Capítulo 5.

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Las últimas horas de la madrugada se pasaron volando y finalmente los primeros rayos de la luz del sol se introducieron a través de la ventana de Harry.

Ambos se habían quedado toda la noche conversando de cosas sin sentido, recordando sus historias de pequeños, Louis se había avergonzado cuando Harry le recordó esa vez de Halloween en dónde se disfrazaron complementariamente.

Ambos se habían disfrazado de dulces, fueron los disfraces más ridículos que alguna vez habían usado.

La madre del ojiazul los había hecho para ambos.

Literalmente ambos estaban cubiertos por un papel brillante que sonaba cada vez que daban un paso.

También recordaron los paseos escolares en dónde ambos solían salirse de la fila e iban a explorar solos a su alrededor, varias veces se habían ganado una reprimenda, pero no les importaba.

Ellos sin duda llevaban años de historias juntos, construyendo su camino de a poco con los recuerdos que iban obteniendo cada día.

¿Podían darse una idea de lo importante que era la amistad de Louis para Harry?

Harry no lo decía en voz alta, siempre fué bastante introvertido, pero Louis era sin duda la persona más importante en su vida.

Ha estado en la oscuridad durante tantos años y el ojiazul ha sido ese pequeño rayo de esperanza, porque todos sabían que Harry no era creyente en nada.

Pero si creía en Louis, confiaba en él, pero había cosas que simplemente no podía decirle.

El ojiverde era una caja llena de secretos, secretos que algún día acabarían con él, pero estaba seguro que con su esfuerzo sería más que suficiente para superar todas esas adversidades que no lo dejaban avanzar.

Pero había veces en dónde ni siquiera podía levantarse de su cama y en su mente gritaba por ayuda, rogaba porque alguién lo escuchara... Aún así su expresión no cambiaba.

 Estaba roto por dentro, pero pacífico por fuera.

—Harry, ¿estás bien?— una cálida mano se posa en su hombros y mira esta, el gesto lo había sobresaltado un poco y Louis lo había notado.

—Sí, ¿Qué me decías?— el ojiazul le sonríe para tranquilizarlo y funciona.

—Que ya tengo que irme, mi madre tiene ese hábito de traerme desayuno a la habitación y si no me ve ahí le dará un infarto— Harry se mantiene en silencio, sólo había escuchado una pequeña parte.

—¿Tú madre te lleva desayuno?

La voz del ojiverde se debilita pero la recompone al instante.

Él a penas comía, si tenía suerte encontraría un pan esa mañana y podría tostarlo, pero lo más probable es que no tuviera nada contundente que ponerle encima, así que le pondría un poco de aceite y sal.

Vaya vida.

—Sí..— el ojiazul muerde su labio inferior y no lo duda, se acerca hacia a él y lo abraza con fuerza.

El rizado traga en seco y cierra sus ojos con fuerza.

Se sentía reconfortado y estaba seguro que si intentaba hablar lloraría, de pronto se había sentido tan vulnerable y eso no podía ser así, si Louis notaba lo dañado que estaba haría preguntas.

Preguntas que no podía responder.

—Si quieres puedes tomar desayuno conmigo— ofrece rápidamente— podemos preparar algo juntos, mi madre estará encantada de tenerte en casa.

—Gracias Louis, pero no, debo ducharme y ponerme al día con los quehaceres de la escuela, estoy un poco atrasado en algunas evaluaciones.

—¿En cuáles? Quizás pueda ayudarte.

Harry mira su habitación y se levanta de su cama, mira la pequeña pizarra que tenía colgada en su pared y lo que tenía anotado en el.

—Historia más que nada.

—Yo te pasaré mis apuntes, no te preocupes.

¿Lo ven? Louis realmente era un sol.

—Gracias Lou, ahora ve que se hace cada vez más tarde.

El castaño se levanta de la cómoda cama del ojiverde y asiente, se despide con su mano y va hacia el balcón, desliza la ventana hacia a un lado y baja por la escalera.

Era un proceso que tomaba tiempo, pero funcionaba, sus padres jamás se habían dado cuenta que a veces ellos no dormían en sus respectivas habitaciones.

El ojiazul toma la escalera y la apoya en el techo de su hogar, comienza a subir por la escalera y llega hasta su techo, una vez arriba toma esta y la arrastra, intentando de hacer el menor ruido posible.

Cuando esta ya estaba junto a él, le deja en el mismo lugar de siempre, tendría que usarla otra vez en un par de horas más.

Lo más cómico de esa situación es que Louis se la había robado a su propio padre, en su defensa este nunca la usaba y cuando preguntó por la escalera el ojiazul se hizo el desentendido.

Su padre se había terminado comprando otra, era un secreto que no tenía pensado revelar hasta en un par de años más.

Estaba agotado, a penas entra a su habitación y se deja caer en la cama sus ojos se cierran, pero no alcanza a dormir ni diez segundos cuando ya estaban golpeando la puerta de su habitación.

Gruñe de forma baja y se levanta de su cómoda cama.

Quita el seguro de su habitación y ve a su madre al otro lado con una bandeja entre sus manos, tenía una preciosa sonrisa sobre su labios y lo miraba con ojos brillantes.

—Buen día mi amor, ¿cómo dormiste?— su madre entra a la habitación y ve que la cama estaba tendida—
— ¿despertaste hace mucho?

Louis ve su cama y asiente de inmediato.

—Sí, hace un par de minutos— murmura refregando uno de sus ojos para hacerlo más creíble.

Amelie deja la bandeja sobre la cama de su hijo y luego se acerca a él para dejar un beso en su frente.

—Es fin de semana, no te estreses haciendo tareas— murmura para luego avanzar hacia la puerta otra vez— cuando termines no olvides bajar la bandeja, por favor.

—Gracias mamá— murmura con suavidad y esta asiente para luego cerrar la puerta a penas sale.

Louis se sienta en su cama y atrae la bandeja hacia a sí, cuando se estaba llevando las tostadas a la boca recuerda como Harry había reaccionado cuando le contó que su madre le llevaba el desayuno.

Le causaba tristeza pensar que a Harry jamás le habían llevado desayuno a la cama, el ojiverde ni siquiera recuerda como era su madre, sólo sabe como es por una vieja foto que llevaba consigo en su billetera.

Desde que tiene memoria recuerda como el ojiverde se preparaba sus propios alimentos y por deducción era obvio que su padre no se preocupaba por él, aunque sólo era suposición, no conocía los verdaderos motivos.

Quizás el padre del ojiverde no tenía tiempo o... ¿A quién quería engañar? Harry siempre había estado solo.

Ahora a Louis se le había quitado el apetito, masticaba sin ganas.

Desvía su mirada hacia su ventana y mantiene la mirada ahí a pesar de que las cortinas le impedían la vista, estaba preocupado y es como si le hubieran lanzado un balde de agua para que viera la realidad frente a sus ojos.

Harry lo necesitaba.


Dandelions |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora