Capítulo Veintiocho: Daño por todos lados

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Adam

— ¿Y qué se supone que haremos? Tú quieres lastimar a Kael y yo quiero estar con él. Son cosas muy distintas como para ponernos de acuerdo. — resoplo, si tan sólo Cristal se quisiera un poco no llegaría a donde se encuentra ahora mismo.

— Sólo cállate y sigue con lo que te digo. — eleva los hombros y saca su teléfono. Estaba desesperado por ver a Kael revolcándose en miseria total.

Después de la llamada que le hice a Lauren me di cuenta que iba a ser más difícil de lo que creía dar con él. Mi hermanito era un chiquillo afortunado, millonario para ser exacto, nacido en cuna de oro y perteneciente a la estirpe desde pequeño, yo debí ser él. Todo lo tuvo, yo no.

El anillo de seguridad era grande, como de unos 6 o 7 hombres en cubierto al rededor de Lauren y de 3 hombres para Kael. Kael se descuidaba bastante, claramente era a mi beneficio, por eso amenacé a Lauren antes que a mi hermano, ella es su prioridad. 

Una lástima lo que había pasado en la discoteca, lamentaba en serio que Lauren viviera algo así, aunque ver sufrir a Kael por ello fue bueno, satisfactorio.

Pero si la única manera de llegar a él, es por medio de Lauren, no pretendía detenerme por ella. Tenía muy bien ordenada mis cartas y estaba listo para jugar.

...

Lauren

Amaba los debates, me hacía sentir en alguna clase de guerra erudita, siempre me preparaba para argumentar y explicar todo bien y me encantaba aprender mucho de los temas que correspondían.

Había hecho una par de compañeros cercanos, Evey y Ross, era con quienes más me llevaba y tenía una buena comunicación.

Aún no me acostumbraba al anillo de seguridad, ni siquiera me dejaban saber sus nombres y eran todos unos gruñones, yo les apodé según números, guardia 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7. Era la hora de descanso y fui a la biblioteca por unos libros que debía leer.

Había estado yendo con un psicólogo que mamá contrató. Dr. Vane, dijo que había estado muy estresada y expuesta a situaciones que ponían en riesgo mi tranquilidad, por ello mi cuerpo reaccionaba con temblores y yo no me daba cuenta. Además que había empezado la universidad, claramente no iba a estar del todo bien.

Dejo mis cosas en una silla y voy a buscar los libros que corresponden, dos de historia política y uno de acontecimientos que marcaron la política. Los estantes están repletos de muchos libros, agobiante. 

Siento la presencia de alguien más, de seguro era otro estudiante.

Sigo buscando, me incomodo al darme cuenta que la persona no se aleja de mí y me sigue. Volteo a ver y se me va el aire al ver a Adam.

No me da tiempo de reaccionar cuando me aprisiona contra el estante y tapa mi boca.

— Gritas y Jazz puede que sea atropellada. — la rigidez invade mi cuerpo, ¿Qué clase de enfermo es? — Y ni se te ocurra atacarme. — mi gas pimienta estaba en la mochila, carajo.

— ¿Qué quieres? ¿Cómo entraste aquí? — Pregunto exasperada. No era posible que entrara tan fácilmente.

— Curiosa, como siempre. — murmura cerca de mi rostro, lo alejo. — Imagínate qué tan fácil fue entrar y verte, ahora imagínate que puedo hacer lo mismo con Kael, verlo y hacerle un par de cosas. — frunzo las cejas.

— No.

— ¿No qué?

— No le hagas nada. — sonríe.

La Realidad De Los Chicos Malos Where stories live. Discover now