Capítulo Dieciocho: Dormir

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Bajamos del Uber, mamá se encargó de advertirnos muy bien que nos cuidaramos y que no recibieramos nada de extraños. Nos dio gas pimienta y nos abrazó para despedirse. Sentí que mi madre estaba nostálgica, era la primera vez que ella me permitía salir y estaba conciente de que no íbamos a tomar juguito de manzana ni a jugar como chiquillas.

El club era exclusivo pero no por ello dejaba de ser divertido, Jazz tenía pases VIP gracias a un par de contactos de su padre y pese al reciente divorcio de sus padres, ellos no le negaba nada. Entramos y el calor inundó mi cuerpo, habían luces de colores que alumbraban el lugar y una gran pista de baile, la barra era el centro de atención con el gran mueble lleno de licores de todo tipo que albergaba. Ni siquiera había tomado algo y me sentía medio ebria.

— ¡Vamos a celebrar esto como se merece! — asentí sonriendo nerviosa. — Oh, invité a un par de amigos, espero no te moleste. Quise invitar a Aaron pero pidió disculpas, sus padres lo están presionando con la elección de universidad y las becas. Pero te manda felicitaciones y dice que pronto enviará tu regalo.

— Claro que no me molesta. Hubiera deseado que Aaron estuviera aquí, gracias por invitarlo. — dije. Esta noche debía ser buena y esperaba no acabar como las últimas veces que bebí alcohol. No pretendía quedarme tirada de borracha, pero sí quería divertirme y beber algún trago.

Nos sentamos en la barra y pedí una soda para iniciar con la noche.

— ¡Llegaron! — volteé mi rostro y casi me iba de espaldas.

—¿Bradley? — estaba igual de sorprendido que yo.

— ¿Se conocen? — asentí, ¿Cómo olvidar al chico de coqueteos básicos?

— Hola Lauren. — saluda y atrás de él aparece Trevor. No habíamos hablado desde la vez que tuvimos una cita y Kael fue mi acompañante.

— Hola chicos. — saludé con una seña, después saludaron a Jazz y nos fuimos a sentar en una butaca grande con una mesa. Trevor casi ni me saludaba y entendía ello, Kael le había dejado muy en claro que no debía acercarse a mí con intenciones más allá de la amistad. Para él era mejor si no se me acercaba y ya.

Pedimos unos tragos con alcohol y soda, algo suave para empezar. A la par mía estaba Jazz que hablaba plácidamente con Bradley.

— ¿Cómo has estado? — pregunté, sus ojos me escanearon el rostro y sonrió de lado.

— Supongo que bien. — asentí incómoda, conforme pasaba la noche seguíamos hablando y el ambiente se había tornado más ameno, había tomado dos sexo en la playa y una piña colada. Era delicioso, teniendo en cuenta que mi única experiencia con el alcohol había sido con cerveza esto se sentía como el paraíso.

— Hay que ir a bailar. — Jazz habla sonriente, asiento y dejo la cartera en la butaca al levantarme, pero mi teléfono empezó a vibrar desesperado. Fruncí el ceño, era Kael. Estaba enojada aún pero le contesté.

¿Dónde estás? — vaya, se desaparecía y cuando aparecía estaba reprochando, su tono era enojado.

— Aquí, celebrando mi cumpleaños. — un silencio incómodo reinó del otro lado de la línea. — Si me llamaste para decir algo dilo ya.

¿Estás en una fiesta? — su voz se escuchaba irritada.

— Sí, así que permíteme colgarte y dejar esto por la paz que tengo que ir a celebrar mi cumpleaños. — una risa fingida resonó.

¿Dónde estás? Quiero verte. ¿Por qué no me dijiste dónde estabas? — mis mejillas se encendieron.

— No tengo qué, Kael. Somos pareja, no eres mi padre así como yo no soy tu madre y no me tienes que decir lo que haces así como yo tampoco. Es recíproco, tú lo quieres así, entonces yo también.

La Realidad De Los Chicos Malos Where stories live. Discover now