Golpea con el puño cerrado su pierna—. Esto solo puede acabar de una forma, Sasha, y tú...

—Esto no va a acabar nunca.

La rueda de la venganza no se detiene por nadie. Eso lo sabe hasta la criatura más penosa de cualquier especie. El que entra no puede escapar. Aprieto los dientes, cierro los ojos un segundo y suelto todo el aire de los pulmones, despacio. Abro la guantera con brusquedad y localizo el último paquete de tabaco entero que me queda.

No puedo mirarla, como me gire y cruce mis ojos con los de ella, caeré; en cuanto vuelva el rostro y su iris violeta me... Mierda.

—A tomar por culo. —Doy un frenazo en medio de la carretera que acabamos de tomar y realizo una peligrosa maniobra de 180 grados. Hacia Nóvgorod. Hacia nuestra perdición—. Puede que así al fin me cuentes toda la mierda que ocultas en esa ciudad. Además, o lo hacemos nosotros o se encargarán los cazadores. Será divertido. —La miro de reojo mientras enciendo el vigésimo cigarrillo del día—. Y sé que estás deseando ver la cabeza de esa zorra reventada por tus truquitos de magia.

Ella me dedica una amplia sonrisa, de pequeños dientes blancos y adorables hoyuelos. Solo yo consigo sacarle esa sonrisa, o eso me gusta pensar. ¿Que por qué me dejo engañar así? Si supierais la mitad de las cosas que yo sé os aseguro que sabríais apreciar una buena amistad y, qué coño, ¿quién no se apunta a una deliciosa matanza por la mañana? ¿Eh, quién?

Sasha - Mestizo de SangreDove le storie prendono vita. Scoprilo ora