Capítulo 04. •Corredores•

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—Alicia tendrá que esperar un poco, chico nuevo —mencionó Londres usando un tono serio e imperativo, que sonaba más como una voz de mando. Con un movimiento de la cabeza me anunció que lo siguiera, guiándome hasta la salida de la habitación. Finalmente vería algo más que el improvisado cuarto de enfermería y escaparía del incesante murmurar del anciano senil que meditaba en la otra camilla.
Con pesadumbre me incorporé, mis rodillas temblaban, no obstante, me esforcé para ocultar mis flaquezas.
Comencé a seguirle. Londres avanzaba al frente con firmes y grandes zancadas, el movimiento de sus brazos producía un ligero y casi imperceptible sonido metálico. Tayna Gray caminaba a mi lado sin quitarme la vista de encima. Aun me sentía atontado, aunque ya debía comenzar a recuperarme del todo de los efectos de la parálisis.
«¿Dónde estaba?» Podía ser en cualquier parte del continente. Las dudas roían la porción curiosa de mi cerebro, sin embargo, las respuestas a mis preguntas no parecían distantes. Conocía a ciencia cierta que me encontraba en el interior de la Base de los Corredores, mas me resultaba un misterio su localización y no me atrevía a preguntar a mis guías, me habían dejado claro con anterioridad que mi presencia era una amenaza para toda seguridad.

Quería desesperadamente hallar alguna pista de mi paradero, por muy mínima que fuera. Mi mirada no dejaba de posarse en todos los detalles que se desdibujaban a mi paso.
Primero, atravesamos un espacioso corredor, parecía ser la única ruta de acceso al área de enfermería. La humedad que acariciaba a las paredes de piedra descubierta era visible. Era un camino nada revelador, un pasaje penumbroso y poco concurrido. Rara vez nos topamos con algún que otro Corredor que deambulaba por las inmediaciones.
Dentro de aquellos muros reinaba la hermeticidad. Los techos, elevados y de fino acabado, mostraban la simpleza de las construcciones renacentistas de los siglos anteriores. Me sentía como un turista en medio de tan preciosa arquitectura, muy superior en comparación con la arquitectura de la vieja enfermería. El aire que llegaba a mis pulmones se sentía fresco, aunque los ventanales permanecían sellados desde el interior.
De a poco nos fuimos adentrando en un espacio más animado. Asumí que era el centro del refugio, donde se ideaban todos esos planes maquiavélicos que después se llevarían a cabo. Una vívida e intensa luz blanca extinguía hasta el menor indicio de oscuridad. Varios subniveles superiores, a los cuales se accedían a través de escaleras de acero dividían el espacio de la sala, notándose la mixtura con las nuevas tecnologías. Colgado en la pared al fondo, un enorme medallón dorado decoraba la instalación. Ahí no acababa nuestro recorrido.
Por un momento quedé anonadado en el deleite de lo que parecía ser una pelea amistosa entre dos de los Corredores. Ocupaban una superficie esquinada que al parecer suplía la función de ring de boxeo, a su alrededor se reunía un amplio grupo de expectantes que animaban y vociferaba en torno a la pelea.
—Bienvenido al Área Central —pronunció Londres alzando su voz sobre el ajetreo del gentío—. Ahora sigamos nuestro camino.

Grandes galerías y salones, escaleras metálicas y un sinfín de habitaciones convirtieron el recorrido en una experiencia laberíntica. En las zonas venideras la calma volvió a reinar.
—Hey tonto, ¿te encuentras bien? —preguntó Tayna observándome, tenía la sensación de que no había dejado de hacerlo a lo largo de todo el camino—. Este es nuestro hogar. Aquí pasamos la mayor parte del tiempo, las calles no son seguras para gente como nosotros. Somos renegados.
Me limité a asentir con la cabeza.
Vaya dilema, no me sentía tan mal después de todo compartiendo refugio con los criminales más buscados del continente. Mientras mayor era el tiempo que pasaba entre ellos más sentía que pertenecía, que encajaba a la perfección, aunque yo no era un delincuente.
Nuestros pasos retumbaron como tambores en medio del silencio. Entre tanta quietud me volvió a rondar la certeza de que necesita contactar con Alicia, sin embargo, el par no me dejaría continuar con mi objetivo por alguna extraña razón. Me encontraba en terreno desconocido por lo que no podía negarme.

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