Lo prometo. (Capítulo 28)

Start from the beginning
                                    

Bajé del auto y apoyé mis pies sobre el suelo frío. Comencé a dar algunos pasos, pero las pequeñas piedras se enterraban en las plantas de mis pies.

—No, no puedo caminar así —dije quejándome un poco.

Y de pronto, mis pies y mi cuerpo flotaban sobre el suelo. Jimin me tomó de las piernas y el torso, cargándome en sus brazos audazmente como una princesa en apuros. Me abracé a su cuello impulsivamente. 

—¿Qué haces? —dije pataleando por su inesperado agarre.

—Mi chica está en peligro de nuevo, sólo la protejo —me sonrió.

—Jimin, sólo son piedras.

Se quedó callado, mirándome.

—No importa lo que sea, te protegeré de cualquier cosa que te haga daño.

Y sentí el rubor subir en mis mejillas.

No le respondí, simplemente lo seguí mirando perdidamente a los ojos. A final de cuentas, una mirada decía más que mil palabras.

Se acercó a mí para plantarme un dulce beso.

Caminó conmigo entre sus brazos hasta la orilla del solitario mirador, y se sentó en una piedra grande y plana que había ahí. Me sentó sobre su regazo, y yo seguía abrazada a él escondiendo mi cara en su cuello.

—Mira —dijo acariciándome el hombro.

Entonces me separé de él, miré hacia el frente, y una vista increíble iluminó mis ojos. Una vista perfecta de todo Seúl, estaba frente a nosotros. Todas las luces se apreciaban tan detalladamente gracias a la oscuridad del cielo. 

No era nada comparado al mirador de la cabaña, donde se veían únicamente las pocas luces de las pocas casas que había cerca. La ciudad, la ciudad era simplemente increíble. 

—Es precioso...

—Vaya que lo es —dijo mirando lo mismo que yo.

Duramos un tiempo contemplando la hermosa vista, y el sereno comenzaba a caer sobre nosotros. Comencé a tener frío, y mi cuerpo temblaba levemente junto al suyo.

—¿Tienes frío? —preguntó acariciándome los brazos.

—Un poco.

—Espera aquí.

Jimin se puso de pie y se dirigió al auto. Yo seguí mirando al frente, contemplando la hermosa vista.

De pronto, sentí algo suave y cálido sobre mis hombros. Jimin me había puesto una manta cubriéndome del frío. Se acercó a mí y me volvió a cargar para volver a sentarme en su regazo. Me abrazó suavemente a él envolviéndome por completo con la manta y con sus fuertes brazos, brindándome todo su calor. 

—¿Mejor?

—Mejor —sonreí recargando mi cabeza en su hombro.

Una hermosa vista, estar a solas con él, en la oscuridad y tan cerca... era simplemente inexplicable.

—¿Sabes? —habló.

—¿Qué pasa?

—Esto es realmente agradable. Y algo nuevo para mí.

—¿A qué te refieres?

—Jamás había apreciado los pequeños detalles que tiene la vida, hasta que te conocí —hizo una pausa—. Tú disfrutas de estas pequeñas cosas que tenemos a nuestro alcance. Siempre sonríes y te alegras por detalles tan insignificantes, pero que en el fondo, son las cosas más grandes, valiosas y significativas que existen... Me has enseñado a ver la vida de otra manera, y eso me gusta.

Me quedé callada, sin saber qué responderle. Me apretó aún más a su cuerpo, y besó mi frente.

—Quiero estar contigo, sólo eso. Nunca antes había querido tanto a una persona como te quiero a ti. Quiero que te quedes por siempre conmigo, y que no mires nunca a nadie más que no sea a mí —dijo apretándome más a él.

—No me iré, mientras tú no lo quieras...

—Te prometo, que te querré siempre conmigo.

—Lo prometes?

—Lo prometo.

Entonces guardé sus palabras dentro de mí, como lo más preciado que había tenido.

Después de eso, charlamos de cosas vagas y sin sentido, simplemente admirando y disfrutando de la vista. Las horas pasaron sin darnos cuenta, y se dieron las 2:00 am.

—Creo que debemos volver, si tus padres llegan a descubrir que no estás, me van a castrar —dijo.

—Cierto, lo había olvidado por completo...

Nos pusimos de pie y Jimin volvió a cargarme en sus brazos hasta el auto. Me encantaba que me cargara, me hacía sentir una princesa. 

Entré y él lo hizo también poniendo en marcha el motor. 

Después de conducir por casi 30 minutos, llegamos de nuevo a casa. Bajamos del auto y nos dirigimos a mi ventana.

—¿Y cómo se supone que subiré? —dije en voz baja, mirando hacia arriba.

—Yo te ayudaré, súbete a mis hombros.

—¿Eh?

—Vamos, sólo hazlo.

Jimin se agachó para poder alcanzarlo, y como dijo, me subí en sus hombros.

—Agárrate bien —se puso de pie conmigo encima de él. Me tambaleé un poco pero tomé agarre de la rama del árbol que estaba ahí.

—Vamos, ahora sube.

Como pude, tomé agarre con ambos brazos y subí por la ancha rama. Estiré mi pierna hasta llegar a mi ventana, y así fui pasando el resto de mi cuerpo hasta quedar dentro de la habitación.

Cuando miré hacia abajo, Jimin estaba subiendo también.

—¿Qué haces? —me sorprendí.

—Olvidé hacer algo.

Me hice a un lado para dejarlo pasar, y en cuanto entró, se lanzó a mí para besarme. Me devoró completamente, haciendo danzar nuestras lenguas al compás de nuestros labios.

Se separó de mí, sujetándome por las mejillas y pegando nuestras frentes.

—Te quiero, te quiero demasiado —declaró.

—También te quiero, realmente te quiero —le respondí con el corazón en la mano.

Me abrazó fuertemente.

—Descansa nena.

Se separó de mí y salió por la ventana después de darme una última mirada. Me acerqué a la ventana y lo vi alejarse hacia el auto. Arrancó y poco a poco fue desapareciendo de mi vista entre la oscuridad de esa maravillosa noche.

Sí, estaba maldita e irremediablemente enamorada de él. 

***

¡Hola mis queridas lectoras!

Quería preguntarles, ¿qué tal les está pareciendo la historia? 
Realmente me gustaría saberlo, créanme que amo leer sus comentarios, me motivan mucho a seguir escribiendo. Díganme si les está gustando, o si tienen sugerencias también háganmelo saber, todo sea por complacerlas.

Muchas gracias por leer y apoyarme, son las mejores. 


Una flor sin pétalosWhere stories live. Discover now