Capítulo 9.

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Cuando Amelie ve a su hijo frente a ella con una sonrisa inocente entre sus labios intuye que algo había pasado, pero su preocupación se desvanece cuando ve a Harry al costado de Louis.

—¡Harry, mi niño!— deja el cuchillo sobre la tabla de madera y limpia sus manos en su delantal para luego acercarse al ojiverde.

Lo envuelve con sus cálidos brazos y Harry se aferra a ella, se deja mimar.

Louis lo observa desde un costado y su garganta se cierra.

Ver como el rizado cerraba sus ojos y asentía ante las preguntas bajas que formulaba su madre, lo ponía sentimental.

—¿Por qué están tan temprano de vuelta? ¿se cancelaron las clases?— Harry muerde su labio inferior estando aún entre los brazos de la madre de Louis y luego se aleja un poco de ella.

—Ocurrió algo en la escuela, por favor siéntate— Amelie abre sus ojos y se sienta en el sillón detrás de ella, Louis suelta un suspiro y sacude sus manos.

—¿Qué pasó?

—Tuve un problema con un compañero de clases y luego Harry fué a por él, ese idiota le dijo algo ofensivo y también lo golpeé, bueno... Resumidamente el director nos suspendió por cuatro días.

Louis habla tan rápido que Harry llegó a papardear un par de veces, le había costado procesar la información.

Pero eso no era problema para la madre del ojiazul.

—Louis William Tomlinson— el castaño se encoge en su lugar cuando lo llama por su nombre completo, no le gustaba cuando alguién lo hacia— explícame bien la historia.

—Señora Tomlinson, míreme— Harry da un paso y la mirada de Amelie se pone sobre el ojiverde— es culpa mía, este chico, Joel tiene problemas conmigo desde hace mucho tiempo y como no logra irritarme fácil se fué contra Louis.

Louis lleva una de sus manos a su nuca y rasca esta con suavidad, estaba ansioso.

—Louis llegó de comprar y noté marcas en su cuello, me molesté y golpeé a Joel— Amelie abre sus ojos, pero no dice nada— ese chico me llamó huérfano y Louis se molestó por lo cual también lo golpeó, fue así como terminamos en la oficina del director, todo fué culpa mía y realmente lo lamento.

—Okay... — Louis ve como su madre se levanta de su lugar y se acerca hasta a él, mueve hacia a un lado la camisa de Louis y revisa las marcas rojizas que aún seguían en su piel— y este chico Joel ¿cómo quedó?

—Horrible.

—Bien merecido se lo tenía, ¿ustedes están bien?

Louis suelta todo el aire retenido, ¿era en serio?

—Ambos estamos bien.

—Entonces no hay nada de qué preocuparse, ¿tienen hambre? Pronto estará la comida lista.

Harry mira a Louis y este se encoge de hombros, el ojiazul estaba seguro que la presencia de Harry tenía que ver en su actitud.

Su madre lo habría castigado o algo por el estilo.

Debía aprovechar que su madre estaba de buen humor.

—Mamá... — comienza suave y avanza un par de pasos hacia a ella— ¿Harry puede pasar estos días conmigo?

—¿En tu habitación?

—Sí— Louis muerde su labio inferior y se queda quieto en su lugar cuando nota la forma extraña en que lo mira su madre.

¿Ella...? No, imposible.

Jamás había había dado indicios de sus sentimientos, era imposible que lo supiera.

—Claro que sí amor, ¿tu padre está al tanto Harry?— Louis voltea hacia el recién nombrado y este se remueve incómodo en su lugar.

Carraspea y se encoge de hombros.

—No le importará.

—Está bien, suban y los llamaré cuando la comida esté lista.

Louis no lo piensa si quiera, simplemente toma la mano de Harry y jala de él hacia las escaleras.

El ojiverde ríe con suavidad al verse a sí mismo tropezando con los peldaños de la escalera.

—Tu madre siempre ha sido amable— murmura una vez que ambos están afuera de la habitación del ojiazul.

—La mayoría del tiempo lo es— comenta y abre la puerta, se siente aliviado al saber que esa mañana había ordenado su habitación antes de irse.

Harry mira a su alrededor y entrecierra sus ojos, casi nada había cambiado desde la última vez que entró a esa habitación.

La mirada del ojiverde se pone en el estante que estaba arriba del escritorio de Louis en busca de eso.

El castaño se da cuenta y sonríe con ternura, camina hacia su estantería y toma el pequeño peluche.

—Aquí sigue, sabes que no lo tiraría— Harry sonríe y toma el pequeño oso de peluche entre sus manos.

Ese pequeño objeto tenía historia.

Hace un par de años atrás ambos venían de vuelta de la escuela y afuera de la heladería del pueblo habían puesto una maquina para sacar peluches, ya saben esa que tenía la garra.

Harry se había emocionado y Louis había puesto mala cara, decía que esas máquinas sólo robaban dinero.

El rizado rodó sus ojos y sólo necesitó una moneda para sacar el peluche, había callado la boca del ojiazul.

Harry había estado muy feliz, pero no quería conservarlo, así que se lo regaló a Louis.

El ojiazul cuidaba ese peluche con su vida, era el único que tenía.

—No puedo creer que aún lo conserves— Harry ríe y se sienta en la cama del ojiazul.

Louis prende la televisión y quita sus zapatos, se estira en su cama y palmea  con suavidad a su costado.

Harry voltea a verlo y lo entiende, le estaba pidiendo que se recostara a su lado, así que simplemente lo hace.

Louis muerde su labio inferior e intenta que no se notara su respiración agitada, ¿había alguna probabilidad de que Harry escuchara su corazón desbocado?

Mantiene su mirada fija en la televisión y comienza a buscar alguna película que les gustara a ambos.

El ojiazul se detiene en una y ambos voltean a mirarse, era una de sus favoritas.

“Shrek 2” se estaba reproduciendo y no podían dejarla pasar.

Louis deja ese canal y ambos se acomodan para poder verla, el ojiazul sólo se permitía ver de reojo a Harry y la paz que siente al ver cómo este estaba cómodo, sonreía y pronto comería junto a él, era inmensa.

Lo estaba cuidando a su manera y eso era lo que importaba, cada pequeño gesto contaba.

Dandelions |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora