Capítulo 7: Torbellino

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«Te entiendo, Sylvia. Comprendo por qué quisiste irte. Seguro estabas cansada de sentirte sola y asustada. Cansada de acarrear el peso de mil preguntas que quedaron en el tintero. Solo querías volver a verlo: ciega de dolor, el recuerdo de sus abrazos te debe haber llamado».

«¿Debería imitarla?»

Mis ojos viajan a la ventana sin cortinas del salón de clase mientras hago un esfuerzo sobrehumano para no pensar en ella, pero claro está, sigo sin sacármela de la cabeza. Porque mi boca está recitando su poema.

La conozco. Googleé sobre su vida, y sé que su madre se llamaba Aurelia, y que sus dos hijos se llamaban Frieda y Nicholas. Ellos casi ni conocieron a su madre...

Pienso en Brisa y Tommy... Ellos casi ni conocieron a papá.

Luchando contra las lágrimas que queman el interior de mis párpados, continúo recitando.

Lo hago por ella: la chica que coqueteó con la muerte utilizando una cuchilla afilada.

Lo hago por mí: una chica que quiere que le crezcan raíces así puede enterrarse en la misma tierra en la que su padre descansa.

Lo hago por ambas: porque nuestro dolor es tan inmenso que cuesta respirar. Porque extrañarlo se  siente como si flotáramos en el agua, con una pena tan pesada que nos hunde, llevándonos a lo profundo.

Quizás sea buena idea escuchar a la marea que tengo dentro... a su llamado.

«¿Hay dolor donde te encuentras, Sylvia? ¿Es mejor allí? ¿Lo es?»

Continúo recitando, verso a verso: mi cadencia firme a través de las líneas; constante como el amor que ambas necesitamos tanto. Honrando a su padre llamado Otto, que estudió Biología y se especializó en Apiología: la rama de la zoología que trata de las abejas. Y al mío, Franco, que las amaba y me llamaba abejita. Increíble coincidencia, ¿no lo creen así?

Y en ese momento infinito y molecular, le agradezco profundamente a mi locura el poder seguir escuchando su voz. Aunque sea mi secreto más terrorífico.

—Mi abejita, siempre tan talentosa. Amo oírte recitar poemas —Papá viene a mí, convocado por mi necesidad.

«Entonces no me distraigas, pa. No quiero olvidarme de las palabras. Quiero que me salga perfecto para ti».

No le va a importar tener que esperar en silencio mientras termina el poema. Me regala una risa leve, y se desvanece al mismo tiempo que el poema llega a su fin.

Entonces la escucho. Es la chica venenosa del lago, regurgita ácidos comentarios sobre como recité. Hace referencia a las galletitas porque me ve gorda.

Clic. Cada risotada colectiva fragmenta mis huesos, y deseo ser invisible.

Clic. Cierro mis ojos por un segundo y sé que el torbellino está en camino...

—¡Cierra tu puta boca, Lorna!

Su voz me trae de vuelta. Mi mente se estrella contra mi cuerpo, y en una fracción de segundo, mi mundo se vuelve del color de su mirada.

«¿Es real esto que está sucediendo? ¿Por qué le interesaría defenderme si ni siquiera me conoce? ¿Es que acaso puede gustarle una chica medio rara, que recita poesía depresiva sobre el agua y la muerte?»

Mierda... todos en la clase lo miran. Inclusive yo. Sus mejillas se tiñen de rosado, y creo que nunca vi algo tan hermoso en mi vida. La forma en que me observa me hace sentir muy vulnerable.

«No necesito esto».

«No quiero ser el centro de atención».

«No quiero ser rescatada y ganarme el odio de esta chica que claramente quiere la atención que él me está dando».

Suena el timbre justo cuando se levanta y parece querer caminar a mi banco. Salgo disparada hacia la puerta, aterrada con la idea de que se me acerque. Nos imagino juntos, lado a lado, el hermoso y yo... bueno, siendo yo.

«Necesito irme ahora mismo».

No existe un universo en el cual alguien tan bello por dentro y por fuera pueda interesarse en mí.

Clic. Corre, Alba. No la dejes ver lo mucho que te gusta ese chico de ojos azules infinitos.

Clic. Ya siento cómo me desprendo de mi cuerpo. Este sentimiento de vacío es tan hermoso.

Clic. Algo sólido se estrella contra mi costado derecho. Mi hombro me duele obligándome a enfocar la vista.

Son ellos, los del lago. Todos alrededor mío, diciendo cosas que no quiero escuchar. Les contesto algo, no sé bien qué. A lo lejos lo veo parado, parece tenso mientras juguetea con el cable de sus auriculares. Y otra vez me defrauda. No hace nada para detenerlos.

"River", lo llaman sus amigos. Su nombre fluye en mi pecho adolorido. Me mira boquiabierto, quizás ya no quiere defenderme. Quizás ya piensa como ellos: que no valgo la pena.

Mis ojos se llenan de lágrimas de solo pensarlo. Me doy cuenta de que mi libro de cuentos, ese que llevo a todos lados, está tirado en el piso, sus páginas dobladas.

«Perdón, papá. Sé cuánto te gusta leer sus historias. Prometo cuidarlo mejor».

Clic. Ahora si estoy llorando enfrente de todos y me odio por ello.

Clic. Bienvenido seas torbellino. Bienvenida ingravidez. Ayúdame a alejarme de aquí. Y no. No me importa adónde.



N/A

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Buenoooo, ya van conociendo un poquito más de Alba y su secreto. Su mente es un lugar increíble, pero también aterrador en momentos.

Espero que sigan dandole una oportunidad, seguro quiere contarles su historia. ¡Esto recién comienza!

Les mando todo mi amor, me voy a comer un pedacito de torta de choco. Me lo merezco jeje.

Sigan dejándome mensajitos que los leo todos. Nos vemos mañana con otro capi. ¿Será que se encuentra con River adonde sea que ella se escapó?

Chuik de choko 💋🍫

Noda

OlvídameWhere stories live. Discover now